Marcela Lobo (1959), artista mexicana que ha explorado durante casi 30 años múltiples disciplinas artísticas como la cerámica, el grabado, las artes decorativas y la fotografía inauguró el pasado jueves 11 de marzo en la capital francesa, en el Instituto de México de París, la exposiciónLecturas del pasado integrada por 43 obras de arte-objeto.
La muestra, que exhibe por primera vez estas obras en Francia fue montada el año pasado en el Centro Nacional de las Artes de la Ciudad de México, donde fue inaugurada por el secretario de Cultura del gobierno federal, Rafael Tovar y de Teresa.
Las obras de Marcela Lobo se han expuesto en diversas partes de la República Mexicana, en Estados Unidos, Francia y Portugal. Lecturas del pasado permanecerá en París hasta el próximo 27 de abril, antes de viajar a la Fundación Juan Soriano en Polonia y después se prevé que viaje a Italia. En la apertura de la exhibición en la capital francesa estuvo presente el Embajador de México en Francia, Juan Manuel Gómez Robledo.
Las piezas de arte-objeto de Marcela Lobo ilustran sus recuerdos más íntimos, aquellos que van de su infancia a la madurez, y lo hace de una manera delicada a través de en un lenguaje propio: una puesta en escena sutil que invita al espectador a reflexionar sobre el paso del tiempo.
En una búsqueda constante del desarrollo de su estética, Marcela Lobo no ha cesado de emprender numerosas experiencias culturales para aprender nuevas y diversas prácticas artísticas y enriquecer tanto su dominio técnico, como su lenguaje pictórico.
–¿De dónde viene tu inspiración?
–Lo creativo me vino desde que tengo uso de razón. Siempre he tenido un especial interés por la cultura, la música, soy pintora, fotógrafa y ahora estoy experimentando con el arte-objeto. Esta exposición se inspiró de la idea de perder un pasado. Hace tiempo yo fui víctima de esto. Mi casa, junto con todas mis pertenencias se fueron con un huracán, todos mis objetos se perdieron y con eso sentí que mi pasado se había ido también. Así que empecé a juntar cosas, a recolectar todo tipo de objetos y que terminaron metidos en estas 43 cajas que ahora expongo en París y que hablan de mi infancia, mi adolescencia, de mi vida adulta y de mi madurez. La exposición es prácticamente el resultado de mi necesidad por recuperar un pasado arrebatado por la naturaleza, pero también por el tiempo.
–En términos formales el color es quizá el elemento más característico de tu producción artística. ¿En qué tradición inscribes tu obra plástica? ¿Qué artistas la influyen?
–Mi país influye mucho, vengo de un lugar muy colorido que engendró grandes genios del color como Frida Kahlo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, por mencionar nada más algunos. Sin embargo, podría decir que mi mayor influencia se la debo a los fauvistas franceses: Henri Matisse y Paul Gauguin.
–¿Cómo se aprende el lenguaje del color?
–No lo sé. Sólo te puedo decir que yo lo traigo dentro.
–En tus cerca de 30 años de trayectoria como artista plástica ¿podrías hacernos un escáner del status del arte mexicano en la actualidad? ¿Cómo crees que ha evolucionado la actitud y la mirada del público mexicano frente al arte?
–Lo que hoy interesa es el arte contemporáneo. Por mucho que nos resistamos a cambiar nuestro gusto, al final del día acabas cediendo sin darte cuenta. Los jóvenes ya no se interesan por Renoir o Van Gogh, lo que ellos buscan es el arte conceptual, hay que aceptar que ese es el gusto de nuestra época. Sin embargo, yo no me consideraría contemporánea o conceptual. Mi obra es muy fácil de ver, de leer, de exponer, de entender y de coleccionar, con unos formatos que todavía caben en la sala de una casa.
–¿Qué futuro crees que tiene el arte mexicano dentro del convulso mercado del arte?
–Pues creo que son muy pocos los que logran salir al extranjero y posicionarse exitosamente en el mercado del arte y normalmente son siempre los mismos.
–Y en este sentido, ¿crees que hay apoyo al talento nacional? ¿Cuál es el papel de las instituciones a este respecto?
Las instituciones hacen todo lo que pueden con el presupuesto que tienen. Lo ideal sería que todo pudiéramos exponer y salir, pero somos muchos los artistas y es imposible que las instituciones puedan cobijar a todos. Además del apoyo que yo he recibido por parte de instituciones como la Secretaria de Cultura, o el Instituto de México en París, también hago una gran labor personal con mis propios medios, pues en México es muy difícil ser representado por una galería y normalmente siempre llevan a los mismos aristas a las ferias internacionales.
