Rodrigo Huerta Pegueros*
Las reformas que envió el ejecutivo
federal al Congreso de la Unión para su análisis, discusión, fueron aprobadas
en su totalidad con sus consabidos entramados de confrontación entre las
distintas fuerzas políticas representadas en las cámaras de diputados y
senadores.
Así fueron aprobadas las reformas
educativa, de telecomunicaciones, las hacendaria y financiera, de
transparencia, político-electoral y energética.
Dos de estas reformas son quizá las que
harán que México inaugure nuevos paradigmas y estas son, particularmente, la
que tiene que ver con la política electoral, donde el sufragio efectivo y no
reelección se mantuvo en forma inalterable durante 80 años, pues habrá que
recordar que fue en el año de 1923 cuando se reformó la Constitución y en su
artículo 59 se instituyó la no reelección para presidente de la República,
gobernadores, senadores, diputados federales, legisladores locales y alcaldes,
síndicos y regidores de todo el país.
En este fin de año del 2013, el mismo
partido que promovió la no reelección –en ese entonces Parido Nacional
Revolucionario hoy Partido Revolucionario Institucional—en complicidad con el
otrora enemigo político (Partido de Acción Nacional), aprobó la reelección de
senadores, diputados federales, legisladores locales, alcaldes, síndicos y
regidores, lo cual echa al cesto de la basura el paradigma de la NO REELECCIÓN.
Muchos juristas de la talla de Jorge
Carpizo, Ulises Schmill, Ignacio Burgoa, Emilio O. Rabasa y Gloria Caballero,
hicieron agudas reflexiones de los porqués en este país la reelección era
(quizás sea todavía) contraria a la democracia y a favor de un grupo
privilegiado.
El PNR promovió y logró que el sistema
político mexicano lograra no solo su avance sino su consolidación con el
principio de la renovación constante de sus gobernantes y ha sido el mismo
partido hoy convertido en PRI el que ha dado marcha atrás y a abierto las
puertas de nuevo para que una clase privilegiada se enquiste en el poder
político.
Es verdad que el mundo y por
consecuencia México se han transformado y hemos vivido una serie de cambios
sociales, político y económicos de gran envergadura que pareciera dar la razón a
los reeleccionistas, sin embargo habrá que ver como se procesa entre partido y
sociedad esta nueva modalidad política-electoral.
Lo cierto es que no se podrá hablar mas
de la no reelección en México y sobre todo, que esta puerta abierta, podrá
ensancharse mas en pocos años para que tanto el presidente de la República como
los gobernadores (ya se ha logrado en Guerrero y en otras entidades) puedan
reelegirse.
Sin embargo, la reforma de mayor
envergadura que se ha logrado realizar en el Congreso de la Unión en los
últimos lustros ha sido la reforma energética la cual abre de par en par las
puertas para la inversión extranjera y nacional en todas las áreas que estaban
protegidas por los artículos 25-27 y 28 de la Constitución y que fueron
reformados por los senadores de los partidos Revolucionario Institucional y de
Acción Nacional.
Esta reforma energética es quizás la
última reforma que habrá en el país y que haya despertado el mayor interés en
la opinión pública, ya que dos visiones encontradas estuvieron siendo debatidas
en todos los medios de comunicación, en foros políticos y académicos y por
supuesto dentro del congreso, donde mas bien, no se logró el debate sino mas
bien prevaleció una visión de los porqués NO se debía reformas la constitución
para la exploración y explotación de los hidrocarburos y la producción de
energía eléctrica en el país, pues los reformadores solo acataron órdenes y
votaron en consecuencia.
Si bien es cierto que esta reforma
energética salió con mayoría calificada, no quiere decir que estuvo bien o que
actuaron en forma correcta. Ya lo decía un filósofo francés del siglo XVIII que
‘’las mayorías no siempre tienen la razón, lo que tienen es mayor número de
votantes’’.
Los paradigmas del nacionalismo y la
expropiación petrolera, representada en la figura del general Lázaro Cárdenas
del Río, han sucumbido frente a la ola privatizadora que se inauguró al momento
de que la política neoliberal fue impulsada y catapultada junto a la
globalización y la apertura de los mercados.
En México, en el periodo de Carlos
Salinas de Gortari, la privatización de las empresas manejadas por el Estado
fueron entregadas a manos privadas, como ejemplo central e inolvidable está la
empresa Teléfonos de México, la cual cayó en manos del ahora hombre mas rico
del mundo, Carlos Slim Helú, el cual sacó raja suficiente de esta empresa para
lograr su milagro económico.
Tras esta ola neoliberal, el gobierno de
Ernesto Zedillo Ponce de León también tuvo su parte privatizadora como fue la
venta de los Ferrocarriles Nacionales, lo cual le redituaron grandes beneficios
en el futuro inmediato al hacerse de cargos ejecutivos en empresas
trasnacionales que tenían que ver con el sector.
Lo único que nos que falta por
privatizar era la exploración y explotación de nuestro recursos petroleros y de
energía eléctrica, bajo una campaña inmoral y contra los monopolios, frase
repetida que fue convertida en una verdad inexorable mas sin embargo errónea,
ya que hablar de monopolio es de que una persona o una empresa, sea la que
aglutine en sus manos la operación de un bien común. En el caso del petróleo
y de electricidad, el dueño de estos recursos es el ESTADO y por consiguiente no
es ni un empresario ni una persona sino que son los dueños de estos recursos
todos los que viven dentro de un territorio determinado como es el caso de
México y por consiguiente TODOS LOS MEXICANOS somos dueños de los bienes
nacionales tal y como lo determina la Constitución Política de México.
Lo cierto es que la voracidad de los
políticos no tiene límites ni tiene fronteras ni tiene patria y por
consecuencia no les importa que los recursos nacionales sean protegidos o
sean despilfarrados como es el caso de la reforma energética, la cual hoy día
abre las puertas a la inversión extranjera, con el peligro de que estas una vez
dentro, sean dífíciles de expulsar, lo cual se tendrá que acudir de nueva
cuenta a una figura de la talla del general Cárdenas, lo cual se hace casi
imposible encontrar.
El riesgo de la privatización del sector
energético está hoy en marcha. Veremos si tenemos los mexicanos las leyes o
herramientas jurídicas suficientes para que el manejo de los recursos
energéticos puedan transparentarse y conocerse el monto y destino de los
mismos, pues en un país donde las autoridades no son muy transparentes, se
mantiene la duda de que si esta reforma será para bien de la nación o de unos
cuantos privilegiados nacionales y extranjeros.
La consulta popular que promoverá el PRD
para tratar de impedir la privatización es la última esperanza que se tiene
para que Pemex y la CFE continúen en manos del ESTADO NACIÓN.
Periodista/Analista Político*
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