Mariana Callejas y Eugenio Lira Massi

La pequeña casita en Lo Curro y el "Flaco" Lira

Hugo Dimter P.


Desde Santiago de Chile
Fatídicamente las historias de Eugenio Lira Massi y Mariana Callejas se entrecruzan en un hilado irremediablemente trágico.
Son los años 70 y Chile vive días dictatoriales con Pinochet a la testera del crimen.
Mariana Callejas es una promisoria escritora con premios por su cuento "¿Conoce usted a Bobby Ackermann? tanto en el concurso Rafael Maluenda de El Mercurio como en la revista La Bicicleta, ambas empresas periodísticas con un absoluto distingo en lo ideológico.
Nadie sabía -aunque dentro del medio se suponen variadas teorias- que la Callejas y su esposo, el norteamericano Michael Townley, trabajaban para la Dina: la Direccion de Inteligencia Nacional, principal organismo represor de Pinochet. Ella - ya en 1972- había pasado a integrar las filas de Patria y Libertad, fracción armada derechista y el año 1974 su esposo es contratado por la Dina a través del brigadier Espinoza.
La casa en Lo Curro, un barrio top al Oriente de Santiago, era visitado por la gente del taller literario que dirigía Enrique Lafourcade contando como integrantes destacados a Carlos Franz, Gonzalo Contreras -el díscolo- y Carlos Iturra, quien hasta el día de hoy es el único amigo de Callejas.
“Una voluminosa masa cúbica de concreto, más bien fea, con algo de orfanato, hospital u otro edificio público” describía la casa el incipiente Iturra en aquellos años.
La Callejas era la alumna más aventajada. Un Oasis de cultura en un arenal de desolación. Las sesiones se animaban con whisky y alzaban vuelo en la madrugada. Una vez fue invitado Nicanor Parra y, entre garabatos al por mayor, casi se inicia una gresca con un personaje que algunos describen como un pintor y otros como uno de los italianos de Avanguardia, tal vez Stefano Delle Chiaie.
La Callejas recibe toda la atención mientras cerca Townley merodea en su taller donde arregla electrodomésticos y fabrica gas sarín junto a los químicos Eugenio Berrios y Francisco Oyarzún, en el denominado proyecto Andrea. Ellos formaban la brigada Quetropillan al mando del ex director delegado de la DINA, Juan Guillermo Manuel Contreras Sepúlveda, quien ordenó "de forma directa" al jefe de la brigada Mulchen, el capitán Guillermo Humberto Salinas Torres, el secuestro y asesinato del diplomático español Carmelo Soria.
El resto de la brigada la conformaban los capitanes Jaime Lepe Orellana y Pablo Belmar Labbe, al teniente René Patricio Quiloth Palma y el sargento José Remigio Ríos Sanmartín, todos ellos miembros de esa brigada.  Desde las alturas de Lo Curro atisbaba la urbe Contreras Valdebenito, el "Mamo"."El hombre que más le hizo daño a Chile", según palabras de Odladier Mena, su jefe posterior en la CNI. Los dos camaradas de armas -Contreras y Mena-se odiaban. La Callejas, por su parte, amaba a Mena. Lo encontraba tan caballero y preocupado aconsejándola muchas veces en relación a los líos en que se metía su esposo.



"El paco Lira"

En la vereda contraria se encontraba Eugenio Lira Massi. En las esquinas de Gálvez con Alonso Ovalle en Santiago de Chile, y posteriormente en calle Diciocho se erguía Clarín, el diario de Volpone: en rigor Darío Sainte Marie Sorucco. Este periodista y empresario era un Quevedo moderno, mordaz y leal, quien luego vendió el diario a Víctor Pey que apoyaba a su amigo Salvador Allende. Lira Massi trabajó toda la decada del 60 en El Clarín siendo señalado como "El paco", apodo de los carabineros, ya que había trabajado como escribiente. Se acercó al Clarín para hacer unos dibujos y ante la ausencia de un periodista le dieron la posibilidad de ir a entrevistar un político. Lo hizo tan bien que ya no paró más. Ya en 1960  pública "Los 147 de la cámara", donde retrata a uno que otro insigne del parlamento durante aquellos años. Mientras Lira describe en forma brillante a los políticos chilenos la Dina recluta hombres desde los conscriptos del servicio militar. La inteligencia del ejército cobra una importancia vital para inmiscuirse y luchar contra terroristas marxistas. Suboficiales coordinan y reciben órdenes de oficiales como Krassnof, Marcelo Morén Brito, Armando Fernández Larios,  como  del mismísimo " Mamo" Contreras.

