Sólo en México


Ramiro Padilla Atondo

Se ha abusado del término kafkiano cuando de explicar la realidad mexicana se trata. Premiar al gobernador de Veracruz por su defensa de la libertad de prensa en el estado más peligroso para el periodismo no deja de ser eso, kafkiano. Utilizando las analogías absurdas, este premio sería algo así como premiar a un pastor al que los lobos le han comido la mayoría de las ovejas.
Encima su defensa de la libertad de expresión ya tiene su primer damnificada:
¡Aunque usted no lo crea! Una semana le dan el premio y a la otra presiona para que corran una periodista.
Tenemos la falsa idea de que los gobernantes están allí para servirnos. Y los gobernantes tienen el síndrome de la infalibilidad, el mundo es blanco y negro, o estás con ellos o contra ellos.
Si a esto le agregamos una dosis de prensa bananera:
El círculo se cierra. Que sus amigos y parientes lo premien no tiene nada de malo. Que digan que fue por unanimidad es un acto pueril. Y como no hay consecuencias para este tipo de comportamientos estamos fritos. Uno más de los legados de las desastrosas presidencias panistas es el hecho de que los gobernadores se hayan convertido en pequeños señores feudales. No tienen control como está probado hasta la saciedad.
En una sociedad con un atisbo de democracia, gobernadores como Mario Marín (o quién no recuerda el infamous case de Lidia Cacho, perseguida hasta los confines de la república por una vendetta pederasta), Ulises Ruiz y el mismo Duarte (después del escándalo de los 25 millones) deberían estar en la cárcel. Pero en vez de cárcel premios.
 Un país con un régimen democrático pleno es aquel donde la ultra baboseada palabra derecho es ejercida. Nuestro país necesita instituciones fuertes, instituciones que no sean rehenes de los intereses políticos de los gobernantes en turno.
Pero para eso nos falta un largo trecho. Con esta calidad de gobernantes no hay caso. Derecho, justicia, son palabras muertas.
Aplíquese la ley en los bueyes de mi compadre. Y mientras tanto premios van premios vienen. La pregunta del millón ¿Qué hará Duarte con el premio? Ese es uno de los misterios del tercer milenio.