Rodrigo Huerta Pegueros*
Cada
vez que iniciamos un nuevo año, todas las personas nos hacemos propósitos
diversos para cumplir en este ciclo recién iniciado y es como una letanía
escuchar una y otra vez los deseos de superación, de bienestar físico y
económico, de lograr todos los objetivos, dejar atrás rencores, vicios y demás
lastres de la vida.
Y
para corroborar que esto va a ser así, pues que mejor que confirmarlo alzando
al cielo el vaso, la botella, la copa de vino, sidra, cerveza o alcohol que
mejor les agrade y terminar con la frase más socorrida de estos días: ¡Salud! y
yo agregaría: ¡que así sea!
Pero
más allá de las fiestas de Diciembre, de los incrementos de impuestos en este
naciente 2014, los mexicanos deberíamos pensar en la forma de cómo contener
a nuestras autoridades para que no
continuaran haciendo lo que les plazca y sin tener frente así ningún obstáculo
que pasar, pues de seguir igual que antes, estaremos haciendo propósitos que
quizás nunca podremos lograr, pues casi siempre, los que han echado a perder
todo o casi todo, son los gobernantes, esos a los que elegimos, en nuestra
democracia representativa , como los adalides de quienes nos vendrían a ayudar
para terminar con nuestra penurias y calamidades que a diario sufrimos una vez
que ponemos los pies fuera de la casa, donde nos sentimos más seguros.
Comprensible
es que los mexicanos no hagamos propósitos de esta magnitud, pero deberíamos
hacerlos, pues en otros lugares del planeta, las comunidades no brindan solo
por cuestiones individuales sino también colectivas y quizá seamos los únicos
que no lo hacemos, ni en público ni en privado.
Esta
propuesta surgió una vez que estuve leyendo un libro donde los habitantes de un
pequeño poblado hacían todo lo que hacemos los seres humanos. Trabajar,
divertirse, disfrutar la naturaleza, de las nuevas y viejas tecnologías, pero
además tenían como tradición hacer reuniones cada mediado de mes del ultimo del
año y ahí hacían evaluaciones sobre los pros y los contras que sucedían en su
comunidad y quienes eran los responsables y como se debería actuar para
recomponer el camino y mejorarlo.
Como
en cualquier comunidad democrática los habitantes de dicho poblado votaban
alzando la mano y registraban en un gran pizarrón de madera lo que se debería
hacer para el año venidero.
Había
para tal fin un consejo de vigilancia y las sanciones debidas para quienes no
cumplieran sus tareas a cabalidad.
Esto,
que no es un cuento, provocaba que la comunidad resultara ser cada vez un
ejemplo para los demás pueblos quienes repetían sus mecanismos con el único
afán de provocar el bienestar comunitario y vivir la vida de la mejor manera,
pero sobre todo, con armonía, paz y tranquilidad lo cual trae aparejado
progreso y bienestar para todos.
No
es nada difícil suponer que esta misma tradición la pudiésemos poner en
práctica en cualquier comunidad de nuestro país o de nuestro estado de
Guerrero, siempre y cuando seamos los propios ciudadanos los encargados de
llevar a cabo las tareas de recolección de datos y evaluación periódica sobre
lo que hacen y dejan de hacer las autoridades locales, estatales y nacionales y
a partir de ellos, hacer juicios y dar calificaciones, imponer sanciones y
tareas explicitas para que se lleven a cabo y que tengan como única finalidad
el mejorar nuestro entorno social, provocar mejoría y bienestar generalizado
con el fin de que hagamos posible la felicidades que tanto anhelamos y que
tanto repetimos año con año en estas fiestas Decembrinas que finalizan con la
partida de la rosca de Reyes, estas figuras míticas que son el colorario de la
historia feliz que todos quisiéramos vivir para siempre.
¡Iniciemos
el año con una gran sonrisa y que esta perdure por siempre!
¡Feliz
Día de Reyes!
Periodista/Analista
Político*
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