Sobre las contradicciones entre el pueblo

Carlos Reyes Romero

“Las contradicciones entre nosotros y el enemigo y las contradicciones en el seno del pueblo, por ser de distinta naturaleza, deben resolverse con diferentes métodos.”

Mao Tse Tung. Sobre el correcto tratamiento de las contradicciones en el seno del pueblo. 27 de febrero de 1957.


Dudé mucho antes de escribir sobre este tema. En Guerrero el horno no está para bollos. Pero cada quien sabe de los riesgos que asume cuando actúa a favor y con el pueblo y yo hace muchos años que he decidido asumir los míos de frente y con la entereza e integridad de que me enorgullezco.

La reciente ejecución de Miguel Ángel Jiménez Blanco, honesto y valiente promotor de la UPOEG, fundador del Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana, encargado de la búsqueda popular de los 43 normalistas desaparecidos por el gobierno en colusión con el crimen organizado en Iguala (conste que estoy muy consciente de lo que implica la última parte de esta afirmación) y audaz promotor de la organización de los familiares para la búsqueda de los otros desaparecidos en Iguala, me cimbró profundamente y me obliga por convicción y vocación a tocar el tema de su asesinato y sus implicaciones políticas.

Debo decir abierta y públicamente que no veo a los asesinos de Miguel Ángel Jiménez Blanco entre la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), ni en el Frente Unido por la Seguridad y el Desarrollo del Estado de Guerrero (FUSDEG) ni menos aún en las dos expresiones actuales de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) –la de la Casa Matriz de San Luis Acatlán y la que se agrupa alrededor de la Casa de Justicia de Espino Blanco− por muy grandes e intensas que sean los desencuentros y desavenencias entre ellas. 

Desde mi particular apreciación, los únicos que podían estar firmemente interesados en matar a Miguel Ángel Jiménez Blanco, están entre algunos sectores del gobierno federal −particularmente de la Secretaría de Gobernación y de la PGR, sin excluir al presidente Peña Nieto−, de la policía federal y hasta del ejército que podrían verse comprometidos si Miguel Ángel hubiera dado a conocer lo que había investigado sobre el paradero de los 43 y las fosas clandestinas de Iguala. Hoy todo eso yace con él en su tumba.

¿Qué sabía realmente sobre esto Miguel Ángel Jiménez Blanco? Nunca lo sabremos porque que yo sepa nunca se lo confió a nadie, hasta no tener la plena certeza de lo que iba apareciendo ante su mirada. En el video que dio a conocer el portal informativo “Eje Central” tampoco se toca ese tema.

¿Entonces a quién realmente le interesaba silenciar a Miguel Ángel? En los artículos que publicó Raymundo Riva Palacio, en su columna de El Sur, el miércoles y jueves pasado, tampoco se toca el tema, pero sí se trasluce que entre sus fuentes hay un acentuado y malsano interés –porque así se trasluce en las afirmaciones que presenta el autor como suyas− de provocar rencillas y desunión entre las policías comunitarias y ciudadanas de Guerrero, de asociarlas a la guerrilla o lo que quede de ellas, de presentarlas como infiltradas por el narcotráfico y el crimen organizado (conste que distingo uno de otro, porque para mí, en la experiencia nacional y de Guerrero, son dos cosas distintas; aunque algunos cárteles y grupos delincuenciales se dediquen a las dos cosas) o como grupos de rufianes que se disputan territorios y botines malhabidos 

Raymundo Riva Palacio ha de creer que los mexicanos somos tan pendejos que nos tragamos todo lo que dicen quienes se ostentan como comentaristas independientes, pero que en realidad difunden todo lo que intencionalmente les filtra el régimen para golpear a los movimientos populares e intimidar a los opositores.

La criminalización y la represión selectiva de los movimientos sociales y de la inconformidad popular (también son dos cosas distintas) se están convirtiendo en el arma favorita del régimen autoritario, represivo y ajeno a los intereses nacionales que el gobierno de Peña Nieto quiere imponerle al país.

Pero, pasemos a lo que te truje Chencha. La división al interior de la CRAC tiene su verdadero origen en el abandono de sus formas tradicionales de toma de decisiones durante la anterior coordinación y en la escasa comprensión de sus entonces coordinadores no indígenas, acerca de la profundidad y valía de la cultura de los pueblos y comunidades en cuanto a sistemas de seguridad y justicia propios. 

Hoy que el mundo voltea lo ojos a los sistemas de justicia penal comunitarios, como los juicios orales y los jurados populares –que en México por cierto fueron borrados de la Constitución de 1917 por el régimen que padecemos desde el siglo pasado− ellos consideraban esta cultura como atrasada, como alejada y contraria a los estándares modernos del derecho penal.

Por eso no pudieron entender ni aceptar el surgimiento de las autodefensas comunitarias surgidas en Tecoanapa, Ayutla de los Libres, Cuautepec, San Marcos y que rápidamente se extendieron a otros municipios de las regiones Costa Chica, Centro y Montaña; mucho menos darles cobertura, cobijo y amparo. De ahí precisamente el deslinde tan radical que tuvieron en 2013 con estos movimientos.

