BREVIARIO: El doble discurso del gobernador Ángel Aguirre

Alfredo Nava Pérez



La narrativa que ha construido el gobernador Ángel Aguirre Rivero, en la cual afirma que él no está casado con el cargo y que si su renuncia abona a solucionar el problema de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, estaría en la mejor disposición de presentarla; se contrapone a las acciones intimidatorias que en los últimos días el gobierno del estado ha emprendido para minimizar el enorme rechazo popular que miles de guerrerenses y mexicanos en general, le manifiestan en las calles de las principales ciudades de nuestra entidad y del país. Las exigencias de las diferentes organizaciones estudiantiles, sindicales, empresariales y sociales del país son muy claras:

justicia para las familias de quienes perdieron la vida en los atentados del 26 de septiembre en Iguala, presentación con vida de los jóvenes normalistas desaparecidos y la renuncia inmediata del gobernador de Guerrero, por su incapacidad para controlar lo que sucede en el Estado.

Con motivo de la mega marcha anunciada para el viernes 17 de octubre en el puerto de Acapulco, el gobierno del estado implementó una serie de acciones que apuntaban a inhibir la participación de amplios sectores de la sociedad, por medio de la confusión y el miedo. El jueves 16, los acapulqueños pudieron observar durante varias horas, el despliegue de mil 200 elementos policiacos a bordo de patrullas de la policía estatal en la avenida más importante del puerto, Costera Miguel Alemán, en una franca manifestación de fuerza por parte de las autoridades estatales. Horas más tarde, se difundió en diferentes medios de comunicación y redes sociales, una alerta de protección civil, que recomendaba a los ciudadanos no salir de casa, cerrar los tanques de gas, alejarse de las ventanas, cerrar negocios, no acercarse a las avenidas por donde se realizaría la movilización, ya que según ellos, era probable que el contingente se saliera de control y generara destrozos en inmuebles privados y públicos. Incluso, tomaron la decisión de suspender clases y labores en oficinas gubernamentales de todo el municipio. También, como parte de la estrategia disuasiva, el gobierno del estado pactó con organizaciones de transportistas la suspensión del servicio de taxis y camiones urbanos el día de la marcha, tratando de impedir que las personas llegaran hasta el lugar donde fue convocada. Además, se dio a conocer información falsa en cuanto a la forma en que se llevaría a cabo la manifestación, asegurando que serían 3 puntos de concentración y que los contingentes convergerían  en la glorieta de la Diana Cazadora. Datos que fueron desmentidos en la madrugada del viernes por la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CETEG).

A pesar de las maniobras del gobierno del estado y de sus pronósticos fatalistas, que planteaban un panorama extremadamente violento, para atemorizar y desorientar a la población, cerca de 15 mil personas salieron a las calles para manifestar su repudio al gobernador Ángel Aguirre por su actitud omisa y cómplice en relación a los hechos violentos de Iguala, así como para exigir justicia y la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa. La mega marcha contradijo todas las versiones distorsionadas difundidas por las autoridades locales, no hubo afectaciones graves, tan sólo algunas pintas, no se hicieron desmanes ni se vandalizaron edificios públicos. La nota fue la actitud pacífica y las muestras de civilidad de los marchistas. El contingente dio una bofetada con guante blanco, ratificándole a la sociedad que la lucha no es en contra suya, sino del gobierno represor que encabeza “la cachetona”, mote con que han bautizado en las movilizaciones a Aguirre Rivero.

Entre tan incertidumbre derivada del caso Iguala, hay algunas certezas: 

Guerrero tiene un pésimo gobernador, pero cuenta con un excelente actor, capaz de interpretar a un personaje pusilánime, tan “convincente” como su propio desempeño  al frente del gobierno del estado.

Ángel Aguirre Rivero se está quedando sólo, quizás por eso se defiende como gato boca arriba. Y eso que no está aferrado al cargo, imagínense si lo estuviera. 

P.D.

Qué ironía, el gobierno mandó más policías a Acapulco para vigilar la movilización, que a Iguala para buscar a los normalistas desaparecidos.  


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