· En 2015, en México habitaban 39.2 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años, es decir, uno de cada tres residentes en nuestro país correspondía a una persona menor de 18 años.
· En 2013, 56.6% del total de egresos hospitalarios por enfermedades infecciosas intestinales, correspondieron a la población de 0 a 14 años.
· Para el trienio 2011 a 2013 la tasa de mortalidad infantil en menores de un año fue de 14.3 muertes por cada mil nacidos vivos.
· En 2015, 3.5% de la población de 6 a 14 años no asistía a la escuela.
· Según datos de la ENADID 2014, en México 1.9% de las personas menores de 18 años tienen discapacidad y 4.8% presentan limitación.
Al 2013, en México, la tasa de ocupación de la población de 5 a 17 años fue de 8.6%, que corresponde a 2.5 millones de niñas, niños y adolescentes que realizan alguna actividad económica.
En 1990 se llevó a cabo la Cumbre Mundial a favor de la
Infancia, en la cual la comunidad internacional se comprometió a instrumentar
acciones encaminadas a proteger y promover los derechos de niños y niñas a
sobrevivir, aprender y crecer; a desarrollarse y alcanzar su pleno potencial, y
a reconocerlos como sujetos de derechos. En esta cumbre se establece que la
población infantil es dependiente y asume múltiples peligros que ponen en
riesgo su crecimiento y desarrollo: la discriminación, el maltrato y la
explotación son solo algunos ejemplos en los que sus derechos son transgredidos
y los pone en situación de vulnerabilidad. Conscientes de este contexto, la
comunidad internacional coincide que al ejercer sus derechos, los niños mejoran
sus oportunidades y calidad de vida.
La primera medida jurídica sobre los Derechos del Niño
se tomó en 1924 y fue ratificada en la Declaración de los Derechos del Niño en
1959; en la Declaración Universal de Derechos Humanos (en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos) así como en los estatutos de
varios organismos y organizaciones internacionales interesadas en el bienestar
de esta población[1]. En México, desde el año 1924, se decretó el 30 de abril
como “Día del Niño”, cuando el general Álvaro Obregón era presidente de la
República y José Vasconcelos ministro de Educación Pública.
México ha colaborado como Estado Parte en la Convención
de los Derechos del Niño y con ello ha fortalecido sus instrumentos jurídicos y
los mecanismos de política pública que tienen como objetivo generar un contexto
de equidad e igualdad para que toda la población infantil desarrolle sus
potencialidades. En atención a este objetivo es que el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI) presenta un conjunto de indicadores que muestran
la situación de la población infantil menor de 18 años.
MONTO Y ESTRUCTURA POR EDAD
De acuerdo
con los resultados de la Encuesta Intercensal 2015, en México residen 39.2
millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años, lo que en términos
relativos representa 32.8% de la población total y en cada uno de ellos se
identifican necesidades y derechos en momentos muy particulares de su
desarrollo. El monto de niños ha aumentado ligeramente en las últimas décadas
aunque su participación porcentual ha disminuido: en 1990 el número de niños
ascendía a 37.1 millones y su proporción respecto del total era del 45.7 por
ciento.
[1] Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH). Convención sobre los Derechos del Niño, 2007.
http://www2.ohchr.org/english/bodies/crc/docs/CRC.C.GC.10_sp.pdf, abril, 2016.
Las niñas y niños transitan por varias etapas
en las que se identifican necesidades básicas que garantizan su pleno
desarrollo. Los primeros años de vida resultan cruciales en la sobrevivencia
del niño, por lo que cumplir los cinco años de edad es un logro importante,
sobre todo para aquellos que enfrentan un contexto de pobreza, desnutrición y
un medio ambiente poco adecuado para su salud. Después de esta edad, asistir a
la escuela y recibir una educación de calidad resulta esencial para desarrollar
sus potencialidades y ampliar las oportunidades que permitan mejorar su calidad
de vida[1].
Datos de la Encuesta
Intercensal 2015 señalan que el número de niños menores de
cinco años ascienden a 10.5 millones, 22.2 millones se encuentran en edad escolar
(cinco a 14 años), en tanto que 6.4
millones son adolescentes de 15 a 17 años los cuales requieren de una atención integral en materia de
educación, salud e integración social que cumpla las demandas específicas de
este grupo que se prepara para integrarse a la vida adulta.
