Luzbel, el incomprendido

Punto de vista : Enrique Caballero Peraza


“Si Satanás pudiera amar, dejaría de ser malvado”. 
Santa Teresita de Jesús. 

La gran mayoría de las religiones antropomórficas, tienen protagonistas y antagonistas, en el caso específico de la religión católica, existe el Dios omnisciente, omnipresente y todopoderoso, a la par que existe Lucifer, el Príncipe de las tinieblas. 

Los antecedentes de la concepción de un personaje o deidad consagrada al mal, datan de tiempos inmemoriales, los hindúes adoran una trinidad muy diferente de la occidental cristiana, ellos adoran a Brahmá (el Dios creador), a Visnú (el Dios preservador) y a Shiva (el Dios destructor), en la versión del Shivaísmo, Shiva, el Dios del mal, es el Dios principal y Brahmá y Visnú son deidades menores. 

En la mitología nórdica nos encontramos con el dios menor Loki, que es principalmente un antagonista de Odín y que ha resurgido actualmente en grupos neopaganos. El mismísimo Diablo, es adorado actualmente por los Satanistas de Lavey y otras asociaciones religiosas.

No tenemos desafortunadamente espacio para hacer una revisión histórica de todas las deidades que han jugado el papel de antagonistas en la historia de las religiones, pero podemos extrapolar que ontológicamente, ante la tradicional pregunta filosófica: ¿existe Dios? Hay quien trata de demostrar la existencia de Dios, demostrando que existe el mal.

La visión histórico-católica de Satán, es la del gran seductor, el gran timador, el príncipe de la mentira, la iglesia formal siempre le ha tenido respeto y evita discutir las motivaciones profundas que el personaje bíblico y anecdótico debe haber tenido para renunciar o arriesgarse a ser expulsado de la cercanía y la luz de Dios, tan solo le atribuye el pecado de la soberbia, el cual es su punto de venta ante Eva en el paraíso terrenal, cuando tienen su primer encuentro: 

¿Cómo es que Dios os ha dicho: “No comáis de ninguno de los árboles del jardín”? De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal.

Luzbel en forma de serpiente en el Jardín del Edén. (Génesis 3. 1,4,5)

Recordemos que Lucifer era el ángel más bello y el favorito de Dios, ha tenido incluso representaciones escultóricas de tal belleza, que han sido retiradas de los lugares sagrados donde se han colocado originalmente, como ejemplo tenemos “El ángel del mal” de Joseph Geefs, que fue sustituido en la Catedral de Liège, Bélgica; por “El genio del mal” de su hermano mayor Guillaume, debido a que la belleza de la primera obra, de acuerdo a la jerarquía eclesiástica, era un distractor que servía para acercar a la juventud al maligno. 

El hecho es que el ángel caído, ha sido víctima de una mala campaña de marketing, se le hace responsable de todos los males y sirve de alguna manera como chivo expiatorio para deslindar a Dios de la maldad de este mundo, atribuyendo la responsabilidad al Diablo y a los mismos seres humanos. Este pensamiento herético para la iglesia, no es nuevo, data desde el siglo I, con Marción de Sínope. También en la edad media, los albigenses, que eran una rama de los cátaros, argumentaban que el creador del mundo material, era la fuente de toda maldad, dado que él creó al diablo y al hombre. Estas ideas provocaron la Cruzada Albigense, que en veinte años (1209-1229) tuvo cerca de un millón de víctimas, proporcionalmente a la población mundial, un genocidio más importante que el holocausto de la 2ª. Guerra mundial. 

¿Existe Dios? ¿Existe el Diablo? ¿Es Dios infinitamente bueno? ¿Es el Diablo exquisitamente malo? No lo sabemos. Pero recordemos al poeta francés Charles Baudelaire: “El mayor logro del diablo, es hacernos creer que no existe”. Si es así, pareciera que este chico travieso ha logrado su objetivo. 

Para cualquier comentario, insulto, excomunión o exorcismo dirigido al autor de esta hoy herética y satánica columna, dirigirlo a caballeroperaza@hotmail.com

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