Ernesto Rivera Rodríguez
La Cruzada contra el Hambre
ha sido catalogada como “la cereza del pastel” del denominado Pacto por México,
estrategia peñanietista y sus socios los partidos políticos, pero con un acido
complemento que depende de su aprobación para que realmente cause un efecto de
profundidad en todos los niveles de la hambruna nacional: la reforma política y
la reforma energética.
Sí en el país según las
investigaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social, Coneval, 53 millones de
mexicanos - uno de cada cinco- viven en la pobreza, en la marginación y el
abandono total, ahí donde nunca jamás llego la Revolución, -setenta años de
priísmo, doce años de panismo perdido y 10 meses de neo priísmo a la antigua-, pero puede convertirse en las secas y áridas
praderas donde se inicie la revolución de este siglo XXI. En Guerrero las cifras frías se invierten: con
una población de 3.3 millones de habitantes,
en una superficie superior a los 63 mil kilómetros cuadrados, dos de cada tres guerrerenses padecen hambre,
abandono, miseria y marginación.
Cierto las acciones del
gobernador Ángel Aguirre Rivero, no reflejan su incidencia en la disminución de
la pobreza, es por algo muy sencillo y lógico: las despensas no matan el
hambre, lo engañan, la sabotean por unas horas. Los guerrerenses amaneces con
hambre todos los días.
No se trata de
indicadores, como expresa la secretaria
de Desarrollo Social a nivel federal,
como lo presenta y pretende
vender Rosario Robles Berlanga, pese a sus golpes de pecho, y como lo protege,
cobija y expende, Beatriz Mojica Morga titular de la misma dependencia en
Guerrero, se trata de que las políticas
públicas no inciden para nada, no en el estómago, sino en la vida estructural y
orgánica de los guerrerenses y de los mexicanos en general.
Los “levantados del Sur”,
llamados eufemísticamente “autodefensas”, son el síntoma del grito profundo de
las profundas presiones desatadas por el estado fallido en que vivimos, por los
desplazamientos provocados por la delincuencia organizada, encubierta y
oficial, ahí donde el hambre es el
dolor diario de la penuria que nos ha convertido en seres dignos de estudio del
Instituto Smishoniano, a la altura de Bangladesh, Etiopia, y un sinnúmero de países africanos. Para que ir
tan lejos, aquí mismo en la Montaña Alta, Metlatonoc, Cochoapa el Grande,
Alcozauca, padecen los mismos dígitos de hambruna, ya calificados por la ONU.
Somos sujetos de estudio, como expresara Noam Chomsky, resultado del capitalismo
devorador que hoy presiona para abrir a sus caudales el petróleo mexicano, de
los ricos de la nueva generación política,
esbozados en siglas de todos los colores, que nada han hecho por este
país, por los ciudadanos que dicen representar.
La política de la “Cruzada
contra el Hambre” es un placebo, un engaño con todas sus letras, o díganme
ustedes cuántos muertos de hambre estuvieron con sus brazos levantados pidiendo
un taco, en la última reunión, por allá en Punta Diamante, donde Rosario Robles
casi se rasga las vestiduras por los más jodidos de estas tierras.
No estoy de acuerdo con Bruno
Placido, pero no hay de otra, cuando con su movimiento de autodefensa
incluyendo a los miles de desplazados, que niegan los miopes números oficiales,
se ha convertido en el grito de denuncia contra un gobierno fallido, sí el de Ángel
Aguirre Rivero, y contra lo efímero e disfuncional e
inútil de los programas de seguridad
implementados por el gobierno federal, que busca a toda costa contener
el descontento social con reformas maquilladas, con una Nueva Constitución para
Guerrero, en donde hoy el gobernador Ángel Aguirre Rivero quiere que se le nombre como “jefe de estado” casi casi…”Yo el
Supremo”, como escribiera atinadamente Roa Bastos.
Email:gernestorivera@gmail.com
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