–¿Qué representa Paris en la obra de Marcela Lobo?
–Bueno de entrada, en la exposición hay una obra que titulé Siempre quiero ir a París, así sea por una noche, o unos días, siempre debo hacer una parada en esta ciudad. El arte se respira en la calle, por sus históricos museos, sus constantes eventos culturales. Este lugar es una inspiración constante. Además, mi abuelo nació aquí.
–¿Y cómo haces convivir esas dos culturas en las que te criaste a través del arte?
–Para mí no se trata de dos culturas distintas, para mí es una sola. Crecí con la educación de mi abuelo, que de entre muchas cosas, nos heredó su gusto por el buen comer, que también considero un arte. Para mí, la francesa nunca ha sido una cultura ajena. Muchos de los objetos que expongo actualmente en esta muestra vienen justamente del mítico Mercado de las Pulgas y que me he ido llevando a México gracias a mis constantes viajes a esta ciudad.
–Con tu exposición Lecturas del pasado prácticamente nos introduces a tu intimidad, como si todos fuéramos una especie de voyeuristas de tu vida. Cuéntame ¿qué pasado es ese y qué lectura tiene?
–Realmente se trata de una lectura de mi propia historia. Pero lo que tiene de divertido esta exposición es que al ver los objetos mucha gente encuentra un objeto que le recuerda a su pasado. La exposición está llena de lugares comunes en ese sentido. Referencias en donde las personas encuentran su propia infancia, o su adolescencia, o algún objeto en particular que esconde alguna historia personal. Estas historias empezaron siendo mías, pero terminaron siendo común a todos.
–¿Cuál es tu objeto fetiche? Es decir, las cosas que más te llaman la atención o atraen tu curiosidad.
–Definitivamente las muñecas. De niña siempre jugué con ellas. ¡Yo tuve una maternidad precoz con mis muñecas! Me identifico mucho con el arte de Katy Horna por eso, porque en su obra encontramos esta misma obsesión por las muñecas.
–Si estuvieras en una Feria de Arte Contemporáneo como Zona Maco o la FIAC París, con la variedad de obras que se ven ahí, es decir, de lo más clásico a lo más absurdo, ¿tú qué comprarías?
–Hay pocas cosas que me atraen de estas ferias. Sin embargo, me encanta ir porque ves lo inaudito. Yo definitivamente me oriento por la fotografía en estos eventos.
–De tu primera exposición individual en París, Colores de México mostrada también en el Instituto de México en el 98, al día de hoy ¿cómo evolucionaron tus inquietudes estéticas?
–En el 98 se trató de una exposición sumamente colorida, y en comparación con la que acabo de inaugurar, ya se ve un claro cambio, una evolución y una madurez de mi obra. Empecé con pintura y terminé con arte-objeto. Y me gustaría traer una de fotografía. Entre aquella primera exposición y ésta, yo diría que se ve una marcada madurez de muchos años de trabajo. Ahora estoy mucho más asentada, más segura de mi obra y de mi estilo, con mucho más desenvolvimiento por haber tenido más exposiciones en otros países. Y en ese sentido, París siempre siente como en casa, nunca me ha parecido intimidante exponer aquí.
–¿Y cómo actualizas tu arte? ¿Qué te hizo ir de la pintura al arte-objeto?
–Con la pintura me llegó un momento en que sentía que había pintado suficiente y que debía moverme. La fotografía me sirve de escape cuando quiero actualizar mi arte, la hago desde hace mucho tiempo. Para esta exposición en particular tenía muchas cosas coleccionadas en mi taller y empecé haciendo una caja para mí, y de ahí me seguí hasta que fue necesario armar una exposición. El chiste con los objetos que utilizo es que tienen una historia propia. Pertenecieron a alguien más, pero que yo los saco de sus contexto original y los introduzco a mi vida, para contar mi pasado, aunque esos objetos ya tengan el suyo propio. De ahí el título de la exposición: Lecturas del pasado con objetos que pertenecieron a otros.
–Por el papel tan importante que juega el color en tu obra, te voy a decir una serie de palabras o conceptos y tú me respondes lo primero que se te venga a la cabeza:
–Rojo.
–Yo.
–Azul.
–Cielo.
–Negro.
–Tristeza.
–Ruptura.
–La vida.
–Tradición.
–México.
–Matisse.
–Inspiración.
¿Y qué color le pondrías tú a los siguientes conceptos?
–Deseo.
–Rojo.
–Transgresión.
–Verde.
–Música.
–Morado.
–México.
–Todos los colores.
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