Es importante señalar que en todas estas etapas se pueden
presentar aspectos que vulneren su desarrollo, como la pobreza, marginación,
discapacidad, violencia intrafamiliar o trabajo infantil. Estos contextos se
pueden dar de forma aislada, o bien, coexistir de manera conjunta, y quien lo
experimenta tiene pocas oportunidades de mejorar su nivel de vida, si sociedad
y Estado no generan los mecanismos jurídicos y asistenciales para hacer cumplir
sus derechos.
REGISTRO OPORTUNO DE NACIMIENTO
La inscripción del nacimiento en el registro civil es
un elemento esencial del derecho a la identidad de las personas[2].
De acuerdo con el Fondo
de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la inscripción en el registro civil es un derecho que tienen
todos los niños para adquirir una identidad jurídica. El registro de nacimiento
“permite al niño o niña adquirir una identidad, un nombre y una nacionalidad, así
como su incorporación como sujeto de derechos dentro de un Estado y su acceso a
un conjunto de derechos humanos reconocidos internacionalmente” [3].
[1] UNICEF. UNICEF
Guatemala. http://www.unicef.org/guatemala/spanish/children_1165.htm, marzo de 2016.
3 Kamii, C. (1988). La autonomía como finalidad de la
educación. UNICEF, Internacional.
http://www.zipaquira-cundinamarca.gov.co/apc-aa-files/33383564656335333966393533336464/Autonomia.pdf marzo de 2016.
[2] UNICEF-INEGI.
Derecho a la identidad. “La cobertura del registro de nacimiento en México en
1999 y 2009” México, 2011.
[3] UNICEF. Registro de nacimiento e infancia.
http://www.unicef.org/lac/Registro_de_nacimiento_e_inf(3).pdf
Recuperado el 11 de junio de 2015.
Datos de la ENADID 2014, destacan que 4.1% de los hijos
nacidos vivos de 2011 a 2013 no se registraron ante el Registro Civil, y de los
registrados (94.9%), 84% fue registrado antes de cumplir los seis meses de edad,
11.3% fueron registrados con más de seis meses pero menos de una año y 4.7% se
registró con uno o más años de edad.
El
marco legal actual, dispone la obligación de presentar el certificado de
nacimiento para llevar a cabo el registro del mismo[1]. Si se toma en cuenta la
situación de atraso en la cobertura y dificultad de acceso al registro civil en
muchas zonas del país y, si además se considera que una proporción de los
nacimientos ocurren en el domicilio de la madre y son atendidos por personas
sin autorización legal para certificar los mismos, el rezago social en que viven
algunos grupos hace más vulnerable su condición, toda vez que retrasa el
registro. En 2014 y para los hijos nacidos vivos de 2011 a 2013, 2.6% no
cuentan con un certificado de nacimiento.
MORTALIDAD
INFANTIL
El Artículo 50 de la Ley General
de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, mandata que “todas las niñas,
niños y adolescentes tienen derecho a disfrutar del más alto nivel posible de salud
y recibir la prestación de servicios de atención médica gratuita, con el fin de
prevenir, proteger y restaurar su salud”. En el ámbito internacional el Artículo 6 de
la Convención sobre los Derechos del Niño pone de manifiesto el derecho de
todas las niñas y niños a la vida, como un derecho natural.
En esta materia los avances logrados
por nuestra sociedad son significativos. Uno de los indicadores internacionalmente
utilizado para medir el progreso en este ámbito es el de la mortalidad
infantil, indicador que “evidencia el grado en que una sociedad tiene y ejerce
el derecho humano más fundamental a la vida y a la salud” [2].
Durante el primer año de vida el riesgo de morir es muy alto y, de acuerdo con
la UNICEF, “más de un 70% de las muertes infantiles que se producen todos los
años se deben a seis causas: diarrea, paludismo, infecciones neonatales,
neumonía, parto prematuro o la falta de oxígeno al nacer” [3].
Este organismo también
señala que la mayoría de las muertes infantiles son evitables y se producen en
los sectores más vulnerables de la población, por lo que la tasa de mortalidad
infantil es un indicador de bienestar.
[1] Diario
Oficial de la Federación (2012).
