Rodrigo Huerta Pegueros*
Cuando
se creía que la situación en Guerrero iba a mejorar por el hecho de que el
gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero había realizado los cambios en el gabinete
que se le había solicitado desde el Congreso del estado, en menos de 45 días
todo ha regresado al punto inicial, pues el secretario de gobierno renunciado (Humberto
Salgado Gómez) regresó convertido en coordinador general del gobierno estatal y
quien lo sustituyó en el cargo (Florentino Cruz Ramírez) renunció a sus
funciones ‘por motivos personales’. Quien vaya a suplir la vacante es lo de
menos ya que quien sea nombrado estará sujeto a las directrices del poderoso
coordinador general.
Si
se ven los movimientos como un juego de ajedrez, lo menos que podríamos decir
es que el gobernador hizo un movimiento magistral. Todo lo contrario. Lo
realizado fue una muestra de autoritarismo a la vieja usanza priista y una
demostración der la profunda debilidad institucional en su administrración.
Sobre
el autoritarismo mostrado por el ejecutivo estatal se puede afirmar que el
recién nombrado coordinador general del gobierno del estado nunca dejó de
operar y por lo tanto su sucesor (Florentino) estuvo maniatado para actuar en
consecuencia frente a los graves problemas que se le presentaron en su corto
periplo como operar político gubernamental.
No
solo fue el tema de la inseguridad pública, que está a todas luces en un franco
descontrol en la entidad, sino en la relativa calma como se operó la solución a
los bloqueos en carreteras federales y particularmente la que conducen al
puerto de Zihuatanejo. También se le alejaron micrófonos y cámaras para hablar
sobre los conflictos sociales, dando paso al recién nombrado vocero estatal,
José Villanueva Manzanares, quien en lugar de apaciguar las aguas las revolvió
aún más con declaraciones desatinadas y fuera de contexto.
Y
por si fuera poco todo lo ocurrido, no se puede olvidar la forma tan burda como
el gobernador Aguirre descalificó a su nuevo operador político como un funcionario
capaz de dirigir los destinos de la entidad, durante su breve ausencia con
motivo de su tan extraña como extravagante gira por los Estados Unidos de
Norteamérica, ya que en lugar de dejarlo como encargado del despacho, nombró
como gobernador interino a su secretario de finanzas, Jorge Salgado Leyva.
Pero
Florentino Cruz Ramírez no ha sido desde luego un personaje dechado de virtudes
en la función pública, ni como rector de la máxima casa de estudios de Guerrero
(UAG) ni como secretario general de un gobierno municipal frustrante en
Acapulco y mucho menos como diputado local emergente del viejo partido
Convergencia hoy convertido en Movimiento Ciudadano.
Quizás
por este currículum el gobernador Aguirre lo nombró sucesor de Salgado Gómez,
pues creyó tener a modo a un funcionario que no le iba a chistar en nada y que
iba a soportarlo todo. Al parecer el gobernador Aguirre falló en su pronóstico y
Florentino se le rebeló, le increpó y le tiró la toalla sin más ni más.
Esos
fueron quizás los argumentos ‘personales’ que esgrimió el mandatario para
explicar la renuncia de su segundo secretario general, pues el primero, quien
le renunció ‘por motivos de salud’ ha regresado y quizá con mayores bríos y
posibilidades de cobrar viejas facturas de sus detractores.
Pero
en lo concerniente a la debilidad institucional del gobierno estatal, es para
muchos lo más preocupante. Es bastante conocido que la actual administración ha
fracasado en dar resultados para mejorar las condiciones de vida de las grandes
capas de personas que viven en la marginalidad y otras que se han sumado a la
pobreza; mientras que la atención de su
gabinete económico se ha centrado en realizar las grandes obras carreteras
anunciadas que seguramente le retribuirán grandes dividendos y acrecentará su
fortuna monetaria pero en detrimento de su abultado bagaje de hombre público convertido
hoy en un pobre político.
Más
aún, esta pobreza ideológica y política se ha mostrado en forma descarnada en
la imposibilidad de mantener o sostener una administración con hombres y
mujeres capaces de enfrentar los retos para construir un mejor Guerrero, sino
en la imposibilidad de atraer personalidades calificadas para coadyuvar en la
solución de los problemas heredados y de nuevo cuño y que seguramente dejará
para que las futuras administraciones las resuelvan.
Lo
cierto es que alejados o no del estado, seguimos viendo a través de los medios
de comunicación la forma como se construye la imagen de una entidad como la de
Guerrero, donde no se habla de esta más que de conflictos y problemas políticos
y sociales que las autoridades locales en sus niveles municipal o estatal no
pueden atender, menos resolver.
Los
cambios en el gabinete son una vez más simulación, como lo que ha sido en todo
este tiempo el actuar de la presente administración estatal.
Periodista/Analista Político*
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