Mari Trini Ponce Rosas
“Alégrate
mucho oh hija de Sion; da voces de júbilo, Oh hija de Jerusalén. He aquí tu rey
vendrá. Es justo y trae salvación. Viene como viene el humilde, cabalgando sobre
un asno, sobre un pollino hijo de asna”.
Profeta
Zacarías.
Un rey guerrero siempre entraba a una
ciudad montado a caballo, un rey en misión de paz y amistad siempre entraba
cabalgando un asno. Jesús no quería entrar a Jerusalén a aballo pero estaba
dispuesto a entrar en paz y con buena voluntad como el Hijo del Hombre
cabalgando un jumento.
¡Hosana!
¡Hosana! ¡Hosana! ¡Salud y gloria al hijo de David, bendito el que viene en el
nombre del Señor! ¡Hosana en lo más alto
de los cielos! ¡Bendito sea el reino que baja del cielo! –clamoreaba la gente
cantando al unísono el Salmo, agitando ramas de palma y arrojando al suelo sus
indumentos y ramas para formar una alfombra al ver al Maestro Jesús, quien
fuera encontrado por la multitud antes de su entrada a la ciudad de Jerusalén.
El libro de Urantia sobre el Domingo de
Ramos relata: “Jesús se mostró alegre y despreocupado hasta
que llegaron a un lugar donde se podía contemplar la panorámica de Jerusalén
con sus torres del templo; allí el Maestro detuvo la procesión y un gran
silencio cayó sobre todos mientras o contemplaban llorar. Bajando los ojos a la vasta multitud que
venía de la ciudad a recibirlo, el Maestro con la voz entrecortada dijo: “¿Oh
Jerusalén, si tan sólo hubieras conocido, aún tú por lo menos en este, tu día,
las cosas que pertenecen a tu paz, que podrías haber tenido tan
libremente! Pero ya están para ocultarse
de tus ojos estas glorias. Estás por rechazar al Hijo de la Paz y volver la
espalda al evangelio de la salvación. Pronto llegarán los días en que tus
enemigos abrirán trincheras alrededor de ti, y serás sitiada por doquier; te
destruirán y no quedarán piedra sobre piedra. Y todo caerá sobre ti porque no
supiste reconocer el momento de tu visitación divina. Estás por rechazar el don
de Dios, y todos los hombres te rechazarán a ti”.
A medida que se acercaban a Jerusalén la
multitud se volvió más expresiva tanto que algunos de los fariseos se abrieron
paso hasta donde estaba Jesús y dijeron: “Instructor debes censurar a tus
discípulos y exhortarlos a que su conducta sea más digna”. Jesús respondió: Es justo que estos niños le
den la bienvenida al Hijo de la Paz a quien han rechazado los altos
sacerdotes. Sería inútil pararlos no sea
que estas piedras junto al camino griten quejándose”.
Los fariseos se adelantaron y regresaron
al Sanedrín que se encontraba reunido en el templo. “Todo lo que hacemos es
inútil, la multitud está loca por él, si no paramos a estos ignorantes todo el
mundo le seguirá”
Esta jubilosa recepción de multitudes, en
la misma semana estuvo dispuesta a rechazar a Jesús de inmediato a Jesús,
cuando el sanedrín tomó una postura drástica y contundente en contra de él,
cuando se dieron cuenta que no podía establecer su reino, por tanto tiempo
acariciada la idea.
Pero toda la ciudad estaba altamente
agitada, puesto que todos preguntaban: ¡¿Quién es ese hombre?! Y la multitud contestaba “Este hombre es el
profeta de Galilea, Jesús de Nazareth”.