Norma Oficial Mexicana NOM-035-SSA3-2012, En materia de
información en salud. Recuperado en marzo 2016, de
http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5280848&fecha=30/11/2012
[2] “La reducción de la mortalidad infantil en América Latina y el Caribe:
avance dispar que requiere respuestas variadas”, Boletín Desafíos de la
infancia y adolescencia sobre el avance de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio, Nº 6, Santiago de Chile.
http://www.unicef.org/lac/desafios_n6_MortalidadInfantil_Ene_08(1).pdf Recuperado en
marzo 2016.
[3] UNICEF. Objetivos
de Desarrollo del Milenio. Reducir la mortalidad infantil.
http://www.unicef.org/spanish/mdg/childmortality.html Recuperado en marzo 2016.
En México, la mortalidad infantil ha registrado
un importante descenso en las últimas décadas: en 1970 morían 68.4 menores de un
año por cada mil nacimientos; en la actualidad, la tasa estimada para el
trienio 2011 a 2013 es de 14.3; siendo las localidades de menor tamaño donde la
mortalidad infantil ocurre en mayor medida.
EDUCACIÓN
La educación es fundamental para el
desarrollo y el bienestar de las niñas y niños. En nuestro país el
Sistema Nacional de Educación ha hecho un gran esfuerzo por proveer un servicio
educativo a todos los mexicanos y, aunque los avances han sido importantes, aún
se observa que la cobertura en la educación básica no es universal.
A partir de 2002, la
legislación en materia educativa da a la educación preescolar el carácter de
obligatorio[1]
y, conforme a la Ley General de Educación, es obligación del Estado (Artículo
3) y de los padres (Artículo 4) hacer cumplir este derecho que tienen los niños
de tres a cinco años de edad. De acuerdo con la literatura sobre el trabajo
educativo a este nivel, se afirma que se trata de un nivel educativo de gran
importancia, pues los niños pueden potencializar sus habilidades y, con ello,
optimizar su aprendizaje en los siguientes niveles escolares. Datos de la Encuesta
Intercensal 2015 muestran que de los 6.5
millones de niñas y niños de tres a cinco años 35.8% no asisten a la escuela; esto significa que uno de cada tres niñas
y niños en edad preescolar no están desarrollando sus habilidades escolares a
este nivel, lo que puede repercutir en su aprendizaje y socialización futura.
Conforme a los resultados de la Encuesta Intercensal 2015, en nuestro país habitan 20.8 millones de niñas y niños de seis a 14
años, y requieren recibir una educación básica de calidad a fin
de que amplíen sus oportunidades futuras y mejoren sus condiciones de vida; sin
embargo, 3.5% de esta población no asiste a la escuela. El
no recibir la educación elemental para que la
población adquiera la habilidad de la lectoescritura atenta contra un derecho
universal[2]
y los efectos resultan negativos para quien lo padece.
En el país, a los 6 años cumplidos se ingresa al primer año de
primaria, y es a los 8 años de edad cuando se considera que los niños han
adquirido la habilidad de la lectura y la escritura. De acuerdo a datos de la Encuesta Intercensal 2015, 1.8% de la
población de 8 a 17 años no ha desarrollado esta habilidad y, de estos, 37.6%
no asiste a la escuela por lo que resulta probable que no adquieran esta
habilidad o la adquieran tardíamente.
Respecto
de la población adolescente de 15 a 17 años (6.4 millones), resultados de la
Encuesta Intercensal 2015 indican que en promedio los adolescentes tienen 8.9
años de escolaridad, 9.7% de los adolescentes no han cursado ningún grado en
nivel secundaria y 26.5% no asisten a la escuela.
SALUD
Pese a los
avances significativos a nivel internacional en la atención de la salud de los
infantes, en el transcurso de 2015 aproximadamente 16 000 niños menores de 5
años murieron cada día por causas evitables[3] o prevenibles como la diarrea[4] que es una de las principales
enfermedades infecciosas intestinales y sobre la cual, las estimaciones
internacionales indican que la higiene puede reducir en 37% su incidencia, el acceso
al agua potable en un 25%, el acceso a instalaciones mejoradas de saneamiento
en 32 por ciento, y las tres acciones combinadas pueden disminuir su morbilidad
en 33 por ciento[5].