Lira Massi a flor de piel

De hecho es conocida una anécdota de Lira Massi con Salvador Allende. "A usted le dicen el Pije", le dice Lira al "Chicho" Allende. "¿Cuántos ternos tiene". "Sólo uno más que usted", le respondió el entonces candidato.
"¡Ah, entonces tiene dos! ", le soltó el "Flaco" Lira Massi.

O aquella con un político, famoso por su verborrea. El "Paco" le pidió que fuera al programa. "No, me vas a poner en apuros", intentó excusarse. "Te prometo que no", le aseguró. Y la primera pregunta fue: "Usted es muy bueno para hablar. Lo desafío a que se quede callado un minuto". El tipo se puso rojo, sudó como caballo de feria y aguantó. A la salida le espetó: "Conchetumadre, me dijiste que no me ibas a poner en apuros". El "Flaco", muerto de la risa, lo despidió con un abrazo.

Su entrañable amigo –ya fallecido– José Gómez López, uno de los grandes periodistas de nuestra historia, cuenta esta anécdota: “Yo nunca hice un paseo por las calles del centro de Santiago, acompañado por el gigante de mimbre que le hacía publicidad al laxante Cretol, pero con ‘El Paco’ pasaban estas cosas. Íbamos por Moneda hacia el centro, cuando el gigante del Cretol habló: ‘Apuesto, Flaco, que ya ni te acordai para nada de los pobres’, dijo el monstruo tejido de mimbre. ‘¿No me vai a decir que soi ‘El Mañungo’ de la Plaza Chacabuco?’. El gigante se detuvo, se quitó la escafandra de mimbre y dijo: ‘El mismito, pues Flaco’. Se abrazaron y se manotearon los dos. El gigante volvió a vestirse con su indumentaria de mimbre y nos echamos a andar por Moneda con el gigante al medio. Conversaron e intercambiaron noticias sobre el destino de algunos amigos y todo el mundo viandante se detenía para observar la naturalidad del diálogo del gigante de mimbre con sus acompañantes”.

Al día siguiente del triunfo de Allende, “La columna impertinente” de Lira estaba en blanco, con sólo unas palabras escritas a mano: “¿Q’uiubo, no les dije que ganábamos?”. Firmaba, simplemente, “Lira”. Y había una post data: “Perdonen, pero estoy apurado para ir a pegarme una ‘tranca’”.
"Les Volamos la ra-ja, ja, ja, ja, ja" fue el título de portada al día siguiente del triunfo de Allende en 1970. Tres años después, cuando la Corte Suprema declaró inconstitucional el gobierno de la Unidad Popular, en la primera plana apareció una enorme foto del presidente del máximo tribunal de justicia junto al titular "Viejos de Mierda". Según se leía debajo del título en letras muy pequeñas, el repudio era contra unos abuelos pervertidos que habían abusado de menores.

Su muerte

Estos diálogos se acabaron cuando Eugenio Lira Massi fue instalado en el nicho 24942, justo al lado de la sepultura del cantante popular Héctor Pavéz, fallecido ese mismo año. La tumba se convirtió en sitio de peregrinación. En una ocasión Ibar Aybar acompañó a José Gómez López, Domingo Politti y Raúl Pizarro, colegas de «Puro Chile' y "Clarín», al cementerio "Pére Lachaise". Gómez viajó desde Bremen, Alemania, donde fue desterrado tras pasar tres años encarcelado. Politti, desde Bolivia y Pizarro, de Chile. Pensativo frente al nicho de Lira, Gómez López le expresó su desesperanza:

--"Oye «Flaco» chaplín --le recriminó con aire de indignación--: ¿Cómo se te ocurre morirte ahora, cuando Pinochet y sus miserables milicos están dejando la cagada en Chile? Justo cuando más necesitamos de tu ingenio, de tu irreverencia, te echas el pollo así no más...»

