BREVIARIO: Ángel Aguirre y su gobierno que cumple

Alfredo Nava Pérez

Para nadie es una sorpresa que las corporaciones policiacas municipales, no sólo en Guerrero, sino en toda la república mexicana, estén infiltradas y cooptadas por la delincuencia organizada. De ahí lo ocioso de las declaraciones del gobernador Ángel Aguirre Rivero, quien no cesa de repetirlo en los medios de comunicación, como una forma de justificar la violencia y deslindarse de la responsabilidad de los crímenes ocurridos el 26 y 27 de septiembre en la ciudad de Iguala, que dejaron como saldo 6 personas muertas, 20 heridas y, en primera instancia, 57 desaparecidas. Cifra corregida posteriormente por el procurador del Estado Iñaki Blanco, quien aseguró que sólo son 43 los estudiantes normalistas de Ayotzinapa no localizados hasta el momento. Sea la cifra que fuere, es una cantidad de personas desaparecidas alarmante y, lo increíble, nadie sabe ni vio absolutamente nada que pudiera ayudar a encontrarlos. No hay una sola pista a pesar de que tienen detenidos a los autores materiales del crimen, son más de 20 policías municipales recluidos en el Centro de Readaptación Social (CERESO) de Acapulco, que se niegan a declarar, aún después de que las investigaciones confirman su participación  en los hechos delictivos perpetrados en Iguala. Guerrero.

Resulta pueril la forma como el gobierno del Estado, encabezado por Ángel Aguirre Rivero, ha hecho frente a esta crisis de seguridad. El anuncio de una recompensa de un millón de pesos para quien de información que ayude a dar con el paradero de los estudiantes normalistas y la búsqueda casa por casa en Taxco e Iguala, por parte de funcionarios estatales, proporcionan elementos contundentes de la incapacidad de nuestras autoridades, de los 3 niveles de gobierno, para diseñar una verdadera estrategia de seguridad, que facilite la localización y rescate de los desaparecidos. O peor aún, esta forma de enfrentar una situación tan grave como la que se vive hoy en Guerrero, puede ser producto de la complicidad de nuestro gobierno estatal con grupos del crimen organizado que controlan la parte centro – sur del país. Qué gobernador en su sano juicio ofrece una recompensa, como si estuviéramos en el viejo oeste, para obtener información, cuando el narco ha sembrado el terror en la sociedad durante años y silenciado a todo aquel que se ha atrevido a hablar en su contra. Qué gobernador en su sano juicio manda a personas sin entrenamiento, armados sólo con su buena voluntad y unas fotografías, a realizar funciones de policía investigadora ministerial. Con estas acciones, el gobernador Aguirre Rivero ha caricaturizado la tragedia y quizás ni siquiera es consciente de ello.

Tal vez por eso, el presidente de la república Enrique Peña Nieto, marcó distancia desde el principio. Sus declaraciones en torno al caso Iguala fueron un espaldarazo de la Presidencia al gobierno de Ángel Aguirre. Afirmar que en Guerrero hay una profunda debilidad institucional  y que el ejecutivo estatal debe asumir su responsabilidad en el esclarecimiento de los hechos del 26 y 27 de septiembre, no fue la mejor manera de ayudar al gobernador que ha dado muestras, en repetidas ocasiones, de ingobernabilidad  en el Estado. Y por si fuera poco, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong aseguró que el gobierno federal coadyuvará en las investigaciones para que se pueda llevar a cabo una “VERDADERA” búsqueda de los 43 jóvenes normalistas desaparecidos. Con estos pronunciamientos, la Presidencia de la República da un mensaje muy nítido, desde su perspectiva, las autoridades estatales han incurrido en negligencia, al no haber implementado acciones eficaces para dar con el paradero de los estudiantes de Ayotzinapa. Además de que han habido omisiones graves, como la de haber permitido la fuga del alcalde con licencia José Luis Abarca Velázquez, montando un operativo tardío para intentar detenerlo al salir del Ayuntamiento en la ciudad de Iguala. Pero “casualmente”, el munícipe se les adelantó por escasos 15 minutos y fue imposible su aprehensión.

Igual que un malabarista, Ángel Aguirre Rivero ha tenido que sortear situaciones difíciles desde los primeros meses de su gestión, que lo han puesto en la cuerda floja en varios momentos, pero en esta ocasión el ataque a normalistas y la desaparición de 43 de ellos, se da en una coyuntura más compleja. Se avecina un proceso electoral y las fuerzas políticas de la Entidad no dudarán en sacar raja para debilitar la figura del gobernador y su proyecto político (hacer de su hijo el presidente municipal de Acapulco), buscando posicionar a sus partidos como la mejor opción de gobierno para dicha ciudad y para el estado de Guerrero. Los efectos secundarios se verán reflejados en las urnas el próximo año, o si el problema se desborda, debido a la movilización social, quizás presenciaremos la caída de un gobernador más en la historia de este Estado.

POST DATA

Las muertes de civiles en Iguala, duelen, pero la desaparición de 43 normalistas en total impunidad, indigna y llena de rabia. Ni Houdini, en el mejor de sus actos de magia, hubiera logrado tal hazaña con tanta pulcritud.

  

Publicar un comentario

0 Comentarios