Tercera Vía: Tormenta “Manuel”: El hedor político

Ernesto Rivera Rodríguez

Mucho antes de la noche del 14 de Septiembre pasado, en el presente año el estado de Guerrero, se ha visto convulsionado por diferentes movimientos sociales y telúricos que han puesto en la picota al propio gobierno de Ángel Aguirre Rivero. El movimiento magisterial, la CETEG, verdaderamente devenido de la barbarie, más que de los reclamos racionales de un sector de la sociedad que siempre en toda su historia han conseguido lo que les ha venido en gana, sin respetar el derecho de terceros.
Ajenos a todo desarrollo y actualización pretenden mantener sus jerarquías llevándose a como dé lugar tras si la educación de cientos de miles guerrerenses y de mexicanos.
Como salido de la “chistera de un mago” aparecieron por arte de magia los movimientos de las policías comunitarias, cuyos hilos de su montaje están mucho más allá de los “ojos cansados “de los indígenas que buscan con ello su reindivicación social, económica, educativa y política. De la CRAC a la Opodeg y demás siglas que han aparecido de esa “chistera”, pusieron de nuevo en tela de juicio y en la visión de un estado fallido, al gobernador Ángel Aguirre Rivero. Simplemente no hallan la punta de la madeja.
La madre naturaleza tarde que temprano nos cobra los excesos cometidos en su contra, tal  pareciera que todo lo puede soportara, siendo un ente con una dinámica pocas veces comprendida por el hombre, y hasta que ella destapa la “cloaca de la corrupción” de nuestros andares por las migajas del poder y de la riqueza.  Tenochtitlán, fue fundada sobre una laguna, y que se sepa históricamente jamás se inundo, las chinampas sobre la que estaba construida la ciudad, subía con los márgenes mismos de la marea. Hoy quinientos años después en un lugar parecido aquel, los sabiondos inteligentes ingenieros, con la chequera en la bolsa, y en la búsqueda de fortuna, y acompañados de políticos para lograr sus impulsos a gran nivel de la industria inmobiliaria, llevaron a cabo una enorme conjugación de intereses y corruptelas para lograr el “cambio de uso de suelo” en la zona lacustres de Punta Diamante, al oriente de la ciudad de Acapulco. Era el “dorado” de José Francisco Ruiz Massieu (q.e.p.d.), por donde corrieron carretadas de billetes en la creación de un o varios centros inmobiliarios, que empresas como GEO, Ara, Homex y otras, hicieron su agosto engatusando a miles de interesados clase medieros de todo el país, en tener una casa con dos vistas: al mar y hacia la laguna. Eso ni en Disneylandia.
El Plano Regulador de Acapulco, se convirtió en letra muerta, y ni con la firma del gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, que poco caso hizo de los pronósticos de inundaciones en esa zona, firmo el Plano en el año de2001. El resto es como la  teoría del “dominó”, cae una y sigue el resto, ahí con el arquitecto Francisco Díaz Díaz, como Secretario de Desarrollo Urbano, vinieron una larga lista de interesados en llenarse el bolsillo de dinero, con los presidentes municipales que “volteando para otro lado” firmaban la autorización del cambio de uso del suelo: así con Alberto López Rosas, Félix Salgado Macedonio y Manuel Añorve Baños, llevaron el agua a su molino.
Ahí están las consecuencias, con el problema de que con tanta corrupción de pudrieron, pero ese no es el caso, lo peor es que “apestan”, su hedor corroe toda la sociedad que hoy está pagando, y será a un largo plazo las consecuencias de su ambición.    

El Presidente Enrique Peña Nieto, lo ha afirmado categóricamente: tiene que haber responsables. El Secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, afirmó que se encontrarán a los responsables. En tanto firme como una roca, pee a los embates de sus adversarios, buscaban encontrar y hundir en él la “espada de Damocles” Nada de eso paso. El manto de la federación lo cubrió, él era el menos responsable de la tragedia. Y así lo es. Walton sigue de pie y camina.
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