También se los comió el miedo a enfrentar al crimen organizado, que ya había hecho presencia en la región.

Contra todo lo que se diga Bruno y Cirino Plácido sí se atrevieron a ello, en la Asamblea del 5 de noviembre de 2011, en Santa Cruz del Rincón, donde se juzgó a los primeros detenidos en la región por narcotráfico, la cual reseño la periodista Thelma Gómez Duran en su excelente reportaje “Los sheriffes de la montaña”, publicado en “El Universal” del 11 de diciembre de 2011.

Bruno y Cirino Plácido afirman que había acuerdo para reconocer como parte de la CRAC a las nuevas autodefensas y que esto no fue respetado por quienes coordinaban en ese entonces a la CRAC. 

¿Qué tan cierto es esto? Hasta la fecha no está claro. Lo único innegable es que la CRAC se dividió y que los “conciliadores”, Tlachinollan y Serapaz, lejos de conciliar atizaron el fuego. 

Resultado. La Casa de Justicia de Espino Blanco se separó de la Casa matriz y montó casa aparte. ¿Estuvo mal o estuvo bien? ¿Quién sabe? Lo cierto es que eso ayudo a disminuir el enfrentamiento, como cuando una pareja malavenida se divorcia.

Al tiempo, quienes asesoran a la Casa Matriz entraron en disputa con Eliseo Villar, a quien habían lanzado contra Bruno y Cirino Plácido y la UPOEG. Finalmente lograron echarlo de la Casa Matriz y ahora Eliseo está en la cárcel. Los que lo promovieron se le voltearon.

En todo esto estuvo metida la mano de Ángel Aguirre Rivero, de su sobrino Ernesto Aguirre que era quien realmente mandaba en el estado y del gobierno federal, que a güevo quiere acabar con la policía comunitaria y ahora con las ciudadanas, porque le entorpecen sus negocios con el crimen organizado.

Las cosas entre la CRAC y la UPOEG se han serenado, por la prudencia de unos y otros y porque la vida va aclarando las cosas y poniendo a cada cual en su lugar.

Ahora son algunos dirigentes del FUSDEG quienes enderezan lanzas contra la UPOEG, el SSyJC y Bruno Plácido. ¿Cuál es el fondo de su disgusto? Sepa Dios!!!

Supuestamente se rebelaron contra las imposiciones de Bruno Plácido. Pero hace meses que éste dejó de intervenir en las comunidades del ahora FUSDEG. 

Ahora ellos deciden solos lo que hacen o dejan de hacer. Tal y como debe ser. Porque cada comunidad debe tomar y hacerse cargo de sus propias decisiones aunque forme parte de una asociación de comunidades o de municipios. La unidad real sólo se da entre distintos; los iguales no se unen porque ya son de casa.

Lo que no se ha aprendido, lo que cuesta mucho trabajo a todos entender y aceptar es que la diferencia existe y es válida, entender y aceptar que no todos pensamos igual y que eso es bueno, que es válido que cada quien tenga su propia manera de acabar con la chikungunya, así como tener su propia identidad. 

El movimiento social es muy diverso y multifacético y todas sus formas de lucha son válidas y necesarias; hay quienes pelean por poco, hay quienes exigen más y también quienes radicalizan más sus demandas y acciones. ¿Se vale? Claro que sí!! 

Por eso se creó la estrategia de marchar separados y golpear juntos, que dio origen a los Frentes Populares en Europa, durante la segunda guerra mundial. ¿Qué no seremos capaces los guerrerenses, los mexicanos de integrar un Frente Popular?

Sobre el diálogo con el gobierno. En México todo mundo dialoga, gestiona, negocia acuerdos con el gobierno. La pequeña y muy sutil diferencia que no entienden la mayoría de los políticos de izquierda y muchos de nuestros activistas sociales es: ¿se dialoga y negocia para someterse o se dialoga y acuerda para promover y sacar adelante los intereses populares? 

“Los Chuchos” del PRD son un ejemplo de lo primero, de la negociación-sometimiento; la UPOEG y el SSyJC son hasta ahora el ejemplo de lo contario, del dialogo para sacar adelante las demandas de los movimientos populares, de los pueblos y comunidades de Guerrero.

Hay campo para procesar correctamente las contradicciones entre el pueblo. ¿Están todos los involucrados en los sistemas populares de seguridad y justicia dispuestos a hacerlo? Ese es el desafío.

También habrá que asumir que quién o quienes hayan actuado deliberadamente mal, tendrán que ser sometidos a reeducación y separados de dichos sistemas. 

No hay de otra si se quiere seguir siendo ejemplo para el pueblo y construir un frente común contra el régimen. 

¿Le entramos? O ¿Nos seguimos haciendo como el tío Lolo?


16 de agosto de 2015.

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