Violencia, inseguridad y autocensura en Guerrero: PERIODISMO BAJO ATAQUE

Rodrigo Huerta Pegueros*

En México cada año se conmemoran los días del Periodista (4 de Enero), el día internacional de la prensa (3 de Mayo) y el día de la Libertad de Expresión (7 de junio) y en cada fecha, los comunicadores hacen una especie de corte de caja para conocer el ambiente en el que se desarrollan sus actividades cotidianas.
Los resultados cada vez son menos esperanzadores al reconocer que la tarea de mantener informada a la sociedad mexicana es cada día más difícil y con riesgos mayores que el comunicador debe correr para cumplir con su tarea.
Por ello no ha sido gratuito y nada halagador que la propia asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) haya calificado a México como uno de los países más peligrosos de la región para ejercer esta actividad y solo es superado por el pequeño país centroamericano de Honduras.
Sin enfrentar una guerra declarada contra ningún país y cuando no se utilizan armas sofisticadas o prohibidas—como las químicas— en estos dos países latinoamericanos los periodistas se enfrentan con enemigos sin rostros, pero plenamente identificados en grupos afines como son los miembros del crimen organizado, las fuerzas del orden público así como funcionarios públicos o gobernantes intolerantes y permisivos al ejercicio de la libertad de prensa, de expresión y difusión de las ideas, derechos que están debidamente protegidos por instancias internacionales y locales.
Los periodistas celebran al principio de cada año el hecho de realizar un trabajo sui generis que lo conecta a diario con la comunidad y refleja sus aspiraciones y obstáculos en diversidad de formas de comunicación y a través de las distintas plataformas que hoy se tienen con las nuevas tecnologías que hacen verosímil el recuento de lo que ocurre tanto en el entorno próximo como lejano pero que a la vez está en tiempo real.


