Jorge Luis Falcón Arévalo*
Quienes
piensan que la "lucha" que llevan a cabo las huestes desalmadas de Minervino Moran y Gonzalo Juárez, son
actos de justicia social, se equivocan. Los movimientos que realizan estos
vándalos y sus falanges de profes sin oficio de maestro ni beneficio de
educador, son por demás hechos y sucesos fuera de la Ley; y demandas muy
personales de esos dos sujetos y su séquito de seguidores. Sin olvidar,
explícitamente, a quienes los manipulan, los manosean y son quienes mecen la
hamaca acá en esta parte de la costa suriana.
¡Aplicación
de Ley!, es lo respetable y decente que manifiestan y destacan desde empresarios encumbrados
hoteleros, como parianeros; como lo más soez: ¡rómpanles la madre! Eso de
manejar calendáricamente sus actos inhumanos, sanguinarios, atroces y de
gavilla, es una forma de dar a entender que su actitud delincuencial formar
parte de su rango de convivencia existencial no tan solo en su vida personal,
sino en el entorno escolar. Lo cual es un peligro latente para estar al frente
de un grupo de estudiantes. Muy cuestionable su permanencia en cualquier
escuela.
Sobra
demás decir, ante un mundo violento, mantener a este tipo de sujetos en las aulas,
no es garantía, ni seriedad, menos confianza de que nuestros alumnados estarán
en buenas malos, en sabios consejos, menos en actitudes o aptitudes de tratar de hacer buenos y excelentes
discípulos.
¿Dónde
aquellos maestros hombres y mujeres valientes, cultos, dignos, competentes?
¿Dónde
esa estirpe de mujeres y hombres honestos, decentes, meritorios, justos,
oportunos, cómplices y hasta bonachones?
Hoy
el iletrado, el analfabeto, el irreverente, insolente, el mediocre anida y
satura no tan solo las aulas, sino que ahora llega a la calle y lacera las
buenas costumbres del ciudadano pacifico, del comerciantes trabajador y dador
de empleos. Ultraja edificios y casas habitación en renta. Daña, destruye y
reta, busca la camorra para justificar su barbarie su salvajismo. Su saña
interior. Su desajuste emocional.
Ante
la grave situación en nuestra sistema educativo, hace unos años se lograron
trazar 5 metas en materia educativa, en
un plazo de 12 años: más años y más horas de escuela; Cambiar las prácticas y los
resultados; que los maestros sean educadores profesionales; que el gasto sea
transparente y eficiente y que las escuelas cuenten con autonomía y los padres
participen y se involucren para así estar poder exigir un sistema educativo que
ofrezca a los niños y jóvenes la oportunidad de competir con los jóvenes del
mundo.
Cambiar
los planes caducos y miserables de educación. Los sistemas de enseñanzas
anacrónicos deben dar paso a nuevos visos de educación debido a las necesidades
especiales que esta etapa de la vida presenta, por su desarrollo, así como la
evolución de sus capacidades físicas, cognitivas e intelectuales, es
importantísimo que tanto el Estado como las familias pongan especial atención
en la educación de las niñas y niños.
Guerrero,
como el niño idiota de la familia, debe emprender nuevos caminos. No en la
complacencia ni justificación de que somos un estado pobre: ¡somos miserables!,
no pobres. Porque así lo hemos querido, anhelado. Es nuestra coartada; pero
debemos hacer esfuerzos por abatir en hechos esa realidad y llevar a justicia a
quienes no tan solo de manera salvaje alteran el devenir del pueblo, sino
también a los que mecen y bambolean la
hamaca. Esos merecen, paredón.
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