Ernesto Rivera Rodríguez
Quince días después el drama que dejo la tormenta “Manuel”, inicia el olor a muerte comienza a invadir
grandes áreas de la ciudad y puerto de Acapulco, aumenta el hedor a muerte en
las zonas y sectores que aún se encuentran bajo el agua y las grandes capas de
lodo. Nadie sabe aún las dimensiones del problema o catástrofe de salud que se
avecina: dengue, paludismo, tétanos, conjuntivitis, malestares de la piel,
hongos, piojos, problemas gastrointestinales. Y Lázaro Mazón el secretario de
Salud en Guerrero, entregando despensas, en vil actitud de proselitismo
político.
El 21 de Agosto pasado el gobernador del estado, Ángel
Aguirre Rivero, recorrió las instalaciones
del Hospital General de Acapulco, para conocer de primera vista las
condiciones de la infraestructura del principal nosocomio del sector salud del
gobierno de Guerrero, debido al movimiento
telúrico superior a los cinco grados de la escala de Richter, que un día
antes sacudió por la mañana gran parte de la zona costera del estado, con
epicentro en el municipio de San Marcos.
El gobernador iba acompañado de la titular del Sector Salud
a nivel federal, así como de autoridades municipales entre otros, y el reconocimiento fue catalogado como satisfactorio.
No había daño alguno.
Por ese evento no hubo decesos humanos que lamentar.
Casi un mes después, las sonrisas de esa mañana se
convirtieron en un rictus de enormes proporciones, ahora no fue un sismo, fue
una tormenta tropical de nombre “Manuel”, que mantuvo al estado de Guerrero,
durante más de cuatro días bajo el agua, y a las autoridades inmóviles, casi
paralizadas.
El evento de tales magnitudes no era en esa noche del 14 de
Septiembre y a las 24 horas siguientes sobre los eventos de la conmemoración
del Día del Inicio de la Independencia de México, algo digno de tomarse en
cuenta. ¿Cuántas tormentas tropicales pasan por Guerrero, en un año, sin dejar
mayores afectaciones? Muchas quizá.
El nombre de la tragedia hoy convertida en drama que apenas
comienza y se puede volver innombrable. El hedor a muerte barre todos los
sentidos humanos, por donde quiera que se le mire, las siete regiones del
estado fueron “ferozmente” atacadas por un diluvio de agua, cientos de pueblos afectados, cuando no desaparecidos
con todos y sus habitantes, a los cuales eufemististicamente se les denomina
como: desaparecidos. Cuestión de retórica y de las estadísticas.
Acapulco jamás en su historia había sido sometida, a las
insondables fuerzas de la naturaleza, con esa magnitud, que ha dejado afectadas
el total de las colonias y asentamientos humanos de la zona suburbana,
asentamientos en la zona oriente que por
haber sido construidos sobre humedales, indudablemente tenían los días
contados, y así fue. En la zona poniente los cerros provocaron deslaves de
tierra, ya heridos por los recurrentes sismos del mes anterior.
Cincuenta y un municipios del resto de la entidad, más de un
millón y medio de guerrerenses bajo la fuerza inaudita del agua, que convirtió
a los riachuelos en ríos y a los ríos en
portadores de la destrucción y de la muerte. Puentes caídos, derrumbados, como
estructuras hechas de paja y lodo, lodo bajo el cual quedaron. Caminos
intransitables, comunicaciones destruidas. Volvimos durante horas a la era de
las cavernas… y seguiremos así durante meses, viendo el desastre por todos
lados y la magnitud del drama que apenas comienza: el de salud, el de vivienda,
el de trabajo.
Cerca de 150 mil hectáreas de cultivo totalmente afectadas.
Miles de cabezas de ganado perdidas. Aún las perdidas en la ganadería son
incuantificables. Súmesele, los animales de corral, las mascotas y demás, y
además el sin número de seres humanos que ya son estadísticas de los caídos, y
que sin sonrojarse las autoridades se atreven a afirmar que hasta hoy (viernes
27) suman un poco menos de 150, cuando nos atreveríamos a ponerle un cero más
al extremo derecho.
Para el sector salud todo es cuestión de informar con un
“Boletín de prensa”. Así lo ha hecho el IMSS, el ISSSTE, y el sector salud del
Estado.
Quien lee los boletines? Técnicamente nadie. Lo mismo paso
con el aviso de la tormenta “Manuel”. Lázaro
Mazón, el secretario de Salud en el estado, se encuentra más ocupado en salir
en las fotografías, entregando despensas, como muchos otros políticos que pretenden
hacer su agosto sobre mojado.
“Manuel” fue el nombre de la tormenta, el Sistema Meteorológico
Nacional, había dado la información con días de anticipación, pocas autoridades
la tomaron en cuenta, hubo otras prioridades políticas y deportivas que
superaron la atención de los “cintillos en negro” que atravesaban la pantalla
de las televisiones y con letra más menuda
anunciaban el evento metereológico que se avecinaba. Era el catorce de Septiembre, el sino ya estaba escrito.
0 Comentarios