Según un
estudio de la Secretaría de Salud, en México de 2000 a 2004, 48.1% de las
muertes en niños de 0 a 14 años se pueden atribuir a padecimientos relacionados
con enfermedades infecciosas intestinales[6], las cuales se originan por alguna
bacteria, sustancia, parásito o virus al consumir alimentos y/o agua
contaminados, alimentos en descomposición, y la presencia de rotavirus durante
los meses fríos y secos.
Considerando
a la población de 0 a 17 años, en 2013, del total de egresos reportados por enfermedades
infecciosas intestinales, 58.5% corresponden a esta población, siendo la
principal afección para este grupo de edad la diarrea y gastroenteritis con
86.9 por ciento. Por sexo, el dato es ligeramente superior en los varones (87.3%
contra 87% de las mujeres). Las demás infecciones intestinales representan 10.9%,
dentro de las que destacan: infecciones intestinales debidas a virus y otros organismos
especificados con 3.8%, otras infecciones debidas a Salmonella con 2.6%, 2.5% por Amebiasis
y otras intoxicaciones alimentarias bacterianas con dos por ciento.
[1] Secretaría de Gobernación.
Diario Oficial de la Federación.
http://www.reformapreescolar.sep.gob.mx/NORMATIVIDAD/decreto/decreto.HTM , Recuperado en marzo de 2016.
[2] Organización de la Naciones Unidas (ONU). Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
http://www.cinu.mx/onu/documentos/declaracion-universal-de-los-d/, Recuperado en marzo
de 2016.
[3] La
mortalidad por causas evitables o sensibles a la atención de la salud se
refiere a las muertes prematuras que podrían haberse evitado si hubiera habido
una atención a la salud oportuna y eficaz (OPS, 2014-2019,14).
[4] Naciones
Unidas. (2015). Objetivos de Desarrollo del Milenio Informe 2015. 2015 es hora
de la acción mundial por las personas y el planeta, Nueva York. http://www.un.org/es/millenniumgoals/pdf/2015/mdg-report-2015_spanish.pdf Recuperado en marzo 2016.
[5] Organización
Meteorológica Mundial [OMM – WMO] y Comisión Nacional del Agua [CONAGUA]
(2008). Interrelaciones Agua y Salud
Pública en México. Informe OMM/ PREMIA No. 064.
http://www.conagua.gob.mx/CONAGUA07/Noticias/OMM-PREMIA_064_Agua&Salud(p).pdf Recuperado en marzo 2016.
[6] Franco-Marina
Francisco, Lozano R., Villa B., Soliz P. La
Mortalidad en México, 2000-2004 “Muertes Evitables: magnitud, distribución y
tendencias”. México, D. F. Dirección General de Información en Salud,
Secretaría de Salud. 2006.
http://www.salud.gob.mx/unidades/cdi/documentos/DOCSAL7820.pdf Recuperado en marzo 2016.
Con
respecto a la morbilidad hospitalaria, la diarrea y gastroenteritis se presenta
con mayor prevalencia en los menores de un año (398 de cada 100 mil niños y 307
de cada 100 mil niñas), por lo que este grupo de edad es de interés para la
salud pública, por ejemplo, la lactancia materna, una alimentación adecuada y
medidas de higiene, impactan de forma tal que “los niños que reciben leche
materna de manera exclusiva, tienen menos posibilidades de contraer diarrea y
neumonía, y 14 veces más probabilidades de sobrevivir que los niños que no
reciben leche materna” [1].
La tasa de
letalidad permite conocer el impacto de la enfermedad en la población
hospitalizada; la más alta por estas infecciones intestinales se presenta en la
población con menos de un año de vida (uno de cada cien) y va disminuyendo, con
la edad hasta llegar en algunos casos a ser nula o casi nula, como se observa a
partir de los 10 años.
[1] United
Nations International Children’s Emergency Fund [UNICEF]. (s.f.) Nutrición. Lactancia materna y alimentación complementaria.http://www.unicef.org/spanish/nutrition/index_breastfeeding.html, Recuperado en marzo
de 2016.
