EL FRACASO DE LA UTOPÍA EN LA PRIMERA NOVELA DE JULIO PATÁN: NEGOCIO DE CHACALES

Con el título “Negocio de chacales” salió a la luz a primera novela de Julio Patán después haber publicado una respetable lista de textos entre ensayos, crónica y artículos periodísticos. Y aunque no es su primer ejercicio literario de ficción, sí es su trabajo inaugural en el que vierte puro ejercicio literario lúdico sobre su percepción de cómo se trasmina la corrupción y sus desencuentros con el periodismo corrupto y torpemente pervertido por sus ligas con el poder.

El libro de 208 páginas, publicado bajo el sello de Planeta, será presentado en la Feria Universitaria del Libro (FUL 2016) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), suceso cultural multidisciplinario enfocado a la promoción del libro, la lectura y el quehacer editorial y que es auspiciado por el Patronato de la institución universitaria y la Secretaría de Cultura del gobierno federal.

“Negocio de chacales” tiene cualidades literarias que cumplen con los requisitos para hacerla disfrutable, han dicho expertos críticos literarios como su no hace mucho compañero y actual director de TV UNAM, Nicolás Alvarado: es una novela negra, al estilo de Ernest Hemingway, Raymond Chandler o Dashiell Hammet; posee sentido del humor que permea todo el texto porque arranca esa risa suspirada que viene del auto reconocimiento de la falla propia y, además, es una novela en clave, lo que los franceses dirían roman à clef, en la que los personajes de ficción guardan o resumen cualidades o características de personas reales ampliamente reconocidas por el público lector.

El personaje principal, Blasco Rojo, es un héroe hard boiled, típico de novela negra, totalmente fracasado, un periodista sumido en una crisis emocional, un hombre destruido que en busca de un empleo lo consigue a través de un pariente político indeseable –por pariente y por político—y se hunde en una aventura en la que no funge como mal reportero, pero sí como un cínico que hace su trabajo, aunque en un entorno de un periodismo execrable en nuestro país.

Esta mezcla de thriller, policíaca y novela negra no la generó un anónimo escritor en su buhardilla, es un hombre ampliamente conocido por su participación en los medios masivos, primero en Canal 22 y actualmente en su programa de televisión “Final de Partida” (título que parece un homenaje al dramaturgo Samuel Beckett, autor de una obra de igual nombre, aficionado al ajedrez, pieza en la que los personajes principales se llevaban bastante mal). Así que ya dentro de la mainstream ha sido criticado por marginales y aburridos miembros de parnaso literario de nuestro país.

El autor es licenciado en Filosofía por la UNAM e hijo de dos luminosos intelectuales de gran prestigio entre la comunidad académica de nuestro país, la lingüista Carmen Loreto Tobío y el filósofo y poeta, Federico Patán, profesores eméritos de la UNAM. Patán Tobío también es autor de los libros “El libro negro de la izquierda mexicana”, “Conspiraciones” y “Para entender a Martín Luis Guzmán” y de un sinfín de artículos sobre literatura con el artículo “Noctámbulas pasiones, en 1993, en la revista Etcétera. 

Cinéfilo, lector voraz, cultísimo, incorregible confrontador de los “ismos”, políticamente incorrecto; agudo, vivaz, algo triste y de una gentileza incluyente que se reconoce porque tiene por costumbre pasar la mirada por quienes estén conversando o acompañando a sus interlocutores, gesto amable que data de una hidalguía casi extinta.

Patán es además un conocedor, practicante y admirador del boxeo, así como irredento aficionado al equipo de futbol Cruz Azul; ha declarado que fue un pésimo estudiante y que jamás debió haber estudiado filosofía, pero que compensó su pésimo desempeño leyendo mucho y entre sus lecturas abundó la literatura inglesa y estadunidense, y de ésta, la novela negra.

Antes de “Negocio de chacales”, Patán jamás había escrito un libro o un texto que no le hubieran pedido, pues es un disciplinado escritor que sabe cumplir con las fechas de entrega y acata sus contratos a pie juntillas, el mismo se ha autodenominado como escritor mercenario y afirma creer en la profesionalización del escritor, porque dice: “es un oficio y como tal hay que respetarlo”.

“Mira, si te digo la verdad, yo tenía siempre el hormigueo de entrarle a este género, pero nunca había escrito algo si no había un contrato de por medio; y hace ya bastantes años, más de 10, por ahí del 2004, comencé esto como un garrapateo a mano. Después de 2012, cuando terminé “Conspiraciones” –que no tiene nada que ver con esto-- y como el lector de novelas policiacas que siempre he sido, la comencé como un ejercicio de diversión; un ejercicio desencantado, uno no debe cometer el error de confundirse con sus personajes, pero éste sí es un aspecto de mí, la certeza absoluta del fracaso de las utopías”, observa el escritor.

Y dice que “este tipo de abordar al mundo es más propio de esas tradiciones anglosajonas, con algunas excepciones en nuestro país no hemos enfocado así la literatura, ni el género pero yo que sí he leído a mis paisanos sentí la necesidad de hacer este ejercicio por primera vez y, hasta ahora, única”, apuntó Patán mientras añadía que le encantó hacer novela y que lo hará nuevamente. 

La anécdota principal de la novela se basa en la odisea del personaje Blasco Rojo, acompañado de Néstor una especie de torpe escudero, que también ejerce un periodismo heterodoxo, por decirle de algún modo, y se les envía a indagar el tema del despropósito de la construcción de un campo de golf en una localidad en la que las tradiciones son importantes para la población, San Miguel Acuitlapán, ubicado en el estado de México. Ahí los misterios, la intriga, el humor ácido llevan la melancolía y amargura de Blasco Rojo a descubrir quiénes y cómo ejercen la corrupción, aunque sin poder cambiar nada.

La presentación en la FUL 2016 de “Negocio de chacales” será dentro de las novedades con que Planeta de Libros (la filial mexicana de Editorial Planeta) participará en las diversas actividades editoriales y conferencias que se realizan año con año en el Polideportivo Carlos Martínez Balmori, ubicado en la Ciudad del Conocimiento de la UAEH, en el Km. 4.6 de la Carretera Pachuca-Tulancingo, en el Estado de Hidalgo.


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