“EL TITI”
Margarito López Ramírez
Han existido, hay y habrá “Piteros”, pero don Reyes García
Muñiz, El titi, por su forma de ser y actuar, ha quedado en la memoria de
quienes vivieron en los últimos años de la primera mitad del siglo XX. Era un
hombre de mediana estatura, tez morena clara, cabellera y bigotes hirsutos y en
sus ojos resplandecía el color café claro, facciones de auténtico mestizo hijo
de la noble tierra que vio nacer a Ignacio Manuel Altamirano, oriundo del
barrio de Santiago en la ciudad de Tixtla estado de Guerrero.
El Titi calzaba huaraches y en su vida otoñal se le vio
ocasionalmente usar zapatos choclos. En las muñecas de los brazos se liaba
brazaletes de cuero semejantes a los que usaban los gladiadores. Llevaba un
paliacate enredado al cuello y en la cabeza una cachucha beige semejante a la
que portaban los gendarmes guardianes del orden comunitario en aquellos
tiempos. Era de pocas palabras y en su expresión oral se notaba cierta timidez
y tartamudeo cuando veía o conversaba con una dama.
El sobrenombre de “Titi” se debe a que a la par de que hacía
resonar un tamborcillo, ejecutaba una flauta hecha de carrizo para marcar el
acompasado transitar de quienes participaban en los jolgorios populares.
A don Reyes García, heredero y a la postre maestro de
“Piteros” , ser probo cabecilla de una dinastía de “Titis” representativos de
generaciones que trascienden en el entorno social, se le considera un ícono en
el ámbito de las tradiciones tixtlecas: ya en
“El porrazo de Tigres”, ya en el ir y venir de procesiones, en El encuentros de la Cera y demás paseos en
los que participan mayordomos y devotos del santo patrón del barrio; bullicios
populares en los que descuellan danzas, mojigangas y huesquixtles que dan
colorido y alegría.
Quienes guardan reminiscencias de su persona han dado en
afirmar que, en ausencia o desuso del ancestral teponaxtle, transitaba
emitiendo su sonsonete inconfundible para convocar a los pobladores. Y he allí
que por ello, cuando hay ecos que trastocaban silencios en la amplitud de
calles, callejones y plazuelas, procedentes de alguien que divulga lo que debía
guardar, los pobladores susurren: “anda como el Titi, con su pito y su tambor”.
Aunque no falta quien diga: “desbocado, boquifloja,… anda de argüendero,…
deslenguado,… chismoso,… mitotero,…”
*Fragmento:
Libro, “Personajes pueblerinos”, mismo autor.
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