Alfredo Nava Pérez
Leyes secundarias: diálogo ficción e imposición
Es indignante la
simulación del PAN y PRI en ambas cámaras del Congreso de la Unión en torno al
proceso legislativo que dio como resultado la ley secundaria para el sector de
telecomunicaciones, y que seguramente, con esa misma tónica, dará el marco
regulatorio en materia energética.
Desde el año pasado, se
ha generado un falso debate en el que nadie escucha a nadie, en el que los
argumentos legales, constitucionales, económicos y políticos no sirven de nada,
no cambian nada de los dictámenes presentados al pleno, porque la línea del
poder ejecutivo federal ha sido trazada muy claramente y no está dispuesto a
moverse ni un ápice en lo sustancial de sus reformas. Este diálogo ficción no
le abona a la democratización del país, al contrario, profundiza las enormes
diferencias entre los partidos políticos mexicanos y la sociedad en general.
Prueba de ello, fue la
indiferencia que senadores de Acción Nacional y del Revolucionario
Institucional, mostraron en varias ocasiones a los diversos planteamientos presentados por asociaciones civiles y
organizaciones sociales, en el tema de radiodifusión y telecomunicaciones.
Literalmente, esos legisladores, conocidos ahora como la “telebancada” (por
defender los intereses de televisa y tv azteca), dejaron plantados a los
representantes del Colectivo Libre Internet Para Todos y Colectivo por el
Derecho a la Comunicación, en reuniones convocadas oficialmente por las
comisiones unidas del senado de la república, mismas que estuvieron a cargo de
dictaminar la iniciativa presidencial en esa materia. La legitimidad de una
reforma no se gana aparentando respeto a las opiniones ajenas, ni simulando una
actitud democrática y de apertura al dialogo, mucho menos ignorando las
propuestas de la sociedad civil organizada y de los grupos parlamentarios del
PT, PRD y Movimiento Ciudadano. Mandar al carajo lo que piensan millones de mexicanos e imponer la voluntad de
unos cuantos, sean gobierno o empresarios, aquí y en china se conoce como
AUTORITARISMO.
Se dijo una y otra vez, en diferentes medios de comunicación,
que era un contrasentido hablar de conectividad universal como un derecho
social, al mismo tiempo en que se proponía el bloqueo de señales de internet
por “cuestiones de seguridad”, la censura de contenidos y el libre acceso del
gobierno, sin previa orden judicial, a los datos personales de los usuarios de
la red. Finalmente, la tentación de espiar e intimidar a los cibernautas
terminó por convertirse en ley, aplastante fue la votación en el pleno del
senado, eso sí, ni como negarlo, pero con una carga de ilegitimidad tan grande y
directamente proporcional al número de votos a favor de dicha imposición.
La dinámica
legislativa está planteada y, por lo que se alcanza a ver, es muy improbable
que la modifiquen, para qué, si el diálogo ficción que sostienen actualmente
diputados y senadores es más rentable que una verdadera democracia. Ja.
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