Ernesto
Rivera Rodríguez
¿Qué
se llevó el agua? Todo o nos dejó algo
para darnos cuenta de lo falible que es el ser humano, nuestra sociedad y lo
peor de todo, nuestro sistema político, y con ello lo peor que pueden ser los políticos que en
la mayoría de los casos, que no ven más allá de las urnas que dicen ellos, la
suma de los votos les dieron el triunfo,
que en nuestro caso, la tormenta tropical Manuel, la lluvia, no los dejó
ver el “agua”.
El
fin del algoritmo aguirrista, la continuidad del algoritmo waltiano “Si se
puede”. El coraje por el primero no cesa, el respeto por el segundo sigue
creciendo, pero el problema de la reacción excesivamente emocional del público,
de la población era de esperarse: los dejaron solos. Los protocolos de
seguridad no funcionaron, las alarmas o alertas se convirtieron en eco, de la
incredulidad. Una hoja no hace otoño.
Muchas
objeciones, pocas soluciones viables, cuando desde el fondo de la crispación
social crece la desesperación, se hinca el dolor, el abandono, donde ya no
existe el aplazamiento de la resolución de los problemas inmediatos, donde lo
importante a dejado de ser, al ser arrebatado por la furia del agua, su
reacción sobre la naturaleza del desastre social, frente a la fuerza de la
naturaleza, donde los responsables en el poder, conocían perfectamente las
posibilidades de las consecuencias.
La
decisión del gobernador Ángel Aguirre –decisión suya o de otros- de hundirse hasta el pecho, es la lectura
perfecta de los “pies de barro” sobre los cuales camina, de acuerdo al consenso
orgánico de la opinión pública, es una indicación que no necesito referéndum
alguno.
Tal
parece que nuestro sistema político ha caído en eso que don Fernando Marcos
(q.e.p.d.), afirmara: “es un sistema
de incompetencia”. Él lo afirmo respecto
al futbol nacional, nosotros se lo pedimos prestado y lo calificamos al sistema
político nacional. Como anillo al dedo.
"Manuel",
el del agua, dejó mucho más que eso, dejó una lección que no acabamos de
comprender en medio del duelo, por todo lo perdido, por los caídos en la suma y
las potencialidades del sistema corruptor que nos ha hundido, y con aquello de
que la “corrupción somos todos”, el algoritmo Martiano, sin lugar a dudas es la única vía de respuesta,
vía la honestidad, la transparencia como un programa y principios a seguir en
la aplicación de los programas municipales. El algoritmo es claro. Como la foto
que le dio la vuelta al mundo, la foto del dispendio aguirrista, la farándula y
la soberbia ahogada en sus propios excesos y banalidades.
Guerrero
es el cuarto estado en recibir mayor precipitación de agua pluvial en el país,
después de Tabasco, Chiapas, y Veracruz, pero no almacenamos ni el diez por
ciento, de allí que de nuevo sale a la
luz pública la importancia de la construcción de la presa La Parota.
Vimos a un Marco Antonio Suastegui, ya no el ensoberbecido Marco Antonio, sino
el humilde, frente a la realidad, no exclusivamente de él, sino de todos, con
la mirada vacía, viendo hacia el horizonte, hacia la nada, o hundidos en su
propia desesperación, sin nada en las manos, cuando La Parota pudo haber sido
en mucho la diferencia. Es el momento de regresar lo del agua al agua.
Email:
gernestorivera@gmail.com
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