Mari Trini Ponce Rosas
Durante
el tiempo de predicación en la vida pública del Maestro Jesús, se instituyó el
Miércoles como día de descanso. Después
del desayuno el maestro informó a Andrés que tenía la intención de ausentarse
por el día y sugirió que se les permitiera a los apóstoles pasar el tiempo
según sus propios deseos excepto que no entraran bajo ninguna circunstancia a
Jerusalén.
Jesús se
preparó para ir a las colinas a orar a solas David Zebedeo se le acercó
diciendo: -“Bien sabes Maestro, que los fariseos y potentados desean
destruirte, y sin embargo te preparas para ir solo a las colinas, es una locura
exponerte así, te prepararé a tres hombres para que te acompañen”. –“Tienes
buenas intenciones, pero te equivocas porque no llegas a comprender que el Hijo
del Hombre no necesita a nadie para que lo defienda. Ningún hombre me atacará hasta la hora en que
esté liso para dar mi vida en conformidad con la voluntad de mi Padre. Estos
hombres no deben acompañarme. Debo ir sólo para comulgar con el Padre.
Llegada
la tarde los apóstoles se intranquilizaron por el Maestro y se aproximaron
hacia la parte media de Getzemaní para
salir a su encuentro. Sin embargo, Judas Iscariote empezó a llenarse como nunca
de un extraño resentimiento porque Jesús no le había asignado nunca una
posición de mayor honor. Y ser el tesorero apostólico, sentía que no era
apreciado, que sus habilidades le eran reconocidos. De repente lo sobrecogió la
indignación porque Pedro, Santiago y Juan habían sido distinguidos de una
asociación estrecha con Jesús, de modo que, camino a la casa del alto
sacerdote, empezó a maquinar la forma de vengarse de Pedro, Santiago y Juan,
más que preocuparse por pensar en traicionar a Jesús. Pero por sobre todas las cosas, en ese
momento, una idea nueva y dominante comenzó a ocupar la atención máxima de su mente
consciente: había salido para conseguir honores para sí mismo, y si podía
conseguirlo vengándose al mismo tiempo de los que contribuyeron a la mayor
desilusión de su vida, mejor así. Cayó
presa de una terrible conspiración de confusión, orgullo, desesperación y
determinación. Así pues, debe resultar claro que no fue por dinero que Judas se
encaminó en ese momento a la casa de Caifás con el objeto de planear la
traición de Jesús y separarse del grupo.
Jesús
reunido con los apóstoles el campamento, trató de levantarles el ánimo, pero
eso era imposible. Todos empezaban a percatarse que se avecinaban
acontecimientos desconcertantes y aplastantes.
Fue poco antes de la median cuando Jesús sabiendo que sería ésta la
última noche que pasaba con su familia
elegida en la tierra, dijo al despedirse: “Id a dormir hermanos míos y que la
paz sea con vosotros hasta que os levantéis mañana un día más para hacer la
voluntad del Padre y experimentar el regocijo de saber
que nosotros somos sus hijos”.