Ernesto
Rivera Rodríguez
Heredero
de la tradición de la superación personal y
educado en instituciones de educación pública, cuando estás traían el
sello posrevolucionario, y de una sociedad cuya pujanza se advertía por los
cuatro costados de este país en la época de la posguerra, cuyos valores
indudablemente se reflejaban en las instituciones sociales de mayor crédito
como eran las universidades públicas, y el desarrollo en una pujante y
acelerada industrialización y la apertura por donde quiera que se le viera, de
la gran obra pública y cuando aún la revolución transitaba y se desplazaba en
ferrocarril, Luis Walton Aburto, supo entender desde su juventud, el valor de
la amistad y de la lealtad con los hombres del poder.
Así
lo convirtió y lo constituyó en una importante fuente de retroalimentación
intelectual y de poder con las élites gobernantes de aquella no tan lejana
época, en la que el visionario presidente de la República y conocido como el
“cachorro de la Revolución”, Miguel Alemán Velazco, cobijo y confío en ese
joven acapulqueño, que por su inquietud y temperamento afable y al estilo del
“Gran Gatsby” supo entrelazar y conllevar la construcción de una vida privada y
en asenso siempre retirada de los reflectores de la vida pública, sin menoscabo
de su participación en la vida política desde el tricolor y consolidar de esa
manera desde el interior de los enlaces de la élite política que las diferentes
épocas, como estratos de su vida se fueron constituyendo en la fuente del
“arquetipo” de su propia formación: lejos del mundanal ruido.
El
fin sin fines del tricolor arrastro a la clase política dominante y a las
clases emergentes a abrir nuevos derroteros en las vías del poder nacional y
local lo que significó la apertura de no solamente nuevos procedimientos y
armas para rescatar la democracia perdida en lo que llamo el premio Nobel de
Literatura, Vargas Llosa, “la dictadura perfecta”, y dar una vuelta de timón,
variar la política y realizar profundos ajustes de los cuales Luis Walton
Aburto, fue un partícipe no solamente activo sino reformador y creador de
nuevos instrumentos político democráticos, no solo a nivel local sino a nivel
nacional, así, de la insipiencia del partido Convergencia, con su color naranja
hasta convertirlo en lo que es hoy Movimiento Ciudadano. Partido de izquierda,
de centro izquierda, dado que él mismo jamás ha sido empujado con las
circunstancias radicales de la política, en un partido a nivel nacional y que
hoy comanda desde el Palacio Municipal del Parque Papagayo, el H Ayuntamiento
Municipal de Acapulco.
No
ha sido fácil la tarea, sobre todo
encontrándose de inicio con un Ayuntamiento contrario a todo el mensaje dado en
su época por el Rey Juan Carlos, de España, cuando el PSOE, en los principios
de los ochentas tomo el poder en la península Ibérica, y que con aquellas
palabras, “llegad, estar y salir, sin dejar atrás “las
praderas arrasadas”. Y esto fue lo que encontró Luis Walton Aburto, un
Ayuntamiento arrasado por decir algo, pues lo que encontró, en el mejor de los
casos no tiene nombre.
Aun
así, ha logrado sortear pese a las permanentes críticas, movimientos sembrados,
y una obra pública de firma estatal, que tiene a la ciudad y puerto de
Acapulco, con sus principales arterias abiertas al cielo, y otras bajo tierra,
con la construcción del Acueducto de Navidad de Llano Largo y quea su puesta en
marcha, la del Acabus, volcara a esta ciudad en los derroteros de la
modernidad. En ocho meses de administración municipal y en otro aniversario de
su vida, la obra del alcalde ha sembrado en tierra firme con la ruptura de
todos los moldes, con la ruptura de los arquetipos políticos que lo han
antecedido, sin lugar a dudas un nuevo estilo, y que sin premura en breve hará
los ajustes necesarios y pertinentes, para dotar a su equipo de mayor entrega,
y pasión no por el partido del cual es
indudablemente su “líder”, sino por Acapulco,
que lo llevara con rumbo firme a alcanzar nuevos derroteros.