Rodrigo Huerta Pegueros*
Por
lo que se refiere al primer caso, o sea, de las amenazas a los ediles que
comulguen o protejan a las autodefensas populares en sus municipios, nada ha
pasado hasta ahora, pues ningún presidente municipal ha salido a defenderlos o
declararles su apoyo.
Pero
en el segundo caso, esto es, de la designación del secretario de seguridad
pública en el municipio de Acapulco, el asunto ha salido a la luz pública y se
ha informado ampliamente de los acuerdos a que se llegaron entre el gobernador
del estado, el comisionado nacional de la policía federal para designar a dicho
funcionario, quien además, arrastra consigo una biografía nada cómoda, sobre
todo, para los normalistas de la entidad, quienes están a unos días de
conmemorar el asesinato de dos de sus compañeros el pasado 12 de Diciembre del
2011, evento en el que al parecer tuvo una participación destacada el sujeto
propuesto para encabezar la lucha contra el crimen organizado y la depuración
policial en este municipio turístico.
El
alcalde de Acapulco, sin inmutarse, ofreció detalles de la forma como actuaron
tanto el gobernador como el comisionado nacional de la policía federal, no
tomándolo en cuenta ni solicitando su participación en la discusión de la
estrategia que se aplicará en el municipio de Acapulco en materia de seguridad
pública.
Esto
lleva a pensar que el gobernador del estado no tiene confianza en el alcalde de
Acapulco o el comisionado nacional de la policía federal no quiere que el edil
conozca las atribuciones que tendrá el nuevo funcionario de seguridad pública.
Sea
lo que sea, o hayan tratado lo que trataron, el caso es de que el alcalde de
Acapulco al parecer ha sido nulificado en sus atribuciones y solo lo utilizarán
para que sea el conducto ante el cabildo porteño para que este acuerde dar su
veredicto a favor del funcionario previamente designado por el ejecutivo
estatal y el comisionado federal. Esto es pocas palabras se trata ni mas ni
menos que de una imposición a la vieja escuela del priato que parecía haber
sido sepultado una vez que se inauguró en México la transición a la democracia.
Lo
peor del caso es que ni el alcalde de Acapulco ni ninguno de los regidores
pertenecientes a los diferentes partidos políticos que están representados en
el cabildo, han alzado la voz para demandar, antes que nada, que se respete la
ley, que se le de el lugar que se merece el cabildo porteño y quien lo
encabeza. Esto no ha sucedido así y tal
parece que de consumarse esta imposición, los miembros del Ayuntamiento estarán
ante la presencia de un funcionario que no tendrá la necesidad de responder
ningún cuestionamiento ni de darles cuentas de lo que haga o deje de hacer.
El
Ayuntamiento de Acapulco quedará tocado. El alcalde será un ariete del gobierno
estatal y de la federación en materia de seguridad pública. El cabildo dejará
de ser el lugar deliberativo para los asuntos importantes y trascendentes del
municipio y los ciudadanos quedarán aún más débiles ante la criminalidad común
y organizada.
Al
parecer el gobernador Ángel Aguirre Rivero le tomó la palabra (literal) al
alcalde Luis Walton Aburto, cuando en días pasados declaró que no podía dar
seguridad pública los ciudadanos acapulqueños. Fue entonces cuando la
federación, quien había impuesto al actual secretario de seguridad pública
municipal, volvió a proponer un nuevo elemento con una nueva estrategia para
frenar los índices de violencia e inseguridad que en las últimas semanas se
incrementaron en este territorio.
Lo
cierto de todo esto es que el gobierno estatal se extralimitó en sus funciones
y el alcalde de Acapulco dejó que le pasaran por encima y le faltaran al respecto
incluido al cabildo en pleno.
Acapulco
bajo la batuta del gobierno federal con la complicidad del gobierno estatal y
la nulidad del alcalde.
Lo
peor del caso es que ni pío puede decir el alcalde al gobernador tras haber
solicitado recursos económicos para librar los gastos de administración del mes
de Diciembre. No hay que olvidar que en política nada es gratuito, todo se paga
y a veces a costos mucho muy altos y graves que trastocan la dignidad de los
individuos.
Periodista/Analista
Político*
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