No obstante
el importante descenso en las defunciones de niñas y niños de 0 a 17 años a
nivel nacional, 5.7% de muertes reportadas en 2013 se deben a enfermedades
infecciosas y parasitarias, y de éstas, 42% son ocasionadas por alguna enfermedad
infecciosa intestinal. De estas últimas, la tasa más alta de mortalidad entre
los infantes es por diarrea y gastroenteritis (tres de cada 100 mil niños y dos
de cada 100 mil niñas de 0 a 17 años); en segundo lugar se encuentran otras
infecciones intestinales bacterianas con una tasa de mortalidad de 0.20 de cada
100 mil infantes de ese grupo de edad.
Estas
enfermedades son prevenibles con medidas como el correcto lavado de manos y la
preparación adecuada de alimentos, la aplicación de la vacuna contra el
rotavirus (que se proporciona a niños menores de siete meses de edad por vía
oral), la promoción de la lactancia materna, así como una mejora en materia de
saneamiento y acceso al agua potable.
DISCAPACIDAD
La
población infantil con discapacidad, experimenta diversas formas de exclusión,
algunas de ellas como consecuencia de ser definido o juzgado por las
deficiencias físicas o intelectuales que presenta y no por las habilidades que
posee (UNICEF, 2013). Contar con información sobre el monto, tipo y causa de la
discapacidad y de la limitación permite un mayor acercamiento a la situación
actual de la discapacidad en el territorio nacional.
Según datos
de la ENADID 2014, en México hay 39.7 millones de personas menores de 18 años,
de los cuales 1.9% tienen discapacidad[1] y 4.8% presentan limitación[2] para realizar alguna actividad de
la vida cotidiana. En suma 6.7% de la población infantil tiene alguna
dificultad para desarrollar su vida cotidiana de forma plena.
Para los
menores de 18 años con alguna discapacidad o limitación, hablar o comunicarse
(34.5%) y aprender, recordar o concentrarse (32.7%) son el tipo de discapacidad
más frecuentes; en cambio ver (aun usando lentes) 46.4% y aprender, recordar o
concentrarse (23.8%) son las actividades más reportadas entre los niñas o niños
con limitación. Esta información permite tener un panorama del grupo de
población con alguna discapacidad y de quienes podrían estar en riesgo de
padecerla.
[1] Son las personas que tienen
mucha dificultad o no pueden realizar al menos una de las siguientes
actividades de la vida diaria: caminar, subir o bajar usando sus piernas; ver
(aunque use lentes); mover o usar brazos o manos; aprender, recordar o concentrarse;
escuchar (aunque use aparato auditivo); bañarse, vestirse o comer; hablar o
comunicarse; así como problemas emocionales o mentales.
[2] Son las personas que tienen
alguna dificultad para realizar al menos una de las actividades de la vida
cotidiana sobre las cuales se indaga y que no están incluidas en las personas
con discapacidad.
La mayoría
de las discapacidades se adquirieron desde el nacimiento (47.4%) o son causadas
por alguna enfermedad (26.8%) mientras que los accidentes (2.7%) y la violencia
(0.5%) son las causas de discapacidad menos reportadas. En las limitaciones se
tiene un panorama muy semejante: porque nació así (45.6%) y la enfermedad (31.9%)
son las causas de la mayoría de las limitaciones; en cambio, los accidentes
(4.7%) y la violencia (1.4%) tienen menos presencia.
La
educación representa la oportunidad para lograr la inclusión de los niños y
niñas con discapacidad en las distintas esferas de su vida (UNICEF, 2013). Sin
embargo para la población con discapacidad implica retos propios del niño o
niña, de la familia y del entorno educativo. En este sentido, tres de cada cuatro
niños con discapacidad asisten a la escuela (72.2%); mientras que entre los
niños con limitación nueve de cada diez van a la escuela, lo que puede
considerarse una cobertura muy cercana a lo “universal”.
Al revisar
la proporción niños y niñas que asisten a la escuela de acuerdo al grupo de
edad “ideal” para cursar un nivel escolar, para el grupo de tres a cinco años
se tienen grandes diferencias entre los que tiene discapacidad (46.5%) y con
limitación (68.7%); mientras en la edad a la que un niño debe de asistir a la
primaria (seis a 11 años), 83.9% de los niños con discapacidad lo hacen,
proporción inferior a lo registrado en los niños y niñas con limitación donde
97.7% también cumple con esa condición. Para la edad en la que se espera
asistan a la secundaria (12 a 14 años), la diferencia en las proporciones de
asistencia escolar se mantiene, incluso se hace más amplia, 77.3% de quienes
tienen discapacidad y 94.2% de quienes tienen limitación asisten a la escuela.
