Roberto
Álvarez Heredia
Dicen,
que después de la tormenta, viene la calma. Pero en Guerrero, este dicho tan
popular y sabio, simplemente…no se aplica. A casi 5 meses, que cayera sobre
nosotros, el peor fenómeno meteorológico en la historia del estado de
Guerrero…la tragedia sigue.
Ahora,
ya nos son las precipitaciones, que inundan los hogares de miles de familias
guerrerenses, ni deslaves que desaparecen a pueblos enteros… Lo que se abate
sobre nosotros, es la negligencia humana…que es mil veces peor. Y ésta no se
oculta, ni se diluye…con el favor de una renuncia. Ni con los enredos verbales
con los que se atora el contralor. Aquí, lo único que sí vale…es que se
aplique la ley, simple y llanamente.
Si
con las investigaciones que se realizan, existen elementos para fincar responsabilidades
penales…no hay ningún motivo para darle vuelta al asunto. Lo que se trata… es
lavarle la cara a un estado, que quedó ensuciado por funcionarios deshonestos e
insensibles que se alejaron de la ética de la responsabilidad.
Que
echaron a perder cientos de víveres, que se pudrieron y terminaron siendo
alimento…no para las familias que todavía los necesitan…pero sí para las ratas…
¿Qué pensarán los miles de mexicanos que compraron víveres para donarlos, con
la certeza de que llegarían hasta su destino?
¿Qué
dirán los niños? que les pidieron a sus padres que no dejaran de comprar en los
supermercados alimentos, agua embotellada y medicinas para llevarlos a los
centros de acopio. ¿Cómo podremos ahora recuperar la confianza de los
mexicanos?...si todavía leemos que en Guerrero nos justificamos y minimizamos
los hechos. ¡Por favor! No se puede defender lo indefendible. En este
caso, no se puede argumentar nada, que no sea…el pedir perdón y aplicar la ley.
Pedir
perdón, porque no fuimos consecuentes con la generosidad del pueblo mexicano.
Pedir perdón, porque miles de guerrerenses están --en estos momentos-- al borde
de la hambruna y de la crisis alimentaria, ya que se perdieron miles de
hectáreas de cultivo de temporal.
Pedir
perdón, porque nuestro estado fue el primero en la república, donde se anunció
la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Ahora,
a quienes tienen la responsabilidad delegada por un pueblo soberano, es pedir
perdón y rectificar cuando se mete la pata. Lo que pasó con el asunto de las
despensas, va mucho más allá, que castigar a unos malos, pésimos funcionarios.
En este penoso tema, se debe profundizar en las investigaciones, no delimitarlo
en uno, dos o tres almacenes únicamente.
¿No
será que lo encontrado fue solamente la punta del Iceberg? ¿No habrá otros que
guarden en sus casas más despensas echándose a perder, o que estén esperando a
utilizarlas con fines políticos y electorales?
Este
penoso tema, no termina enjuiciando a unos, con la firme vara de las leyes.
Aquí, lo hay que enjuiciar, es a todo un sistema de complicidades e impunidades
que lo permite. A un sistema que no es transparente, ni rinde cuentas a nadie.
Aquí, lo que hay que hacer, es como vamos a impulsar los cambios legislativos,
políticos, legales y administrativos para evitar que nunca más se vuelvan a
repetir actos tan ruines como el que nos ocupa.
Aquí,
lo que se trata, es como vamos a cambiar al individuo que movido por intereses,
por ambiciones o por ignorancia, hace cosas tan detestables y condenables. Y
cuando lo hayamos logrado, podemos decir con convicción, que hemos transitado a
nueva etapa en la historia de Guerrero.
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