Rodrigo Huerta Pegueros*
Los maestros de la Coordinadora estatal de
trabajadores de la educación de Guerrero (CETEG), una vez más pudieron alzar su
puño al aire en señal de triunfo y por su parte, el gobernador del estado,
Ángel Heladio Aguirre Rivero, claudicó y ordenó a sus secretarios, general de
gobierno, Humberto Salgado Gómez y a la secretaria de educación, Silvia Romero,
firmara un convenio donde aprobaba todas las peticiones que le hicieron, desde
hace varias semanas atrás, los profesores guerrerenses.
Pero
para llegar a esta firma, el gobierno del estado trató de vencer mas no
convencer a los cetegistas, quienes finalmente impusieron su criterio en una
mesa de diálogo forzada por las circunstancias, misma que fue encabezada por un
gobernador sumamente cuestionado y por el representante de la Secretaría de
Gobernación federal, Luis Enrique Miranda Nava, quien solo sirvió para
atestiguar el evento e informar a su superior jerárquico, el titular de SEGOB,
Miguel Ángel Osorio Chong.
Pero
para llegar a este punto culminante del conflicto magisterial, tuvieron que
pasar más de 25 días de plantones y cierres de oficinas, tanto del gobierno
estatal como del propio palacio legislativo.
Realizaron
constantes mítines y marchas de protesta para
solicitar el compromiso del gobierno estatal de no privatizar la
educación; que la reforma laboral no afecte sus derechos laborales adquiridos;
que el instituto de evaluación sea un organismo autónomo sin injerencia del
gobierno y se entreguen plazas a normalistas que terminaron su instrucción tal
y como acontece en otras entidades del país (Oaxaca).
De
nada sirvieron los argumentos del gobierno estatal y federal respecto a la
aprobación de la reforma educativa por parte de los legisladores permanentes,
pues en estos precisos momentos, el congreso del estado está por modificar
parte de dicha reforma que ellos mismos, días atrás, habían aprobado sin las
correspondientes audiencias a los directamente involucrados, como son los
maestros y alumnos.
Como
arma para vencer la reticencia de los cetegistas, el gobernador Aguirre,
amenazó—una vez más—con el no pago de salarios a los maestros por no haber
trabajado en aulas y haber afectado a miles de alumnos quienes están en peligro
de perder su semestre.
También
amenazó con encarcelar a los dirigentes de la CETEG por ser responsables de una
serie de delitos cometidos tanto del ámbito del fuero común como federal, como
son los bloqueos a edificios públicos y a vías de comunicación tanto estatal
como federal.
Lo
único que logró el mandatario estatal fue que los ánimos se encendieron. Los
maestros se plantaron en sus demandas y reiteraron su decisión de llevar hasta
sus últimas consecuencias su protesta si se les negaba el pago salarial y se
detenía a cualquiera de los maestros participantes en las movilizaciones.
Una
y otra vez, durante estas cuatro semanas consecutivas, los maestros alegaban
que no se podía creer al gobernador lo que ofrecía ya que no cumplía con la
palabra empeñada y por lo tanto todo lo que ahora en adelante se ofreciera
tendría que ser bajo convenio previamente firmado.
El
gobernador Aguirre no aceptó tal propuesta pues dijo que eso era un chantaje y
que primero los maestros deberían desalojar los edificios públicos tomados y
posteriormente se les iban a conceder sus peticiones.
La
respuesta fue inmediata, los maestros volvieron a la presión y resolvieron
hacer su última movida de ajedrez y apostaron el todo por el todo a ello y
mudaron su plantón a la autopista del sol para bloquearla, pues era ese día el
inicio de las vacaciones de semana santa y el turismo nacional o internacional
iba a desplazarse hacia las playas de Acapulco o Zihuatanejo.
Previamente
a esta postura magisterial, el gobernador Aguirre salió ante los medios masivos
de comunicación—radio y televisión—para advertir a los maestros que si se
atrevían a tomar la autopista del Sol iban a ser desalojados por las fuerzas
federales con el auxilio de la fuerza pública estatal.
El
anuncio surtió el efecto contrario. Los maestros ocuparon esta vía y no dejaron
pasar a un solo automotor ni para el norte ni para el sur. Decenas de kilómetros
fueron ocupados por los paseantes y paisanos y durante más de 9 horas tuvieron
que ocupar la vía rápida para esperar el desenlace que ocurrió pasadas las diez
de la noche. A esa hora los maestros se retiraron pero con la promesa del
gobernador de recibirlos en Chilpancingo el sábado por la mañana.
Así
ocurrió todo. Al día siguiente en la mesa de diálogo forzada los maestros
tuvieron horas de discusión y al final lograron que sus demandas se concretaran
y se firmó un amplio convenio que fue difundido por el gobierno estatal como si
fuese una conquista de la administración estatal cuando fue todo lo contrario.
Los
maestros obtuvieron la promesa de que se les pagaría los salarios caídos, que
se resolvería todo lo relativo a las órdenes de aprehensión y que se
comprometía el gobernador y el propio Congreso del estado para que en Guerrero
la educación siga siendo gratuita asi como de que se integrará un instituto
estatal de evaluación y se entregarán a normalistas las plazas para ejercer su
profesión.
Si
esta firma hubiese sido convenida con el magisterio hace tres semanas atrás,
todo lo ocurrido no hubiese pasado y no se hubiesen causado los daños ocurridos
y menos se hubiese dañado a turistas y paisanos en tránsito el pasado viernes.
Así también se hubiera evitado afectar a los miles de ciudadanos que tenían que
hacer alguna gestoría en el gobierno estatal o en el Congreso.
Pero
sobre todo no se hubiese afectado a los alumnos quienes están en peligro de
perder su semestre si es que no se cumple con el calendario escolar del
presente ciclo.Ya ni hablar del daño a la imagen del estado o de Acapulco y
Zihuatanejo la que se afectó por este movimiento.
El
daño está hecho. El saldo es ampliamente negativo para el gobierno del estado
pues una vez más no se vislumbró el efecto nocivo que esto traería como
consecuencia para los ciudadanos y los empresarios y la imagen de los centros
turísticos de Guerrero.
Como
lección podríamos decir que ya no funciona el todo o nada en una mesa de
negociación. El diálogo se abre para solucionar los conflictos no para
agravarlos tal y como aconteció una vez más en Guerrero.
El
gobernador hoy se convirtió en la autoridad mas cuestionada y poco fiable para
los ciudadanos que no fueron protegidos por una administración nada responsable
y poco democrática.
Periodista/Analista Político*