Democracia y valores

Noé Ibáñez Martínez

En Guerrero se acercan intensas campañas electorales para renovar diversos cargos públicos. Los aspirantes ya se andan alistando y organizando sus candidaturas para lograr una “representación popular”, algunos ya hasta se adelantaron, motivo por la cual el Instituto Electoral del Estado de Guerrero (IEEG), los obligó a suspender dichas actividades hasta que el tiempo legal lo indique.

A raíz de la reformas política-electoral de 1977 y 1997, en México se ha abierto una cierta pluralidad política, lo cual no significa el ejercicio pleno de la democracia, sino la diversificación de participaciones a través de partidos políticos en la vida nacional.

El voto se convirtió en la herramienta principal de los ciudadanos, pero que a su vez, se convirtió en un ejercicio que los políticos manejan como la plena práctica de la democracia y qué ésta se encuentra en una etapa de consolidación. Sin embargo, para ser realistas, el voto no es sinónimo de democracia, sino una mínima parte de un conjunto que lo define.

Además, las elecciones que se celebran para renovar cargos públicos en el país como parte del sistema político que lo rige, es la versión oficial la que resalta la democracia como el camino viable de participación ciudadana para lograr la igualdad, el progreso y el bienestar social, pero restringen su práctica solo por un día a través de un voto.

Esto convierte la democracia en México de carácter ilusionista, fundamentalmente por dos razones: a) su redacción en la norma constitucional y legal es muy restringida; y b) no están debidamente reglamentadas las figuras de democracia participativa. Por ello, se debe replantear la soberanía para que deje de ser una institución guardada en el ropero y el ciudadano deje de ser un “soberano don nadie” (Muñueco, 2006).

Por ello, para hablar de democracia, ésta tiene que ir acompañada con ciertos valores primordiales que muchas veces son aislados por los actores políticos. José Woldenberg en su obra, El cambio democrático y la educación cívica en México; habla de estos valores, entre los cuales destaca: el pluralismo, que es la diversidad de intereses, concepciones, ideologías y puntos de vista. La tolerancia, regula la fricción del pluralismo. La competencia regulada permite que individuos y agrupaciones puedan ejercer sus respectivos derechos a través de fórmulas civilizadas.

Además, según Woldenberg, los principios de la democracia que deben respetar cualquier actor político son: principio de mayoría, legalidad, derecho de minorías, igualdad, ciudadanía, soberanía popular, representación, revocabilidad de los mandatos, paz social, convivencia de la diversidad, participación, procesamiento de intereses diversos, inducción a la organización, gobernabilidad con apoyo ciudadano y derechos individuales.


Sin estos valores, estamos construyendo una democracia sin principio ni futuro; es decir, una democracia aparente, fantasmal y simuladora, “una democracia sin pueblo”.

hist23@gmail.com

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