Para bajar la tensión y evitar las lagrimas, el 'Gordo' Politti desenfundó sorpresivamente un botellón. Le sirvió un vaso de pisco chileno al difunto, en un tiesto que servía de florero.

--"Salud, mi Flaco querido; dijo. Y los demás se sumaron mecánicamente al brindis funerario.

También hubo pisco para el folclorista Héctor Pavéz, y para estar a tono con él, los periodistas entonaron "Un gorro de lana, te mandé a tejer, para el frío invierno... »Luego de algunos minutos de silencio, dejaron en sus nichos un ramillete de claveles rojos y regaron los floreros hasta el rebalse, con pisco y vino tinto. El 15 de octubre de 1979 el cuerpo de Eugenio Lira Massi fue repatriado y sepultado en el Cementerio General de Santiago.

Una vez instalado en París, Francia, Lira Massi comenzó a trabajar en el periódico frances "L'Humanité" hasta junio de 1975, fecha en que fue encontrado muerto en circunstancias no del todo aclaradas, en la habitación que ocupaba en aquella capital europea. Es muy probable que fue asesinado por la DINA utilizando gases especiales : en efecto un agente chileno , Michael Townley, estaba en Paris en aquella fecha.
El 1º de Junio, Townley volvió a partir desde Santiago. Su. intención era dirigirse a Miami, para recoger a Virgilio Paz (cubano implicado en el asesinato de Orlando Letelier) y continuar hacia Europa nuevamente. Townley y Paz viajaron a Frankfurt. Sin embargo, Townley regresó a Santiago el 14 de junio (el mismo día que se encontró el cadáver de Lira Massi) mientras Paz permanecía solo en Europa por cuenta de la DINA".
Chile: La Memoria Prohibida" describe las andanzas de Townley por el viejo continente en ese año 1975.
En 1990, el periodista Edwin Harrington publicó en la revista Nueva Voz que Lira "habría sido asesinado por medio de un plan denominado "Operación Francia " (de la DINA)...".Agrega que la muerte se produjo después del arribo a la capital francesa de un sujeto llamado Bernardo Conrads Salazar, cédula de identidad Nº 4.152.556-6, funcionario del servicio de seguridad de la dictadura.Sostiene que el deceso de Lira pudo provocarse por gas Sarín, que Townley llevaba en sus viajes en un frasco de perfume Chanel. Como se sabe, el gas sarín, preparado por el químico de la DINA Eugenio Berríos, provoca el fallecimiento por trastornos neurológicos.Harrington citaba como una de sus fuentes principales un informe del FBI. Luego, la familia consultó a la embajada norteamericana. David Greenlee, encargado de negocios, contestó el 25 de octubre de 1990 indicando que efectivamente se había efectuado una solicitud de información, pero que no fue respondida. Agregó que desconocía la existencia de documentación del FBI sobre la materia.

El fin

María Luisa Pizarro no sabía que se llamaba así. Suena raro pero María Luisa Pizarro era Mariana Callejas y ella nunca intuyó las cosas que el destino le tendría preparado. Mariana -aún era Mariana- volvía a Chile en septiembre del 73. La gente en el avión parecía exultante. El "Golpe" instalaba en el poder a los militares con Augusto Pinochet como dictador. Champaña. La gente abría champaña y el líquido salía con la presión de una bala o de un cohete confundiendo a los viajeros.
Mientras tanto en la ciudad chilena de San Antonio un hombre llamado Manuel Contreras Valdebenito arrasaba con el Sindicato de Estibadores. El "Mamo" era coronel y en el puerto daba muestras de su fuerza (años màs tarde se necesitaron cuatro hombres para impedir que sacara una pistola cuando  detectives lo tomaron detenido y se comentó que su muñeca era tan gruesa como un pequeño roble) y de su crueldad con todo aquel marxista que se parara en su camino.
Otra vez champaña. De Plaza Italia hacia arriba la gente salía a las calles abriendo champaña. Dios se había apiadado de la clase alta chilena y, junto a los militares, el país iba por la senda correcta. La economía volvería a establecerse no importando el coste humano. Lira Massi y la Callejas eran espectadores de un episodio que la historia chilena no iba a olvidar jamás.

Fuente: Wikipedia y otros.