Hugo Falcón
Páez
La humanidad se abrirá paso hasta el final de los tiempos, tal y como
desde un inicio.
Considero que el primer
ser humano fue una hembra, sí. El resto es un misterio descifrable y un dictado
tergiversado en el Genésis y otros escritos milenarios. Una mujer fue la
concepción primigenia de quienes nos diseñó, hablo en plural porque considero
que somos producto de varias entidades intergalácticas, nuestro cerebro en su
constitución física y en su dimensión como antimateria, es la analogía más
certera y tangible al cosmos. Ahí está la clave. Somos una serie de ejercicios
de creación en varios puntos del infinito, del espacio y tiempo. Más allá de la
imaginación, del conocimiento y de lo que tengamos como una verdad. Yo creo en
Dios, pero no como un ser divino ni hermanado con la religión o liturgia, ni
mucho menos con la iconografía, sino como una fuente absoluta de unidad y
totalidad que persiste en el Universo, y esa energía invisible para muchos, en
el ser humano vive.
Por ejemplo. Lucy, el nombre del esqueleto fosilizado que
hallaron el 24 de noviembre de 1974 en Etiopía. El descubrimiento de Donald
Johanson fue una hembra homínido de la especie Australopithecus afarenis, con
más de 3.2 millones de años de antigüedad. Otro hallazgo relevante para la
humanidad, es el reciente en Tulum en un “hoyo negro” ubicado a la entrada de
un cenote (Puerta Sagrada al Inframundo Maya o Xibalbá). Se trata de Naia, una
joven de entre 15 y 16 años de edad, de origen asiático e identificada con las
migraciones de Siberia hacia América. El fósil data de hace más de diez mil
años, en el Sanctum también encontraron restos de 26 mamíferos del Pleistoceno
Tardío.
Así debemos localizar lo que hace falta en la secuencia de nuestro ADN,
y algo de ello, es el creer en uno como creer en nuestros hijos. Saber que la
herencia es lo que eres como persona. El género así trasciende en el cuidado
puesto de lo que es el nacimiento y muerte de un ser humano. Ahora bien, lo
contrario a un parto es un aborto, y viendo de una manera horrenda la
situación, hay individuos que hubiera sido mejor que nunca hubieran nacido.
Pero bueno, eso no es el punto. Si ustedes viajan por la internet y buscan,
podrán encontrar que se ofertan legrados en clínicas o centros de salud, y
tienen un costo que va desde los tres mil pesos hasta los diez mil pesos,
incluso hasta gratis. Mujeres y hombres preguntan en foros de diversos portales
web, dónde y cómo se hacen y cuánto es el costo monetario de un legrado o un
curetaje, también cuestionan qué es mejor si recurrir a las pastillas o
inyección.
En el caso equis a la “n” potencia es vigente. Y al legalizar esta
acción, que en la antropología social es fundamental observar que es un negocio
más, multiplicando la cantidad de abortos exponenciales en el país, el costo
per cápita es de miles de millones de pesos que no van a las arcas municipales,
estatales y federales. Una clara evasión de impuestos. Pues en México hay más
de un millón de abortos clandestinos anuales, es entonces que algunos sectores
han visto el punto administrativo y financiero al lograr y algunos querer legalizar
lo que muchos ven con malos ojos. Hay que poner las cosas en claro, el aborto
en el marco como interrupción legal de embarazo, sólo es legal desde el 24 de
abril de 2007 en la Ciudad de México, y antes de las 12 semanas de gestación.
Aplica en casos de defectos congénitos, de violación o que esté en riesgo la
vida de la madre. Los códigos en otras entidades en la ley del aborto en México
son diversas, en Yucatán y Querétaro, así como en Guanajuato, donde se castiga
con penas de prisión de hasta 30 años. Es necesario redoblar esfuerzos como
padres en enseñar y mostrar la realidad a los infantes del por qué no deben
tener relaciones sexuales sin protección, superar las expectativas de las
campañas de cómo y por qué usar profilácticos, condones, métodos higiénicos o
la abstinencia.
No a la especulación ni a las confrontaciones políticas ni
mucho menos sociales. El marco jurídico cobra un sustento al promover la
maternidad con responsabilidad, los derechos reproductivos y la salud sexual,
así como la orientación sexual en niñas y niños, adolescentes y jóvenes, así
como en poblaciones paupérrimas y marginadas, que sobran en la nación. Pensando
como los integrantes de la Iglesia, supongo que el argumento más detallado en
contra de la ley pro aborto sería: “Dios no mataría a ningún ser humano”. Es
necesario entender que salvar una vida es más que suficiente para su Dios, tan
simple como que va más allá de cualquier código o artículo. Debatir una
iniciativa y convertirla en ley es generosa, siempre y cuando se agradezca en
aras de la ciudadanía. Ya quisiera ver a Martin Lutero en este embate cultural,
civil, moral y ético, pero sobre todo cargado de enseñanza.
Abreviando, la
finalización prematura del embarazo o interrupción, en un sentido humano, debe
ser ejecutada por el malogramiento de cualquier causa que podría y pone en
riesgo de muerte a la madre, que por el bien de la raza humana nos ha criado,
tan es así de verdadero, como el poder y la figura paterna para representar a
lo que más se asemeja a la perfección, nosotros. Ambos padres a nivel
mitocondria y cromosómico, son para mí, la secuencia primitiva de nuestros
orígenes, hasta el final de los tiempos y el espacio. Con el permiso de quienes
nos crearon.
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