Hugo Falcón Páez
Si el amor, la paz, la fe, el conocimiento y la verdad fueran un puño,
golpearíamos con fuerza cada espíritu.
Vamos a
dirigirnos a temas que no tengan que ver con la guerra, la extinción, la lucha,
la resistencia, la colisión de poderes y desencuentros intelectuales,
religiosos y sociales. El mundo es grande, demasiado. Por ello tenemos el
derecho, la responsabilidad y acción creativa de vigilar nuestro entorno, el
lugar que habitamos, en donde está cimentado nuestro hogar, escuela o trabajo. Nunca
es temprano ni demasiado tarde para mencionar una fecha, me refiero para
conmemorar a la Madre Naturaleza. Es así, que a casi un mes, el próximo 18 de
octubre se cumplen 41 años de haberse instaurado el Día Mundial de la Protección
a la Nauraleza, bajo el precepto de que el ser humano no puede concebirse
independiente del medio ambiente. Pues viene de la mano como hecho primordial,
que la ONU estableció el 15 de diciembre de 1972 como Día Mundial del Medio
Ambiente, el cual se celebra el 5 de junio desde 1973. Es por ello, que se
estructuran los inicios para darle la importancia y responsabilidad ambiental
en donde nacemos, crecemos, vivimos y morimos. Cada día nos vamos alejando de
nuestro hábitat y nuestra naturaleza, sin pensarlo las zonas rurales se
convierten en campos urbanos, los cuales indudablemente traen contaminación,
anomalías administrativas y corrupción en los gobiernos. Aunado a la explosión
demográfica, la invasión de terrenos o compra irregular de hectáreas, siempre
se tendrán daños colaterales en la ciudadanía. Como asfalto quebrado, calles
erosionadas, coladeras que se botan por la presión de alguna alfluencia o
torrencial. Incluso puentes peatonales deteriorados, así como viviendas
cuarteadas en su mayoría por los sismos. Los canales pluviales son un blanco
que persisten en un diseño artquitectónico mal hecho, no hay mantenimiento, ni
orden, ni siquiera se cumple el reglamento en Obras Públicas. Y todo eso no es
exclusivo de una ciudad, los elementos de la naturaleza o Pachamama, dijeran
los Incas y mayas, son hechos presentes e indetectables en su mayoría. Me
remito a la tormenta tropical Ingrid, en el Golfo de México, que como todo
meteoro causa estragos, al tocar tierra y aire de alguna población. Reciente
punto crítico en territorio veracruzano, donde desplegaron mil 300 efectivos
para prestar la ayuda del Plan DN-III. El río Bobos está vigilado para que no
transcurra un siniestro de gran magnitud, Alto lucero y Chiconquiaco son otras
áreas monitoreadas, así como Misantla, Martínez de la Torre y San Rafael.
También el Plan Marina está activo, en donde se desplegaron desde Pánuco hasta
Coatzacoalcos, pasando por Minatitlán, ante las lluvias intensas que causaron
pérdidas materiales. Puntualizaré en la Dirección de Ecología municipal de
Acapulco, donde su titular Rodrigo Carbajal Liborio, ha inspeccionado los
polígonos que son vulnerables. Es decir, para inmediatamente tener una
respuesta en conjunto con Protección Civil y Bomberos, y auxiliar a quien lo
requiera. Es así que bajo ese tenor, la dependencia en cuestión concreta una
labor de mérito e instrucción desde la silla del director. Se nota iniciativa y
perseverancia en poco tiempo. Por el otro lado, tenemos el caso del regidor del
Partido Verde en el puerto más bello, que nada más calienta el cubículo y el
Cabildo, debiendo aprovechar que es un representante de la naturaleza, medio
ambiente y ecología, no tiene la prestancia, la ética ni el plan de trabajo
para ejecutar en ese rubro una solución. Es mucho pedir, claramente. La visión
de quien tiene el poder otorgado por elección popular, se pierde y no la
habilitan como se debe, pues son necios o quizá duermen en una táctica
perezosa, fiel reflejo de lo que son y con quienes se rodean. Como en el caso
de quien dirige de manera general el Parque Papagayo, Arquímides Guzmán
Cisneros, un personaje que ha invertido en estrategias benevolentes para con el
acapulqueño, e indistintamente, los visitantes y turistas. Pues el Pulmón Verde
debe tener día a día esa magnitud administrativa, pero sin duda alguna, la
relevancia es la buena aptitud y actitud de quien comanda el equipo en esa
estancia de entretenimiento infantil, donde adultos de todas las edades y
géneros disfrutan con seguridad sus actividades. No cabe duda que los
principios, los modos, la idiosincrasia, los valores, la casta, la educación y
la personalidad vienen del espíritu, no del legado ni de la herencia genética,
ni siquiera del apellido o del nombre, uno es quien por sus palabras, pero sin
duda, por sus acciones creativas.
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