Miguel Ángel Mata Mata
George
Orwell escribió una de las mejores críticas al comunismo. El siglo pasado se
imaginó que una granja era el mejor representante del sistema de la igualdad de
todos sus miembros. Todos iguales. Hasta que apareció la burocracia con sus
estamentos, privilegios y mandos. En su parte final uno de los animales
pregunta al burro: “pero, camarada, ¿acaso no todos somos iguales?” “Si,
camarada, responde el burro, pero algunos somos mas iguales que otros”.
Rebelión
en la granja (en inglés, Animal Farm) es una novela satírica del británico
George Orwell. Publicada en 1945. Ésta obra es una fábula mordaz sobre la
corrupción del socialismo soviético en los tiempos de Iósif Stalin. En la
ficción de la novela un grupo de animales de una granja expulsa a los humanos y
crea un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en una tiranía
brutal.
Orwell,
un socialista democrático y durante muchos años un miembro del Partido
Laborista Independiente, fue un crítico de Stalin. La novela fue escrita
durante la Segunda Guerra Mundial y, aunque publicada en 1945, no comenzó a ser
conocida por el público hasta finales de los años 1950.
Además,
la obra constituye un análisis de la corrupción que puede surgir tras toda
adquisición de poder, en cualquier nivel. Así, la obra posee un doble nivel de
interpretación posible, por lo que su mensaje puede trascender el caso
particular del régimen soviético y ser captado incluso por niños que ni
siquiera conocen la historia de la Unión Soviética. Por esta razón el libro ha
sido utilizado a menudo como herramienta educativa incluso en los primeros años
de la escolaridad de algunos países.
Los
animales de la Granja Manor, alentados un día por el viejo "cerdo
Mayor", que antes de morir explicó a todos los animales su visión, llevan
a cabo una revolución en la que consiguen expulsar al señor Jones y crear sus
propias reglas (los Siete Mandamientos) que escriben en una pared.
Todo
lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
Todo
lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es amigo.
Ningún
animal usará ropa.
Ningún
animal dormirá en una cama
Ningún
animal beberá alcohol.
Ningún
animal matará a otro animal.
Todos
los animales son iguales
Al
principio, la granja, que pasa a llamarse Granja Animal, es más próspera
incluso que cuando el señor Jones la administraba. Sin embargo, con el paso del
tiempo los cerdos, que se habían autoerigido como líderes por su inteligencia,
empiezan a abusar de su poder y manipulan los mandamientos en su favor.
Dos
de estos cerdos, Snowball y Napoleón, se muestran como los líderes, pero
empiezan a mostrar diferencias, que acaban cuando Napoleón lanza a los perros
contra Snowball y este huye de la granja.
A
partir de ese momento Napoleón se erige como único líder. Los cerdos se
constituyen como una élite dentro de la Granja, y los demás animales se
mantienen bajo la dictadura de Napoleón, amenazados por los perros de éste.
Poco
a poco los cerdos adoptan los defectos del propio hombre por los cuales en su
día sustentaron la revolución. A lo largo de la novela, se efectúan ciertos
cambios en los Siete Mandamientos, que "justifican" las medidas que
toma Napoleón y los actos de los cerdos:
"Ningún
animal dormirá en una cama con sábanas"
"Ningún
animal beberá alcohol en exceso"
"Ningún
animal matará a otro animal sin motivo"
Sucesivamente,
todos los Siete Mandamientos van desapareciendo por orden de Napoleón, y con la
complicidad de los demás cerdos.
Finalmente,
los cerdos modifican también sus conductas, empiezan a usar las ropas
abandonadas por el señor Jones y aprenden a caminar sólo sobre sus patas
traseras (modificando para ello el primero de los Siete Mandamientos). Después
de que un ataque llevado a cabo por los humanos fuese repelido por los perros,
los granjeros de los campos vecinos deciden mantener relaciones amistosas con
los animales de la Granja Manor, felicitando a Napoleón por el éxito económico
de la finca: los animales dirigidos por Napoleón trabajan en larguísimas
jornadas, alcanzan elevados niveles de productividad, se contentan con raciones
minúsculas de comida, y jamás se quejan ante los cerdos.
