Ramiro Padilla Atondo
Cuatro
meses de Peña Nieto en los Pinos. Cuatro meses. Para algunos periodistas a los
que les encanta mirar el vaso medio lleno (en este caso de muertos) la labor
del presidente ha sido pero que si buenísima. No hablar del grave problema de inseguridad ayuda a generar
una percepción de que todo está bien, que se avanza con paso triunfante a las
metas establecidas.
La
Jornada dice que en los primeros cuatro meses han muerto 2800 personas. Una
cifra que no tiene nada que envidiarle al sexenio de Calderón. Ahora bien, los
estrategas priístas apuestan por la característica dilación política. El reino
de lo futuro donde todo será mejor. Que no pueden disminuir la violencia porque
todo lleva tiempo (quizá les lleve tres sexenios por lo cual a la siguiente
elección pedirán el voto arguyendo que se necesita más tiempo para frenar el
crimen).
Es
entendible que el cochinero dejado por el enano ególatra no se resuelva de
inmediato, pero al menos deberíamos de saber qué plan tienen para enfrentar
este flagelo que es el problema número uno del país.
La
maquinaria del gobierno trabaja en la creación de una percepción de que están
retomando el control del país. Pero esta percepción es bastante equivocada. La
(in) justicia sigue siendo tan rampante
y nada puede con la frialdad de los números.
Que
los diarios norteamericanos le aplaudan no es más que resultado de una buena
estrategia de relaciones públicas. ¿O no le aplaudían también a Calderón y
decían que era un valiente? La lógica de los norteamericanos es extraña. Un
presidente que deja al país lleno de muertos es invitado a una universidad
prestigiosa a enseñar. ¿A enseñar qué?
Calderón debería ser juzgado como Noriega. Pero este mundo funciona al
revés.
Como
lo he dicho en otras ocasiones, gobernar es hacer creer, decir lo contrario de
lo que se va a hacer, con el fin de ganar una elección. López Portillo gobernó
por nota sus primeros dos años. Después le pegó la enfermedad que le pega a todos los presidentes
mexicanos, la llamada comezón del tercer año.
Esta
comezón les da en el cerebro. Empiezan a creer que la mierda no les huele, que
todo lo que sale de su boca es la verdad revelada y que un país como México no
los merece. ¿O no le sucedió a Salinas? ¿O al zorro con botas?
Dados
sus antecedentes no creo que el caso de Peña Nieto sea diferente. Ya los
priístas pusieron en práctica la maquinaria lamebotas. ¿Qué hora es? La que
usted quiera señor presidente.
La
criminalidad no va a disminuir porque está visto que no es una prioridad para
el gobierno. A ellos les interesa terminar de privatizar Pemex, el iva en
alimentos y medicinas y las intrigas palaciegas.
Tendremos
que observar con escepticismo todas las medidas de relumbrón y darle tiempo al
tiempo. O como dijo Einstein, no esperes resultados diferentes haciendo lo
mismo. Y el PRI ha hecho lo mismo los últimos 70 años. ¿O no?