Ernesto Rivera Rodríguez
La detención del supuesto luchador social José Luis
Suastegui Muñoz, líder y llamado siempre “vocero”, del Consejo de Ejidos y
Comunidades Opositoras a la Presa la Parota (Cecop), ha descubierto la “cloaca”
de los grandes intereses que se encuentran detrás de este pseudo líder, un
vocero que en los casi doce años de ese
movimiento, convirtió su oposición en un marco de referencia para todo aquello
que propusieran gobiernos federales, estatales y municipales y llegar hasta
pasar por encima de intereses comunales, grupales y privados, amén de
descalificar, y amenazar a las más altas autoridades gubernamentales.
La “mano que mueve la cuna” de este aprendiz y emulo de
Mussolini, gesticulador, vociferante, prototipo de un fascismo primitivo,
encubierto con tintes de luchador social, convertido en un provocador en todos
los sentidos, instalado en la más acendrada hipocresía, condenaba en los demás
lo que en él se veía como virtud, su cretinismo incitador. Desde su púlpito,
desde su perspectiva autóctona, con el coraje siempre en el rostro, el sudor
perlado de su repudio a todo lo que oliera a “autoridad”. Referente de su
negativa a todo aquello que refiriera a la imagen paterna.
José Luis Suastegui Muñoz, sólo fue y es, el referente
de los poderes ocultos, que desde las vísceras del mismo sistema alientan con
todo, la sinrazón de oposición como un gran negocio en donde desde la oscuridad
cobran sin recato alguno. Hoy los pueblos
de las márgenes del Río Papagayo, en la gran zona de la región de los
Bienes Comunales de Cacahuatepec, duermen más tranquilos. No todos estaban con él.
Su rechazo fue siempre silencioso, temerosos de la represión, de las amenazas
constantes, de las arbitrariedades cometidas
a diestra y siniestra por quien en el aparador de los medios que comulgan con
la izquierdas y derechas vociferantes y desde la clandestinidad y con el
prurito de la libertad de reunión y de expresión, era y es sólo un títere de la
ultraderecha galopante, que llevo al encono total a una sociedad, la
guerrerense que busca conciliar su historia libertaria con el presente, que
vive subyugada a quienes con arrebatos líricos peroran una moral como si ellos
la hubieran inventado. Cualquier acercamiento con las autoridades del parece
pornográfico, aberrante, cualquier proximidad de dos jóvenes, un atentado a la
castidad, sin ver sus fealdades interiores dándole vuelo a la hilacha, para
darse aires de luchadores sociales, aires de santidad, como si fueran las
“heroínas de Orleans” e ir vociferando
día y noche contra los pecados, las posturas, las disidencias de los otros.
Hasta Moisés en la Sagrada Biblia, respeto al Faraón,
él sólo era el mensajero… y así está escrito. Pero aquí es todo lo contrario. Ello
está bien documentado, rebasando los límites de la tolerancia y de la
prudencia, cuando nunca, jamás hizo algo por su pueblo, por su comunidad, jamás
presentó un proyecto alternativo, nunca propuso una obra de beneficio social,
jamás colaboro para levantar una aula escolar, una clínica, a abrir y
pavimentar un camino. No. Y a eso llaman ser un “luchado social”? Qué opinara
de ello los creadores del Plan de Ayutla, los Hacedores de los Sentimientos de
la Nación, y más recientemente, forjadores de la verdadera lucha social como
Don Pablo Sandoval. Pero con esa furia, con esa rapidez exprés, por qué no han
detenido al sátrapa de Acapulco, Manuel Añorve Baños y sus cómplices.
gernestorivera@gmail.com
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