Halagado,
Napoleón y los cerdos invitan a los humanos a almorzar en la granja Manor; los
animales de la Granja, sorprendidos, advierten que sus compañeros cerdos han
copiado totalmente la conducta y aspecto de los humanos.
Al
final de la novela, la dictadura de Napoleón y sus seguidores se consagra de
modo absoluto cuando los animales preguntan al burro Benjamín (uno de los pocos
que sabe leer) sobre cuál es el único mandamiento que queda escrito. Éste es el
séptimo, convenientemente modificado por los cerdos:
"Todos
los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que
otros".
(Resumen
tomado de la Wikipedia)
LA
VERSIÓN TROPICALIZADA
En
Guerrero Zeferino Torreblanca Galindo ganó la presidencia municipal de Acapulco
tras denunciar “la impresionante corrupción” de Rogelio de la O, Manuel Añorve,
Ángel Aguirre, René Juárez y una larga lista de priístas inmorales, amorales,
sucios, huecos, fatuos, mapaches a los que habría que seguir la pista pues
“pueden volver al poder”. Le ayudó, en el tiempo en que fueron aliados, el ex
secretario general del ayuntamiento en el periodo de René Juárez, el conspicuo
y humilde abogado Alberto López Rosas.
Y
los sacaron a patadas del poder. Los priístas se fueron por nueve años del
mando del ayuntamiento de Acapulco. Pero, al paso del tiempo y como en la
Rebelión en La Granja, los nuevos inquilinos del Palacio Municipal del Parque
Papagayo comenzaron a vestirse como priístas, a caminar como priístas, a
parecer priístas y ejecutar los usos y costumbres de los que alguna vez
expulsaron. El viejo adagio sentencia: “si camina como pato, nada como pato,
grazna como pato, no te engañes, sí es pato.”
¿Recuerdan
el nombre del funcionario municipal del gobierno del Z al que apodaban el
“Chavo del Ocho”, pues no pedía el diez sino el ocho por ciento de comisión por
entregar permisos de construcción? Fue el primer claro ejemplo orweliano de la
metamorfosis del perredismo al viejo priísmo.
Luego
Alberto López Rosas como alcalde. Ahí se hizo mas que evidente la
transformación. Es la metamorfosis que vemos objetivamente cuando el renacuajo
nada, como rana salta y como sapo se hincha.
La
inclusión de ex priístas a su administración fue evidente. La autorización de
licencias de construcción en la zona de humedales. La entrañable amistad con
los socios de la Cámara Nacional de la Vivienda, encabezada por el ex dirigente
del Frente Juvenil Revolucionario del PRI, pasó de subjetiva a objetiva cuando
se entregaron los permisos de construcción. Todos felices y contentos en la
granja.
Con
Félix Salgado fue el frenesí. Las viejas
denuncias de corrupción de la Comisión de Agua Potable de Acapulco se olvidaron
al ritmo de incrementar la nómina en miles con amigas del señor presidente. CAPAMA
dejó de ser “la caja chica” de la corrupción para transformarse en la agencia
de colocaciones de quien fue periodista, actor, cantante y motociclista.
La
relación con el narco comenzó en ese trienio. ¿Recuerdan La Garita y la
acusación de que funcionarios de Salgado se robaron maletas repletas con un millón
de dólares propiedad de los malos, durante la balacera? Luego los descabezados
y el miedo colectivo.
Los
siete mandamientos de ésta granja tropicalizada se parecían, en tan solo nueve
años, a los de La Rebelión en La Granja de Orwell. Los camaradas perredistas
convivían en usos y costumbres con los viejos enemigos priístas. Hasta socios
se hicieron de ellos. “Es que todos somos corruptos, camaradas, nomás que unos
somos mas corruptos que otros”, pareciera la justificación de los nueve años de
“gobiernos democráticos”.
