Jorge Luis
Falcón Arévalo*
“Materializar
lo espiritual hasta hacerlo palpable, espiritualizar lo material hasta hacerlo
invisible: ése es todo el secreto del arte” -Jacinto Benavente-
Los
periodistas somos los que legitimamos ante la sociedad a los políticos. Les
damos la patente de “credibilidad” ante el conglomerado. Obramos de buena fe,
aunque alguno de ellos, no. Quizás por su inestabilidad emocional o el ser malagradecido.
Porque hay políticos, pseudopoliticos, políticos falsos y de ficción.
“Me
extraña que un adivino no se ría cuando ve a un colega”, dijo en una ocasión
Marco Tulio Cicerón. La amistad entre periodista y político, solo se valorará
cuando haya el espíritu de la verdad entre pares; pues a ambos como a todo
bandido los distancía, la desconfianza. A otros el servilismo, que deja de ser
periodista para convertirlos en mozo, mayordomo, lacayo o mancebo, en alguno de
los casos.
Tras
las palabras que se emplean y aplican en el oficio periodístico o cotidiano,
hay mucha filosofía y mucha historia que sigue ahí presente, sin intención de
retirarse. Igual que el oficio del músico es tocar y el del escritor escribir,
el del médico es curar. Esta es al menos la creencia de los hablantes. Y cuando
les preguntamos a éstos qué es curar, su respuesta puede ser muy distinta de la
que nos da la palabra, si a ella dirigimos la pregunta; es decir si indagamos a
fondo qué es lo que realmente "quiere decir" la palabra.
Porque
la palabra, efectivamente, se mueve y se percibe en dos coordenadas: en el
espacio -que para ella es el amplio campo del léxico y el campo
semántico- y en el tiempo -el devenir histórico de la palabra, desde sus
orígenes-. Cuando los hablantes decidieron que el oficio del médico era curar,
es decir cuando crearon ambas palabras, lo que esperaban del médico era que
"se ocupase" del enfermo, que asumiese su "cuidado", en su
calidad de especial conocedor de los recursos curativos del momento.
En
bien se observe, hay dos tipos de enfermedades: las que curan solas, y por
tanto no es preciso el médico, o las que nadie las cura, en las que tampoco es
preciso el médico. ¿Eufemismo, ironía o sarcasmo?
Por
ello, la escritura, la música, la medicina y la política resultan un arte muy
cercano a la mecánica cuántica. Todos ligados entre sí, por la semántica y las
actitudes y aptitudes de servicio a la comunidad. Más entre el médico y el
político. Trabajo rudo; aunque se vista o se engalane de humanitario y humildad
fingida.
Así
es el quehacer del hombre o mujer que se dedica a la política. Tosco, descortés
y hasta inculto. Porque si un verdadero político no hace política ¿Qué se
espera del pseudopoliticos o de los demás géneros explicados?
“La
realpolitik –dice la Wikipedia- aboga por el avance en los intereses de un país
de acuerdo a las circunstancias de su entorno, en lugar de seguir principios
éticos, teóricos o morales. A este respecto, comparte su enfoque filosófico con
el realismo filosófico y el pragmatismo. Así lo destacó Otto von Bismarck quien
acuñó el término al desempeñar la petición del príncipe Klemens von Metternich
de hallar un método para equilibrar el poder entre los imperios europeos
El
escritor argentino Jorge Luis Borges, especificó: “Uno no es lo que es por lo
que escribe, sino por lo que ha leído” Parodiando la frase, diríamos que
el político es tildado de mañoso y perverso, hasta manipulador por
su habilidad interesada por ser quien debe ser; y, no por lo que otorgue
beneficios y resultados a la sociedad, porque al fin y al cabo lo que hace,
lo realiza y ejecuta con dinero de todos. Un arte de la magia y de la
grilla mexicana.
Se
trata de reconocer que la verdadera política no tiene por qué ser siempre la
política verdadera (ésta es en rigor, en el fondo la tesis de Trasímaco, cuando
sostenía que un verdadero calculador no ha de ser un calculador verdadero,
infalible).
Estamos
pues ante el dilema de un México con grandes Reformas, estamos ante una
política real o verdadera política y política aparente o fenoménica -falsa
política-, política ficción o pseudopolítica; y, por otro lado, la
distinción entre política recta, correcta, o verdadera y política errónea o
aberrante.
@GradoCero_Gro
www.guerrerogradocero.blogspot.com
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