Vacaciones en Acapulco

Víctor Hugo Orozco Sedeño

Los López se prepararon para su viaje en Acapulco, van 22 integrantes de  esta familia, pretenden acampar en la playa papagayo junto al asta bandera,  de forma simultanea  cinco chavos que hacen malabares en los semáforos de la ciudad de México decidieron lanzarse a la aventura a la perla del Pacifico, por su parte también Don Luis quién lleva más de 30 años como burócrata decidió llevar a su familia a un buen hotel de la zona dorada, por su parte los Montiel llegaron en su avión privado para respirar aire puro que ofrece el mar del destino.
Acapulco es para todos los bolsillos, esa es la maravillosa adaptación que tiene, es para todos, si bien cierto se recuerdan con añoranza aquellos años donde el turismo extranjero era asiduo a estas playas también es cierto que hoy gracias a este fiel turismo del DF, Puebla, Estado de México, Tlaxcala, Morelos y Pachuca Acapulco subsiste y vive.
Las clases sociales convergen, la ciudad que deja una derrama económica que sustenta a todo Guerrero, Acapulco como marca actualmente deja millones, playeras, recuerdos, festivales, convenciones, congresos, conciertos, desfiles, encuentros deportivos entre otras actividades y productos que se venden gracias al nombre de Acapulco.
Los López, los chavos malabaristas, Don Luis y su familia y los adinerados Montiel saben que al llegar Acapulco se conectan con otra atmósfera que nada tiene que ver con las principales ciudades de la república.
Sin embargo cada uno tendrá su forma de diversión por ejemplo Los López llegaran con su camioneta modelo 98, se asentaran en la parte más alta de la alfombra de arena, los más chicos se van a encargar de montar su tienda, el anafre o en su caso el asador será la cocina, la hielera será el frigo bar, la mesa de plástico con patas desmontables y las sillas plegables con la etiqueta  de cualquier empresa Cervecera , se va habilitar como centro de reunión con una gran sombrilla de origen chino, su cama es la arena conocida popularmente  como el famoso hotel “Camarena” pero para evitar la molestia de los grumos de arena, se va a  resolver  con  un cartón tendido recortado de forma rectangular,  los López se van a divertirse  principalmente junto al mar, incluye un recorrido en  las lanchas de Caleta, el alcohol no puede parar de principio a fin y las señoras de la casa se encargarán de la comida, el menú incluye ensaladas, tortas, carne asada, ceviche, atún, sardina y sándwiches, los jóvenes se subirán a la banana, el parachute resulta muy caro  así la moto acuático, sin embargo no faltará la madre consentidora que va  a sacrificar  400 pesos para darle gusto al adolescente consentido, la comida generalmente se comprará  en los supermercados que se  localizan al cruzar la costera,   por la noche recorrerán la condesa con  el deseo por conquistar Acapulco crece,  donde la efervescencia se siente en un ambiente mágico multicolor con música que penetra la sensibilidad humana y te eleva  a adrenalina del furor donde está implícita la incitación al alcohol sexo y porque no a las drogas en su caso.
Pero qué pasa con los chavos que hacen malabares en los cruceros de la ciudad de México, llegan en  el llamado aventón  y se regresan de igual manera,  generalmente trae consigo una mochila de explorador que hace mucho bulto, los utensilios para hacer malabares no pueden faltar, llegan al puerto de Acapulco con el afán de trabajar y ganar dinero para sostenerse, por la noche generalmente se dedican a beber junto al mar y a cantar rock tirados en la arena donde cantan y cantan fuman y beben en un momento poco descriptible que contagia el alma de cualquiera, en la tardes  realizan sus números de malabares  en medio de los turistas que los contemplan como viejos conocidos de las ciudades de origen. Los malabaristas de cabello largo, crespo, delgados se divierten como nadie a su manera  conectados en  un  ámbito natural y urbano característico de Acapulco.
Don Luis llegara al puerto de Acapulco con una reservación expresa realizada antes desde sus oficina donde desde hace tiempo ocupa un buen puesto detrás del director general, Don Luis representa a una clase media que siempre lucha por mejorar, casa, auto, buenos colegios para los hijos, vacaciones por lo menos una vez al año y sueños más sueños acumulados por ser ricos, Don Luis tiene el privilegio de hospedar a su familia en una suite con  vista al mar, viene preparado para comer en los restaurantes de mariscos con más prestigio y darse el gusto que le plazca incluido una visita al spa con jacuzzi, las hijos, yernos, nueras y nietos son los más beneficiados,  Don Luis viene prevenido con la tarjeta de crédito que puede sacar de un apuro en caso de emergencia, Don Luis pasará unas vacaciones admirando el horizonte  de la bahía de Santa Lucía desde su balcón.
Los Montiel a diferencia de la mayoría de los visitantes en Acapulco llegaron a su casa de las Brisas, llegaron en avión privado, rentaron una auto de inmediato para evitar complicaciones gozan de playa privada, sirvienta y cocinera que se contrata cada vez que llegan a descansar, disfrutan tanto como los demás turistas al tener contacto con el agua de mar, el sol y la arena, sin embargo hacen uso de su yate para hacer recorridos  donde broncear el cuerpo, beber y en su caso pescar. Por la noche discoteca para los más jóvenes y  para los maduros de la casa que a veces prefieren cena en un restaurante con vista o bien un bar de prestigio con música en vivo.

Acapulco es en estos días una zona donde convergen los estratos sociales marcados en todo México, se funden bajo el mismo calor tropical único de este puerto, se ven y se toleran en franca convivencia, todo en una franja de arena que se divide para todos, bajo un mismo sol y una eterna marea que lleva y trae miles de historias.

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