Un par de apuntes para las elecciones de Baja California

Ramiro Padilla Atondo

Bien podría decirse que la campaña en Baja California semeja un par de grupos de chimpancés lanzándose caca. El objetivo es que el oponente quede irreconocible y oloroso a los ojos y narices del electorado.
Por lo regular las campañas abrevan de las generalidades al estilo de “Para que vivas mejor” “arriba y adelante” “quiero que ganes más” (como si tuvieran el poder para elevar los salarios), donde nosotros los electores por supuesto nos trasladamos a ese futuro mítico donde todo será mejor.
Y sí. Todo será mejor. Sobre todo para aquellos que vivirán cómodamente del presupuesto por seis añitos. Seis añitos sin preocuparse por lo que comerán mañana, o si les alcanzará con los seis mil pesitos famosos del ya no tan famoso político.
Se dice que Baja California es estratégica, que bla bla bla. Pero, considerando el número de habitantes y si nos rigiéramos por un sistema como el norteamericano, nosotros representaríamos algo así como Nebraska o Montana. No se puede robar tanto pues.
Los nostálgicos del panismo duro dicen que somos la cuna de la democracia y en verdad nuestra ciudad Ensenada,  fue pionera (dudo que haya sido la primera) en elegir un gobierno de oposición, con el Tigre David Ojeda, y el en aquel entonces PST (partido socialista de los trabajadores). Estoy hablando de 1983.
Después llegaron los panistas, pero los panistas buenos, los que querían hacer un cambio, con Ernesto Ruffo (que ni panista era al principio) Chuy Del Palacio y Óscar Sánchez del Palacio, que entregaron buenas cuentas.
Fue el ya infamous (ojalá hubiese una traducción al español de esta palabra que es perfecta) Xicoténcatl Leyva quien por su vendetta en contra de Ruffo lo encumbró, haciendo que Salinas reconociera el primer gobierno de oposición.
Después de allí todo fue miel sobre hojuelas para el panismo en el estado. Perdían algunas presidencias municipales pero mantenían el estado.


Pero todo se fue deteriorando de manera tan rápida, que los enemigos irreconciliables hace siete años hicieron un frente unido que nos deja con el escenario de escoger entre Guatemala y Guatepeor. Estas alianzas contra natura nos han limitado a la jitomata y la perejila. No hay más que de dos moles.
Es claro que en Baja California la gente está harta del PAN. Se han creado dinastías familiares que han vivido del presupuesto por más de veinte años y  ya es hora de que se dediquen a otras cosas.
Pero ¿remplazarlos con priistas? Es allí donde salta el asunto. Por eso decía que estamos en el peor de los escenarios. Algo así como Ollanta Humala y Keiko Fujimori pero en escala. Y Felipe Ruanova, el otro candidato es a Castro Trenti lo que Mijares a Emmanuel (un buen corista).
Esta elección es una muestra tácita del deterioro de  la clase política en general. Del poder por el poder. De las cuotas con candidatos impresentables donde casi nadie se salva. Los spots televisivos invitándonos a votar no dejan de ser ridículos. Como si realmente tuviéramos poder de decisión. Y un ejemplo claro de esto es la municipalización fast track de San Quintín a espaldas de la población después de una fallida consulta.
Y dicen que Baja California es estratégica. Y sí lo es. Estratégica para los bolsillos de algunos. En fin.