Víctor
Hugo Orozco Sedeño
Hablar
de violencia en Guerrero es tocar fibras sensibles que hoy paradójicamente ya
desensibilizaron a la sociedad.
No
hay día que no haya un muerto en los diarios locales de Acapulco, Chilpancingo
o cualquier otro municipio del estado.
Las
cifras en lo que va del año hablan de más cuatro mil homicidios año, de los
cuales los feminicidios van en aumento.
La
pesadilla se ha prolongado por años y no parece tener para cuando disminuya el índice rojo de esta parte brava
de México.
Los
encargados de impartir seguridad bajo el mando del gobierno estatal dejaron claro que están en desventaja y que
prefieren que la federación se adjudique
esta responsabilidad.
Las
estrategias para inhibir o controlar la violencia han fallado.
En
el periodo de gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo se propuso una
despistolización que sirvió para promover chatarra pagada.
Surgieron
algunos revólveres que eran reliquias
oxidadas guardadas debajo del colchón.
Fue
una verdadera descacharrización más allá de una despistolización.
Sin
embargo se debe reconocer que se acercó a una buena práctica cívica que plantea
de forma simbólica “di no a las armas”
¿Qué
estrategia se debe seguir?
Si
bien es cierto que el poder de los carteles y los grupos delictivos generan
gran zozobra y miedo entre la población también es cierto que no son la
mayoría.
Pero
sus acciones bárbaras se magnifican a través de los medios de comunicación.
He ahí donde debe aplicarse cierta política
que implique la responsabilidad de cada medio para no hacer sensacionalismos o
fomentar una cultura de la violencia.
Las
nuevas generaciones deben ser puestas en manos de profesionales dentro de sus
centros de estudio, es decir, fomentar la salud mental, detectar casos con
tendencias agresivas, promover sesiones de psicología, focalizar hijos
violentados y descuidados, reconocer traumas familiares y fomentar valores y
principios.
Por
el contrario actualmente los estudiantes del nivel básico son constantemente
objeto de malos ejemplos, maestros agresivos, faltantes, huelguistas, por otra
parte una educación de poca calidad.
Aunado
con el constante bombardeo de violencia que ven todos los medios, cine y televisión
principalmente.
Obviamente
la estrategia contra la violencia debe generarse entre las nuevas generaciones
por que el tiempo inexorable dará frutos a corto y mediano plazo.
La
religión debe estar invitada a esta cruzada pero con dinámicas menos clásicas y
más prácticas.
El
intentó contra la violencia debe comenzar con la participación de psicólogos, sociólogos, comunicólogos,
licenciados en primaria y secundaria así como políticos.
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