Ernesto
Rivera Rodríguez
El
aumento periódico, por no decir mensual desde hace nueve años del litro de la gasolina, se ha convertido en
una grave carga para la economía de la clase trabajadora que somos los más en
este país, y que hoy la cereza del pastel del gobierno de Enrique Peña
Nieto, y de sus socios del Pacto por
México, “La Cruzada contra el Hambre, y la solidaridad por los miles de
damnificados en Guerrero, por la tormenta “Manuel”, es sin lugar a dudas una
grave contradicción.
Ante
el encarecimiento de los productos básicos, como si estuviéramos en “tiempos de
guerra” o algo peor, propiciado
principalmente por el aumento en el precio de los combustibles, la familia
mexicana y hoy los guerrerenses ha tenido que ajustar su presupuesto, a su cada
vez más precario salario mínimo y en Guerrero a la perdida de todos sus bienes
por motivos de los desastres naturales,
que a últimas fechas hemos padecido, salario, que cuando se tiene se ha convertido en un “salario del
miedo”, para la adquisición de los productos básicos cada vez de mayor precio y de poco valor nutrimental.
El
presidente de la República desde su visita al municipio de Apango, donde puso
en marcha la “Cruzada contra el hambre”, subrayó hasta el cansancio los grandes
beneficios de sus 75 acciones, y que hoy la tormenta Manuel hecho por tierra, cuando en realidad es otra cosa, porque la
pobreza no se va a combatir con despensas que hoy tanta falta hacen en pueblos
colonias y comunidades que “Manuel” dejó
bajo el agua, el lodo y expuso su gran marginación, en que vivían desde mucho
antes de su paso destructor. Y hoy en un sinsentido de la política
macroeconómica se anuncia un nuevo aumento a la gasolina lo que hace que se
derrumbe de nuevo cualquier programa
social.
Hoy
agobiados por los desastres ocasionados por la tormenta “Manuel”, casi el
Armagedón para Guerrero, parece inadmisible que este nuevo golpe de mano del
gobierno federal, por el aumento del
precio del litro de la gasolina, viene a hundir más no sólo la economía
de la entidad sino cualquier esperanza de un pueblo donde uno de cada tres
guerrerenses está hundido en el lodo,
camina entre el agua o simplemente
no puede ni acercarse a su hogar, desaparecido en el fango o bajo metros
de agua. Sí en Guerrero, hoy uno de cada
tres es damnificado, dos de cada tres viven en la “zona del hambre” y
hoy tres de cada tres, es decir al cien
por ciento de los trabajadores guerrerenses, a todos los perjudica
gravemente el aumento mensual, como este último de once centavos en el costo
por litro de la gasolina.
Este
décimo aumento bien a ser un “golpe” no sólo a su economía sino que suma a su
desgracia la doble cara que pareciera
tener Enrique Peña Nieto: una, la de la
solidaridad ante los despojos que dejo al tormenta “Manuel”, y con la otra nos
golpea: “apriétalos, pareciera decirle a Videgaray”.
Cómo
nos preguntamos, la clase trabajadora va a confiar en el programa de la “Cruzada contra el hambre” o el día de
hoy la aplicación del Fonden, que pretende aplicarse de manera rigurosa, pero que va a pasar por los mismos trenes de la burocracia, y si
se van a utilizar las mismas manos, y se van a tener los mismos corruptos resultados.
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