Ramiro Padilla Atondo
A
los gobiernos de los países del tercer mundo los pobres solo les interesan como
capital político. No como un segmento de la población que hay que atender.
Si
seguimos esta lógica entonces no es de sorprender que durante las campañas
besen niños y se retraten con los marginados. Y que una vez que consigan lo que
quieren se dediquen a ganar lana por todos lados.
Si
el gobernador y presidente municipal andaban de fiesta previo o durante el
desastre no están haciendo nada que esté en contradicción con la manera de
actuar de los políticos en general, sean del partido que sean.
Que
ahora los medios de comunicación los exhiban un día sí y otro también es otra
cosa. Al político en general le importan un carajo los demás, si no son
utilizables. Sus conciudadanos solo son accesorios. Las tragedias se seguirán
dando porque es más lo que roban que lo que invierten.
Viendo
las fotos de las carreteras (y de lejos) se ve que la calidad del pavimento es
pésima. Pero este pavimento lo cobraron como si fuera concreto hidráulico de
última generación. Los empresarios en México (y los prestadores de servicios al
gobierno) están para maximizar ganancias.
Que
también les importan un carajo los que pagan cuotas de primer mundo con servicios
de tercero. Y como la casta política es amplia, la culpa se va difuminando
entre miles de actores primarios y secundarios. Que nadie va a la cárcel por
estas negligencias criminales es sabido. Será difícil que remuevan de su cargo
a alguien como el secretario de protección civil, que twitteó que se prepararan
para el arribo del huracán. Como si el mundo fuera plano y en las comunidades
de la sierra todos, absolutamente todos, tuvieran smartphones.
Los
desastres naturales son una muestra del abismo entre clase política y
población. Un país riquísimo en recursos pero absolutamente corrupto.
Las
obras se convierten en pozos sin fondo. ¿Cómo carajos se pagan millonadas por
carreteras y puentes que no funcionan?
Tiene
que haber un cambio radical en los usos y costumbres de los gobernantes. Ganan
muchísimo dinero por no hacer casi nada. Si les vamos a pagar hagan su chamba
bien. Dejen de aparecer en la tele. Y dejen de andar enfiestados. Dinero para
acabar con la pobreza sobra en México.
Pero
se me olvidaba. ¡Si su negocio son los pobres!
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