Lo mismo sucede entre la población que se espera que asista al nivel medio
superior (15 a 17 años), 56% con discapacidad y 76.7% con limitación son las
proporciones de asistencia escolar.
POBREZA
De acuerdo
con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(CONEVAL), en 2014, 53.9% (21.4 millones) de la población menor de 18 años se
encuentra en situación de pobreza multidimensional, entendida como la situación
de una persona cuando no tiene garantizado el ejercicio de al menos uno de sus
derechos para el desarrollo social, y los ingresos percibidos por los miembros
del hogar donde reside son insuficientes para adquirir los bienes y servicios
que requiere para satisfacer sus necesidades. La mayoría de ellos, 78.6% (16.8
millones) reside en hogares donde se presenta una situación de pobreza moderada
en tanto que 21.4% (4.6 millones) vive en hogares donde se presenta una
condición de pobreza multidimensional extrema. Estos últimos residen en hogares
que aun al hacer uso de todo su ingreso en la compra de alimentos, no pueden
adquirir lo indispensable para tener una nutrición adecuada y presentan al
menos tres de seis carencias sociales incluidas en el cálculo del índice de
privación social[1].
Otro grupo
de niños está representado por aquellos que residen en hogares que se
encuentran en un contexto de vulnerabilidad, ya sea porque presentan al menos
una carencia en el ejercicio de sus derechos sociales (20.6%) o son vulnerables
por ingresos (8.5 por ciento), es decir, el ingreso per cápita de su hogar es
inferior o igual a la línea de bienestar[2].
Sólo 17% no son pobres ni vulnerables por ingresos o carencias.
[1] El índice de privación
social es construido para cada persona a partir de la suma de los seis
indicadores asociados a las carencias sociales (rezago educativo, acceso a los
servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la
vivienda, acceso a los servicios básicos de la vivienda, y acceso a la
alimentación), es decir, es el número de carencias que tiene una persona.
[2] Línea de bienestar: Valor monetario
de una canasta de alimentos, bienes y servicios básicos. Permite identificar a
la población que no cuenta con los recursos suficientes para adquirir los
bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades (alimentarias y
no alimentarias).
Los
indicadores de privación social muestran que del total de población infantil de
0 a 17 años, 74.4% presenta al menos una carencia social, de los cuales: 62.6%
no tiene acceso a la seguridad social; 27.6% presenta carencias por acceso a la
alimentación; 16.2% no tiene acceso a los servicios de salud; 24.8% no tienen
acceso a los servicios básicos en su vivienda, 16.7% tiene carencia en la
calidad y en los espacios de la vivienda; y 8.0% presenta rezago educativo.
TRABAJO
INFANTIL
El UNICEF, señala que “la infancia es
algo más que el tiempo que transcurre entre el nacimiento y la llegada de la
edad adulta. Se refiere también al estado y a la condición de la vida del niño:
a la calidad de esos años”[1]. A nivel internacional, se
han trazado pautas para la defensa y protección de las niñas y los niños,
reconociéndolos como agentes sociales y titulares activos de sus propios
derechos.
El trabajo infantil constituye una violación de los derechos de los
niños ya que impide su sano crecimiento y trunca su desarrollo escolar. De
acuerdo con el UNICEF “en cualquier país el trabajo infantil es un obstáculo
para el desarrollo social y económico, ya que socava las competencias de su
futura fuerza laboral y favorece la transmisión intergeneracional de la
pobreza, al tiempo que perpetúa las desigualdades existentes” [2]. Según
las últimas estimaciones presentadas por la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), en 2012, 168 millones de niñas y niños se encontraban en situación
de trabajo infantil, 85 millones de ellos, en “trabajos que directamente pone
en peligro su salud, seguridad o moralidad” [3]. Muchos
de ellos trabajan tiempo completo, no van a la escuela, no tienen tiempo para
jugar y se encuentran expuestos a las peores formas de trabajo infantil como empleo
en ambientes peligrosos, esclavitud, y otras formas de trabajo forzoso,
actividades ilícitas incluyendo el tráfico de drogas y prostitución, así como
su participación involuntaria en los conflictos armados[4].
