Profundamente emocionado, el maestro Jorge Correa vivió el homenaje que se le rindió en reconocimiento a sus 50 años de trayectoria artística, 37 de los cuales ha dedicado al Teatro penitenciario, con el que ha logrado transformar la vida de los internos en más de 400 prisiones en todo el país.
“Me siento shockeado, la verdad no alcanzo a dimensionar este homenaje”, aseguró el actor en la sede del Centro de Arte Dramático (CADAC), del que formó parte de la primera generación y celebró que este reconocimiento se le haya hecho en vida.
En el acto, que contó con la participación de los actores Ignacio López Tarso y Marina de Tavira, indicó que a pesar de tener una prometedora carrera como actor, cometió un delito teatral, faltar a una función, lo que lo llevó a transitar en el mundo oscuro de las prisiones a invitación de Juan Pablo de Tavira.
El considerado padre del Teatro penitenciario en México destacó que en los últimos años ha estado “inmerso en este fantástico mundo, tan trágico y dramático de las prisiones, pero tan rico por lo que es la condición humana, de ver en directo la tragedia, el dolor, ver toda esa esencia del ser humano”.
El primer actor Ignacio López Tarso, Premio Nacional para la Cultura y las Artes 2015, manifestó su gran admiración por Jorge Correa que, dijo, es un Maestro con mayúscula, cuyo trabajo ha realizado con entrega y generosidad, no para formar actores, sino para mejorar hombres.
“Te admiro y envidio”, le aseguró el actor al Padre del teatro penitenciario, quien ha trabajado con los peores delincuentes en casi todas las cárceles del país, incluso en las Islas Marías, donde ha conmovido a los internos con el teatro para reconsiderar su situación, en una labor social que nadie ha hecho en el teatro mexicano y que es un ejemplo a seguir.
La también actriz, Marina de Tavira, hija de Juan Pablo de Tavira, precisó que Jorge Correa ha entregado su vida, talento y amor, para tocar y transformar con el teatro la vida de los internos en una incansable labor que la sociedad mexicana debe agradecer, pues se trata de una bella misión teatral, lejos de los reflectores y la fama.
Por su parte, Juan Ignacio Aranda señaló que Jorge Correa “es un gran loco, pues siempre está rodeado de presos, asesinos, lo peor de la sociedad y con ellos trabaja para hacer teatro montando los grandes textos”, como Hamlet, que supuestamente sólo los grandes actores tienen la capacidad de interpretar.
Consideró que es un reto trabajar con seres humanos deshechos, destrozados, como los internos y aun así, Jorge Correa lo ha hecho durante tantos años, por lo que es justo este reconocimiento.
Han sido 37 años dedicados a realizar teatro en condiciones de encierro, “de vivir la experiencia como si hubiera sido un preso, haciendo mi teatro cautivo. Hace un año tuve la oportunidad de mostrarle al mundo con Hamlet, en el 42º Festival Internacional Cervantino, con mis internos del Cefereso de Guanajuato; me siento feliz, creo que valió la pena el sacrificio, valió la pena pagar esta pena, estar encerrado durante tantos años sublimando mi frustración, mi dolor, mi derrota teatral”, destacó Jorge Correa.
Convencido que el teatro transforma a los internos, pues “los hace otros, los empodera, los suaviza, los humaniza y sensibiliza”, ya que el teatro es una actividad que sana, rehabilita y adapta, el maestro aún tiene un sueño y es formar una compañía teatral con personas que ya han recuperado su libertad.
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