Las preferencias malditas

Carlos Ortiz Moreno

Contra todas las maldiciones habidas y por haber, Armando Ríos Piter y Manuel Añorve Baños encabezan las preferencias electorales de los perredistas y priístas guerrerenses, respectivamente, según la encuestadora Mitofsky, la empresa preguntona de Roy Campos.

Luis Walton Aburto, Lázaro Mazón Alonso, Sofío Ramírez Hernández y Sebastián de la Rosa fueron minimizados al igual que Héctor Astudillo Flores, Mario Moreno Arcos, Cuauhtémoc Salgado Romero y Héctor Vicario Castrejón. Ni siquiera aparecen en la famosa encuesta Claudia Ruiz Salinas ni César Flores Maldonado.

Sin embargo, la hojeada de preferencias que exhibe la empresa vendedora de la información sobre opiniones ciudadanas es apenas una pequeña muestra que lo único que aporta es aumentar la confusión de aquellos ciudadanos que no tienen la menor idea de la manipulación que son capaces aquellas mentes que la contratan.

La muestra exhibida arroja un dato que podría resultar importante: el aparente despertar del ciudadano que está harto del partidismo y toda la mancha de personajes, llámense como se llamen, que se han dedicado a la fácil vida de las rémoras del presupuesto.

Mientras que el PRD y el PRI se reparten el 29 y el 25 por ciento de la preferencia electoral de los encuestados y los otros partidos políticos son considerados como una chiquillada no creciente, habría que reparar en el 37 por ciento de los que no quisieron declarar su preferencia.

Ese será el espacio donde los personajes de la política tendrán que trabajar, o convencer en el mejor de los casos, para aumentar sus cifras de favoritismo electoral. Nada está definido todavía. Los cuatro puntos porcentuales que separa a ambos partidos representan, en términos más o menos lógicos, un empate técnico.

Y seguramente, lo comprobaremos en su oportunidad, los datos de la encuesta de Roy Campos sobre la problemática del Estado quedará en segundo término. Veremos quién se faja bien los pantalones para presentar propuestas específicas contra la inseguridad, el desempleo, la crisis económica y la pobreza que fueron los principales problemas que observan los apenas mil encuestados.

Pero estoy seguro que usted, mi estimado lector, sabe perfectamente que falta poco más de un año para las elecciones y los escenarios cambiarán drásticamente por diversas circunstancias que ojalá sean buenas para los que piensan que todavía hay un mundo mejor por conocer.

No hay que olvidar, y eso ya conoceremos oportunamente, las opiniones de los amanuenses y/o los jilgueros que, prestos a sus compromisos, sacarán las matracas para hacerles ruido a sus mecenas.


Como decía Rafael Castrejón Pérez (QEPD): ¡Triste la vida del hombre pobre, carajo!

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