Noé Ibáñez Martínez
Han pasado más de cuatro meses desde la noche del 26 de
septiembre de 2014 cuando la Policía Municipal de Iguala atacó a normalistas de
Ayotzinapa; ese día murieron seis personas y desaparecieron 43 estudiantes,
quienes posteriormente fueron asesinados e incinerados en el basurero de
Cocula, y sus restos fueron arrojados en el río San Juan, según el informe
final de la PGR.
En todo este tiempo, el gobierno federal ha intentado demostrar
que los únicos responsables de la masacre son las autoridades municipales tanto
de Iguala como de Cocula coludidos con el grupo delictivo conocido como Guerreros
Unidos.
En contraparte, los familiares de los estudiantes y demás
organizaciones no gubernamentales que los apoyan, además de exigir justicia y
presentación con vida de los estudiantes, también han tratado de demostrar la
posible participación del Ejército en los hechos y la omisión de las
autoridades para castigar a los responsables. Para ellos, fue un crimen de
Estado.
A más de 120 días de los hechos, se han detenido más de 90
personas, entre narcotraficantes y políticos implicados; 58 policías de Iguala
y de Cocula forman parte de esos detenidos; más de 70 fosas clandestinas se han
encontrado en la zona aledaña a Iguala, Cocula, Chilapa y Zitlala; en las que
se han localizado más de 89 cuerpos durante la búsqueda de los normalistas
desaparecidos; un estudiante ha sido identificado por los expertos forenses de
la Universidad de Innsbruck, Austria; servicio por el cual, la PGR deberá pagar
290 000 pesos. Además de las manifestaciones por Ayotzinapa en el país, más de
200 protestas se registraron en América, Europa, Asia y Oceanía el pasado 20 de
noviembre.
Lo que sigue del caso es que los padres irán a instancias
internacionales.
Este lunes 2 de febrero, una comisión de dos padres de familia
de los 43 desaparecidos y dos activistas acudirán a Ginebra, Suiza, a la octava
reunión del Comité de Desapariciones Forzadas de la Organización de las
Naciones Unidas, para presentar lo que consideran irregularidades de la PGR en
el caso.
Además, este 11 y 12 de febrero se reunirán en Washington,
los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que
investigarán el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y determinarán
también las fechas de su primera visita a México.
Como otras fechas (2 de Octubre, Jueves de Corpus, matanza
de Aguas Blancas, El Charco, Acteal, etc.), el caso Ayotzinapa quedará en la
memoria colectiva y permanecerá por muchos años. Con el pasar del tiempo, la
narrativa general se irá ajustando, algunos hechos, valores o juicios entrarán,
y otros saldrán. Algunos personajes quedarán destacados y otros disminuidos.
Sin embargo, jamás se logrará llegar a conocer la “verdad histórica” de lo que
pasó la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre. La conclusión que
presentó la PGR es su “verdad histórica” a base de testimonios y declaraciones,
de la cual, organismos no gubernamentales han puesto en duda.
Hasta ahora, Ayotzinapa no está terminado, ni terminará con
la identificación de los muertos ni con la expedición de los certificados de
defunción. La construcción narrativa de lo ahí ocurrido, del modo como se hayan
contado que los casos ocurrieron, apenas comienza. Es otra lucha, una que se
desarrollará en los años por venir y que en ellos producirá sus efectos. De
diversas maneras, determinará mucho de lo que pensemos de nosotros mismos y de
nuestras autoridades. Algo de lo que todos nosotros habremos de ser en los años
por venir.
Así también el modo en que consideramos que actúa o deja de
hacerlo el Estado, las posibilidades de establecer relaciones de confianza o
desconfianza respecto de él y sus agentes, derivan en mucho de tales sucesos.
No de los momentos en sí mismos considerados, no de los hechos en bruto, por
decirlo así, sino de la manera en que estos se han construido socialmente.
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