Ramiro Padilla Atondo
Si hay alguien que conoce el dolor de los familiares de los desaparecidos, ese alguien es Javier Morlet. Marcado de por vida por una tragedia, decidió dedicar ésta a ayudar a aquellos que pasan por circunstancias similares. Conocí a Javier Morlet de rebote. Una amiga mía, Guerrerense, presentó un libro en Acapulco.
Un amigo llevó a otro, y en menos de un mes, dialogábamos como viejos conocidos. Me sorprendió su capacidad intelectual y su visión para resolver problemas. En aquel entonces, recién había terminado un libro que en un futuro se convertirá en material de texto en toda universidad de México, un libro titulado, Estrategia y conflicto político. Lo leí varias veces. Me di cuenta que no había nada parecido en el país. A invitación expresa, decidí visitarlo en su natal Acapulco. Corroboré lo que por las redes sociales y teléfono ya percibía. Un tipo extraordinario. Conocí su titánico esfuerzo por convertirse en director de los diálogos por la paz en Guerrero, un intento por recomponer el tejido social en la entidad. Y no solo a través de conferencias, también como columnista en diversos medios. Supe que Guerrero tiene esperanza.
Y es un asunto de percepción . En la calle la gente lo reconoce y se para a saludarlo. Se habla de su valentía para encarar situaciones difíciles. Como guía moral, y como intelectual, podría traer por fin un poco de paz a la entidad. Porque capacidad le sobra. Por perfil, no creo que haya nadie que se le acerque. Finalmente, los guerrerenses y el resto de los mexicanos estamos hartos de la clase política. Una clase política que está podrida, que solo busca preservar los privilegios. Una clase política para la que no importamos. Guerrero se puede convertir en un parteaguas a nivel nacional. Como ciudadanos debemos empezar a limpiar de políticos el país. Debemos lanzar candidatos ciudadanos y votar por ellos. Hace un tiempo me preguntaron si yo metería las manos al fuego por alguien. Les respondí que había un par de tipos a nivel nacional por los que lo haría. Uno de ellos es Javier. El año pasado lo visité de nuevo.
Tenía las ideas más claras y unas ganas tremendas de darle vuelta a la situación de su estado. Tuvimos diálogos larguísimos. Yo como norteño intentaba entender la complejidad del narcotráfico y los cacicazgos, la situación centenaria de marginación de la mayoría de la población. Intentaba entender porqué existían esos abismos sociales en Guerrero. Y él me lo explicó. Es por eso que he venido hoy, aprovechando el desastre en el que se ha convertido Guerrero, para proponer a alguien para el próximo año. Un hombre con la capacidad para empezar a desmontar las inmensas desigualdades de ese estado. Un ciudadano común, al que las estructuras tradicionales del poder no le permiten hacer mucho. Los partidos políticos son patentes de corso. Sólo quieren dinero y poder. La inmensa mayoría de los ciudadanos, solo queremos vivir en paz, progresar. Pero con este sistema es imposible. Solo han llegado para llevarse lo que queda del país. Desde aquí te mando un abrazo Javier. Espero que las organizaciones ciudadanas tomen esta bandera y te lancen como candidato a gobernador el próximo año.
Guerrero merece alguien como tú.
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