En México, el Módulo de
Trabajo Infantil (MTI) muestra que en 2013, la tasa de ocupación de la
población de 5 a 17 años es de 8.6%, que corresponde a 2.5 millones de niñas,
niños y adolescentes que realizan alguna actividad económica; de ellos, 67.4%
son niños y 32.6% son niñas.
[1] UNICEF (2004), Estado
mundial de la infancia 2005. La infancia amenazada, Nueva York: Fondo de
las Naciones Unidas para la Infancia.
http://www.unicef.org/spanish/sowc05/sowc05_sp.pdf Recuperado
[2] UNICEF. Los derechos de la infancia y la adolescencia en México. Una
agenda para el presente. México, 2010.
www.unicef.org/mexico/spanish/UNICEF_SITAN_final_baja.pdf, Recuperado en marzo de 2016.
[3] Organización
Internacional del Trabajo (OIT). Medir los progresos en la lucha contra el trabajo
infantil - Estimaciones y tendencias mundiales entre 2000 y 2012 / Oficina Internacional del Trabajo, Programa
Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) - Ginebra: OIT,
2013. Recuperado en marzo de 2016.
[4] UNICEF. Los derechos de la infancia y la adolescencia en México. Una
agenda para el presente. México, 2010.
www.unicef.org/mexico/spanish/UNICEF_SITAN_final_baja.pdf, Recuperado en marzo de 2016.
Anteriormente, en 2011,
se contabilizaban tres millones de niñas, niños y adolescentes en esta
situación (10.5%); cifra similar a la de 2009 (10.7%). Entre 2007 y 2013 se
reporta una disminución de 1.1 millones de niñas, niños y adolescentes
desempeñando alguna actividad económica, pasando de 3.6 millones (12.6%) a 2.5
millones (8.6%). Por sexo, actualmente la tasa es de 11.4 por cada 100 niños y
para las mujeres es de 5.8 por cada 100 niñas.
Del
total de niñas, niños y adolescentes ocupados de cinco a 17 años, 15.1% son
niños de cinco a 11 años; 26.1 por cada 100 son adolescentes de 12 a 14 años;
mientras que la participación en actividades económicas se presenta mayormente
en el grupo de adolescentes de 15 a 17 años (58.8 por ciento). Con base en lo
anterior, 41.1% tiene menos de 15 años, edad mínima de admisión al empleo.
Con
esta información, el INEGI brinda indicadores para el conocimiento de la
situación del niño en el ámbito nacional. Consulte este documento en el sitio
del INEGI www.inegi.org.mx, en el apartado de Sala de Prensa: http://www3.inegi.org.mx/sistemas/saladeprensa/
Si requiere información por entidad federativa consulte
nuestro sitio, acuda a los centros de información o comuníquese vía telefónica
o por correo electrónico.
BIBLIOGRAFÍA:
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Política de Desarrollo Social (CONEVAL).
Anexo estadístico. Medición de
la pobreza, Pobreza en México. México DF. CONEVAL, 2015. http://www.coneval.gob.mx/medicion/Paginas/PobrezaInicio.aspx, recuperado en abril de 2016.
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. (UNICEF). Los derechos de la infancia y la adolescencia en México. Una
agenda para el presente. México, 2010.
www.unicef.org/mexico/spanish/UNICEF_SITAN_final_baja.pdf, marzo de 2016.
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—— Módulo de trabajo infantil 2007. Base de datos. Cuarto trimestre. México, INEGI, 2008.
——Módulo de trabajo infantil 2009. Base de datos. Cuarto trimestre. México, INEGI, 2010.
——Módulo de trabajo infantil 2011. Base de datos. Cuarto trimestre. México, INEGI, 2012.
——Módulo de trabajo infantil 2013. Base de datos. Cuarto trimestre. México, INEGI, 2014.
World Health Organization [WHO] y Pan American Health Organization [PAHO]. Plan estratégico de la OPS 2014-2019. “En pro de la salud: Desarrollo sostenible y equidad”. Octubre 2014. http://www.Ops-pe-14-19-compendium-indicadores-nov-2014.doc, recuperado el 16 de marzo de 2016.
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