EL
CERDO MAYOR
Como
en Rebelión en la Granja de Orwell, fueron los cerdos los que tomaron el poder.
Soltaron a sus perros para perseguir a los disidentes. Recibieron a
representantes de sus antiguos enemigos. Se vistieron con los ropajes de la
corrupción priísta que denunciaron y establecieron relaciones con ellos.
La
tragedia de las tormentas Manuel e Ingrid destapó esa trama Orweliana.
Zeferino, Felix y López Rosas fueron los tres cerditos que sacaron a los
humanos de La Granja. Ellos son Napoleón y Snowball. Torreblanca y Salgado
fueron expulsados de la granja con la
alianza de “izquierda y priístas” alentada por Alberto López Rosas. Él es el
“Napoleón” orweliano. El ganó a pulso su jerarquía al expulsar del poder a
Snowball, encarnado en Zeferino y Félix.
EL
CHIQUERO
Las
lluvias anuales cayeron sobre Guerrero. Hubo daños en todos lados. Muchos
muertos en el Sur. En Acapulco la corrupción de los gobiernos de La Granja fue
puesta ante los ojos del mundo: por presiones de la corrupción se permitió
construir en zonas que se inundan cada que llueve. Las consecuencias de esas
acciones fueron contundentes: mas de diez mil casas perdidas por los meteoros.
Cuando llueve en los humedales hay lodo. Como
en los chiqueros. Eso quedó: mucho lodo y estiércol que fue lanzado por unos y
otros.
“Yo
no fui”, dijo con cara de llanto y ante reporteros Alberto López Rosas. Acusó a
Zeferino Torreblanca Galindo de la aprobación del cambio de uso de suelo en las
zonas inundadas. “Yo solo cumplí con la ley. De no entregar licencias me
hubiese obligado el tribunal”, acusó al lanzar la primera bola de estiércol en
contra de su compañero de partido.
La
campaña de excremento fue respaldada por los hermanos de López Rosas. Cual los
perros de Napoleón persiguieron, ofendieron, insultaron, amedrentaron a quienes
en medios de comunicación cuestionaron la veracidad de los dichos de quien ha
convertido en costumbre llorar cuando se siente acorralado y reprimir
soberbiamente cuando tiene poder. Poco faltó para que enviase a los quince
policías armados que le cuidan en vehículos blindados, a convencer con
argumentos sus dichos. ¿Intimidación?
Zeferino
Torreblanca Galindo se defendió. Desde la ciudad de México, en los medios
preferidos por quienes se dicen limpios, castos, pulcros y democráticos, acusó:
“fue Alberto López Rosas.” Acusó al gobernador de Guerrero ser el primer
violador de las leyes en aquella zona. Denunció que el edificio del Teletón fue
construido en una zona no apta. Reconoció que por presiones se entregaron
licencias de construcción. Lanzó, igual que López Rosas, estiércol. Muchos
estiércol.
La
Rebelión en La Granja, escrita a mediados del siglo pasado, por George Orwell,
ha sido tropicalizada. Se reedita en
Guerrero.
TRASCENDIÓ
QUE
al igual que pasó con Willy Reyes, ex presidente municipal encontrado culpable
de homicidio y a quien no se le ejecuta
la respectiva orden de aprehensión por
órdenes de “un muy buen amigo suyo”, el caso de las investigaciones para
encontrar a quienes otorgaron licencias de construcción en zonas inundables
dará un vuelco. Se rasuró la lista de ex presidentes municipales a investigar.
Éstas se centrarán en Félix Salgado Macedonio y Zeferino Torreblanca.
¿Y
los demás? Como dicen el adagio popular: mas vale (buenos) amigos que dinero o
el adagio juarista: “a los amigos justicia y gracia; a los enemigos la justicia
a secas”. ¿Quién es el gran hermano que puede detener investigaciones en contra
de sus amigos?
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