Ramiro Padilla Atondo
En
México sucede un caso curioso. Pensamos que jodiéndole la vida a los demás
podemos conseguir lo que queremos. Está estipulado en nuestra carta magna que
tenemos el derecho a la libre manifestación. Pero aquí la pregunta es, ¿Y los
derechos de los demás apá?
Vivo
en una ciudad de casi medio millón de habitantes donde las protestas son pocas
y por lo regular están reglamentadas. No se interfiere con la vida de las otras
personas porque sería injusto que nuestras ganas de protestar entraran en
conflicto con los quehaceres de los demás. Digo, entiendo que todos los estados
del país tengan sus particularidades pero eso no significa que mi derecho entre
en conflicto con los derechos de los demás.
Cierta
es la frase de Benito Juárez que dice que entre los individuos como entre las
naciones el respeto al derecho ajeno es la paz.
Algo
están haciendo mal los profesores cuando en busca de justificar sus demandas
bloquean autopistas con la intención de hacerse escuchar. El problema es que
son pocos los legisladores, presidentes municipales y gobernadores que las
utilizan. Los que toman decisiones que perjudican a los maestros por lo regular
viajan en helicóptero o en avión gracias a nuestros generosos impuestos.
Deberían más bien ir a donde están los que
toman las decisiones que los afectan y protestar allí. Hacerse escuchar
perjudicando a los demás ciudadanos no crea ninguna clase de empatía. Sobre
todo de aquellos que no tienen sindicato
y necesitan trabajar para llevar el diario sustento. Nunca he estado en
un bloqueo ni me he tirado cinco horas esperando a que un grupo de revoltosos
que deberían estar dando clases me dejen pasar.
Pero
por lo regular se van por la fácil. Yo les propondría a los profesores que en
vez de bloquear carreteras demostraran sus ganas de protesta quedándose una
hora extra de clases. Que protestaran elevando el nivel académico de sus
alumnos. Demostrar que hacen un trabajo excelente por el cual les pagan menos
de lo que merecen. Eso se llama creatividad.
Esas horas de clases perdidas no regresan. Si
nuestro programa escolar de por sí está lleno de días festivos, capacitaciones,
juntas (todo esto en horario escolar) y encima a la mínima provocación se van a
perjudicar a quien no tiene vela en el entierro, pos estamos jodidos. Porque
imagino que van y cobran la quincena completa.
Los
sindicatos nacieron con la mejor de las intenciones, esto es oponer la fuerza
del obrero al poder omnipresente del patrón. ¿Pero cuando el patrón es el
estado? Porque el estado en teoría tiene
recursos ilimitados, como lo demostraron Fox y Calderón
al asignarle recursos por miles de millones de pesos al sindicato de
trabajadores de la educación.
Un
sindicato estatal es una contradicción. Estos sindicatos nacieron como una
manera de repartir el presupuesto en un país con condiciones diferentes. En un
sistema disfuncional que no tiene las vías para escalar dentro de la pirámide
social, la pertenencia a un sindicato
era una alternativa para tener una vida decorosa.
Pero
dejar sin clases por periodos prolongados de tiempo a miles de alumnos, en uno
de los estados más violentos del país no tiene madre. Y todavía se preguntan
porque estamos así.
Señores
profesores, ustedes son parte importante del futuro del país. Dejen trabajar al
que quiere trabajar y den sus clases con enjundia. Siembren la semilla de un
México mejor en sus alumnos y no tendrán que salir a las calles. Que si los
educan bien, ellos cambiarán al país por ustedes.