Querida
Marie:
Ya
casi es Navidad y aquí en prisión no es la gran cosa, sólo hace más frío y nos
bañamos menos, los cigarrillos se escasean y la mayoría espera ansiosos a que
vengan a darnos comida las monjas, las hermanas y el grupo Amigos del Pecador
de una iglesia nueva, quien diría que haría amigos aquí, ¿no te da risa? Como
es común en la mayoría de las personas, a mí estas fechas invernales me llenan
de nostalgia, ya sabes lo cursi que me pongo a veces.
Recuerdo que cada
diciembre, Jenny y yo solíamos tener sexo frente al árbol de navidad. Hacerlo
en el piso frío le daba otro grado de excitación. Cuando lo hacíamos me gustaba
que ella cantara Let it snow, let it snow, let it snow de Dean Martin. Casi la
obligué a que se la aprendiera completa y llegaba un momento intenso en el que
sólo pronunciaba Let it snow hasta que yo dejaba nevar caliente en ella. A
veces me gustaba eyacular en la cara de un Santa Clos bailarín que a Jenny le
agradaba mucho. Se encabronaba y me golpeaba con sus débiles brazos, que en vez
de dolor provocaban risa. Cuando me hartaba, la besaba a la fuerza, le decía lo
mucho que la amaba y ella sonreía satisfecha antes de ir por un trapo para
limpiar a Santa. En noche buena la rutina era especial, porque después de todo
lo anterior ambos nos dábamos nuestros regalos, bebíamos un poco de ron y lo
volvíamos a hacer.
Fue
duro cuando Jenny murió de neumonía antes de año nuevo, no intoxicada como
suponen. La siguiente navidad no fue lo mismo sin ella. Ese año de luto, el
único regalo que abrí fueron las piernas de Betty, pero ella no se sabía Let it
snow y comenzó a cantar con su voz chillona - ¡Navidad!, ¡Navidad! ¡hoy es Navidad!… - tuve que darle una bofetada por insultar la memoria de Jenny y para
remendar su error se limitó a repetir let it snow seximente mientras lo hicimos
las demás veces, fue un lindo detalle, aun así la eché de mi vida porque ella planeaba
dejarme primero. Dijo que intentó entender mis manías, pero de hecho nunca
entendió nada de mí, ni de nada, era una tonta. Por eso apareció muerta después
en ese basurero y juro que no fui yo. No valía la pena el esfuerzo para
estrangularla como dicen que lo hice, no es mi estilo, tú lo sabes mejor que
nadie.
Mi
amada Marie, en la siguiente navidad espero estar en casa. Seguro que lo
haremos frente al árbol antes de abrir los regalos. ¡Oh Marie! Sólo de pensarlo
se hacen espaguetis los barrotes de esta prisión, pero no vale la pena escapar
ahora que ya casi salgo, sería una estupidez y no pienso cometer ninguna más.
Esperaré paciente un invierno más sin ti, pero no olvides venir para saber que
me esperas. Por lo menos envíame una foto con un beso tuyo grabado y eso
bastará para hacerme feliz esta Navidad, aunque ¿mencioné que los cigarros
escasean? Dios te bendecirá al doble cuando salga, eso tenlo por seguro. Te amo
Marie, te amo. Recuérdalo cuando estés follando con alguien que no sea yo y
guarda un poco de ti para mí. De verdad esperó que me hayas perdonado por lo de
mi arranque de ira y la cicatriz en tu cara. No hagas caso a los diarios, nunca
trate de matarte, no como a las demás. De ti si me enamoré y lograste desplazar
el dolor por la pérdida de Jenny. Si no te hubieras puesto tan exigente y no me
hubieras amenazado con irte de mi lado nada hubiera pasado, aun seguiríamos
juntos o quizá no, nunca lo sabremos. Pero estoy listo para empezar de cero, si
tú también lo estás, ¿lo estás?
Debo
despedirme antes de que alguien me vea distraído y me ataque por la espalda,
esta prisión está llena de locos, violadores y asesinos. ¿Sabes? Te amo tanto
que no me importa si te sabes o no la maldita canción tan sólo susúrrame al
oído Let it snow y yo dejaré nevar sobre tu cuerpo, te lo prometo. ¡Hasta
pronto! Con amor.
Carl
K. Winslow.
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