Falcotitlan: TIEMPOS MODERNOS

Hugo Falcón Páez


Toma un ejemplo, hazlo repetir y entonces la verdad se erige.


Un dato que nos marca la historia hace 187 años. En el cual, el Congreso de la Unión declara incapacitado al presidente Vicente Guerrero para gobernar el país. En su lugar, reconocen como presidente al vicepresidente Anastasio Bustamante. Abrieron discusión sobre el dictamen de las comisiones unidas de gobernación, presentada en sesión el 14 de enero por Pacheco Leal, siendo sus compañeros de comisión Franco Coronel, Tomás Vargas e Isidro Huarte. Todos, elaboraron un dictamen bastante amplio, que se resumía con su único artículo, “El C. general Vicente Guerrero tiene imposibilidad moral para gobernar la República”. Pero Don Vicente Guerrero, desde diciembre de 1829 se había separado del Poder con licencia del Congreso, con objeto de mandar en persona al Ejército, ante la invasión española de barradas a las costas tamaulipecas. Y en el año de 1831, José Antonio Facio, ministro de Guerra del Presidente Bustamante, se confabuló con el marino genovés Francisco Picaluga para asesinar al general Vicente Guerrero, ya que éste aprovechó la “amistad” que llevaba con el general. Asimismo, podemos narrar desde las entrañas de los libros y del historiador Juan de Dios Arias, que comentaría, que este acto fue en el puerto de Acapulco, es decir; Picaluga invitó a Guerrero a comer a su barco “Colombo”, confiando en la buena fe de tal cortesía abordaría la nave, entonces el patricio del Sur fue traicionado, el barco levó anclas y se enfiló a las costas de Oaxaca. El prisionero fue llevado a Huatulco donde lo entregarían al coronel José Miguel González, e iba a ser canjeado por cincuenta mil pesos en oro. Ante cuatro oficiales que esperaban el arribo de la embarcación en la playa, que desde entonces se denomina La Entrega.

Ya el 14 de febrero de ese año, fue juzgado sumariamente y condenado a muerte, fusilado en Cuilápam, Oaxaca. Cabe señalar que el general Juan N. Álvarez, declinó la invitación para la “comida”, ya que le avisaron de algunos problemas de su incumbencia militar. Ante esta exposición, los tiempos de la política han cambiado. La moralidad y la ética son cuestiones holgadas, las negociaciones van diezmadas por capital y activos, traduciendo esto en dinero e interés. El poder de la nación nos da cada día, semana y mes, años de acumulación teórica. Las prácticas desde el Imperio Romano, Imperio Otomano, pasando por la democracia griega y las confrontaciones en Egipto, Babilonia, o la Primera y Segunda Guerra Mundial. Hoy se viven tiempos modernos, desde la aplicación de la ciencia y tecnología en el conteo de votos en los procesos electorales, tal como el reciente en los estados Unidos de América, entre Hillary Clinton y Donald Trump. Hasta en el control de organismos y dependencias institucionales, como Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. Donde se comprenden malos hábitos milenarios, tal como el espionaje, extorsión, traición, fraude, compló, boicot, robo, cinismo, muerte.

Amalgamas de individuos que mantienen a pie la idea cualesquiera de la ciudadanía, para minimizar la felicidad y la libertad. Desde hace mucho, la pelea se erigió entre cristianos, musulmanes y judíos, hasta la fecha, podemos observar y entender la verdad. Usted querido lector, tiene ante sus ojos, una pieza muy pequeña de lo que puede comprender y dilucidar. Lo que cambia es nada, los nombres y las personas somos nada, porque en el flujo de las acciones, la reacción es la que se mantiene con vida. La ley del tiempo no perdona, ese es un dato que nos marca la historia.

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