La realidad es hoy muy próxima a la percepción y este es uno de los tantos avances que se ha logrado a través de los años para mantener una sociedad mas y mejor informada a fin de que pueda enfrentar con mayores éxitos los retos que a diario se le presentan. No es una ilusión la frase acuñada de que  ‘’información  es poder’’.
Sin embargo, frente a los avances tanto en el aspecto de la vida democrática como en las tecnologías de la información, los periodistas siguen siendo ampliamente vulnerables y son blanco fácil de agresiones por parte del poder público y los llamados poderes fácticos.
Los comunicadores que desean hacer un ejercicio pleno de su libertad de expresión y de investigación, no solo tienen que enfrentar bloqueos para allegarse la información que está en las instancias públicas sino también obstáculos que les representan los propios medios de comunicación donde se ejerce, no hace mucho tiempo atrás, la llamada autocensura para blindarse de cualquier ataque de los grupos poderosos que pudiesen sentirse afectados por las publicaciones aparecidas tanto en medios impresos como a través de la radio o la televisión o en los medios digitales que cada día cobran mayor presencia en las redes sociales de la internet.
México es un país donde la libertad de prensa, expresión y opinión ha sufrido constante acoso, primero por parte de grupos políticos y caciquiles y actualmente de parte de los llamados poderes fácticos donde se entrecruzan empresarios, dirigentes sindicales y criminales de cuello blanco y del crimen organizado. Estas situaciones de peligro para el ejercicio periodístico, no solo no ha desaparecido desde antes del triunfo de la Revolución Mexicana sino que se ha incrementado y cobra decenas de vidas de periodistas, editorialistas, columnistas, corresponsales, conductores de noticias, directivos, reporteros gráficos, camarógrafos y han alcanzado también a trabajadores de talleres y voceadores.
La lista de crímenes y agresiones contra los periodistas y comunicadores de México es interminable y hasta el momento no se puede decir que la actividad esté blindada y el ambiente mejorando con las reformas legales que han introducido los legisladores federales, ni con la puesta en escena de las defensorías especializadas a nivel federal y locales.
Las entidades defensoras de derechos humanos en el país, han incluido a los periodistas como entes similares por el desarrollo de su actividad tendiente a servir a la sociedad a través de la difusión de la información, la reflexión y la manifestación de las ideas.
Con todo y esto, los informadores continúan siendo presa fácil de agresiones, asesinatos, desapariciones y detenciones injustificadas y nunca aclaradas, mucho menos sancionados los autores materiales e intelectuales, lo cual ha fomentado el escandaloso incremento de la impunidad tanto en el país como en las 32 entidades, siendo un ejemplo de estos hechos arbitrarios y bochornosos el estado de Guerrero donde durante los últimos quince años han sido asesinados y desaparecidos cerca de dos decenas de comunicadores y ni un solo caso ha sido debidamente esclarecido, por lo que los culpables siguen disfrutando de una libertad inmerecida y los comunicadores continúan clamando y exigiendo justicia.
GUERRERO PELIGROSO PARA EL PERIODISMO  
Desde hace ya varios lustros, los periodistas en esta entidad han sido presa fácil de los grupos de poder y han sometido a través del uso de la violencia a los detentadores de los medios de comunicación y a los trabajadores de la información, quienes en la mayoría de las veces han tenido que enfrentar solos a quienes se sienten intocables o impunes. Muy contados han sido los propietarios de los medios quienes se han solidarizado con sus trabajadores y defendido su derecho a la información, a la difusión de las ideas y sobre todo a su libertad de expresión. Los más, han tenido que plegarse a los designios de los detentadores del poder público o privado y por lo tanto han evitado ser sujetos de la violencia física y material, sino también los boicots comerciales u oficiales y la desaparición de trabajadores, por lo que asumen como escudo a todo esto, la autocensura o el aplauso fácil.
Simplemente para refrescar la memoria de los sucesos trágicos que costaron la vida a compañeros periodistas de esta entidad y que están todavía sus casos sin resolver, recordemos los asesinatos de Rafael Villafuerte Aguilar, director del semanario La Razón a quien le quitaron la vida en el año 2003, mientras que a Leodegario Aguilera Lucas, director de la revista Mundo Político lo desaparecieron en el año del 2004, en tanto que al director del diario Despertar de la Costa, Misael Tamayo Hernández fue asesinado en el 2006 y un año después, en el 2007, fue privado de la vida el corresponsal de Televisa en Acapulco, Amado Ramírez Dillanes.
Dos años mas tarde, el periodista Jean Paul Ibarra Ramírez del periódico El Correo fue asesinado y unos días después la misma suerte corrió el periodista del semanario El Quijote, Juan Carlos Hernández Martínez y cinco meses después en el puerto de Acapulco fue encontrado sin vida el locutor de la estación W Radio, Juan Daniel Martínez Gil y medio año después en el 2010, el director del periódico El Oportuno de la costa chica, Jorge Ochoa Martínez corrió la misma mala suerte. 
Evaristo Pacheco Solís, del semanario Visión Nocturna también fue víctima de la intolerancia y la impunidad en el 2010 y tres meses mas tarde, la pareja de periodistas, Juan Francisco Rodríguez Ríos corresponsal del diario Sol de Acapulco y María Elba Hernández Galeana del periódico Independiente fueron acribillados a plena luz del día.
Un año más tarde, 2011, en el día de la Libertad de Expresión (7 de junio) el reportero del diario Novedades de Acapulco, Marco Antonio López Ortiz fue secuestrado y desaparecido en la recién inaugurada administración del gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero. El recuento de los agravios cometidos contra el periodismo guerrerense hasta el 2011 eran de 11 periodistas asesinados y uno desaparecido, aunque habrá que decir que el cuerpo del periodista Leodegario Aguilera Lucas nunca ha sido encontrado y el que supuestamente se presentó calcinado nunca ha sido reconocido por sus familiares.
La desaparición de López Ortiz sirvió apra que los periodistas de la región exigieran a las autoridades su búsqueda y presentación, demanda que nunca fue escuchada y menos atendida, por lo que los medios de comunicación se sintieron mas vulnerables y decidieron como herramienta de defensa la autocensura lo cual devino en una merma en la información que la opinión pública recibía antes y evitaron cuestionar e investigar asuntos del crimen organizado y demás que tienen que ver con excesos, abusos y corrupción del poder público.
Hasta el momento de redactar estas líneas, las autoridades del estado de Guerrero no han dado explicación alguna sobre los asesinatos y desapariciones de los comunicadores arriba citados y por otro lado, han hecho caso omiso a las demandas de los periodistas para que se respete el derecho a la información pública y se sancione a los culpables de las agresiones, atropellos y amenazas en contra de los trabajadores de los distintos medios de comunicación tanto locales, regionales y nacionales.
Los últimos hechos dejan ver el peligro que conlleva recabar información o cubrir eventos públicos, tal y como les sucedió al corresponsal de la revista Proceso, Ezequiel Flores y al fotógrafo, José Luis de la Cruz González quienes fueron agredidos verbal y físicamente por un agente del ministerio público federal, un miembro de la policía federal y varios uniformados estatales y municipales. Los afectados presentaron sendas denuncias ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y ante la Fiscalía Federal para la Protección de los Periodistas.
Sin embargo estos hechos se suman a una serie de eventos que atentan abiertamente contra el ejercicio periodístico y la libertad de expresión como es el caso del corresponsal del periódico El Sur, Sergio Ferrer en la región de la montaña, quien fue agredido abiertamente por policías municipales. O lo ocurrido a Bernardino Hernández, reportero y fotógrafo de Acapulco quien no solo fue agredido por policías federales sino que fue despojado de dinero en efectivo y herramientas de trabajo, lo mismo le sucedió al fotógrafo Pedro Pardo al tratar de cubrir un hecho sangriento ocurrido en Acapulco y quien fue agredido por un policía municipal.
En el pasado reciente, periodistas de los diferentes medios de comunicación como el caso de Erick Chavelas, quien fue agredido por el jefe de seguridad del gobernador, teniente Felipe de Jesús Órnelas Rebollo, por tratar de cumplir con su función de informar de las actividades oficiales; otras agresiones y abuso de poder han sufrido también los periodistas Magdalena Cisneros, Francisca Meza, Valeria Juárez, Daniel Velázquez y Jesús Trigo, entre otros.
El recuento de afectaciones contra el gremio periodístico en el estado de Guerrero suman también atentados contra instalaciones de periódicos y televisoras, lo cual ha provocado que se instaure la autocensura en la entidad lo que va en detrimento al derecho a la información que debe ser garantizado por el estado pero que muchas de las veces son los representantes del gobierno en contubernio con poderes fácticos los que inhiben el ejercicio de la libertad de expresión, de prensa y de la difusión de las ideas.
Este siete de Junio próximo, cuando se conmemore un año más del día de la Libertad de Expresión, el estado de Guerrero llegará como uno de los estados mas peligrosos para ejercer esta profesión y será momento para realizar un nuevo recuento de la situación prevaleciente y también para conocer como se encuentra el periodismo en el mundo y en México.

Periodista/Analista Político*