EL SECRETO FRENTE A LA BAHÍA

David Yaurima P.

Cuento del libro “La insalubridad de lo cotidiano” de 

I

Vivo en Acapulco, a cambio tengo la oportunidad de ver la playa coquetearme con sus olas y su arena chapeteada por el sol, todos los días cuando voy al trabajo. A la larga resulta evidente que el paraíso está tan cerca pero no siempre se puede tocar, vivir en él cuesta más de lo que hubiera imaginado, pero sin llegar al arrepentimiento. Por eso nunca me ha sonado descabellado darme un día de turista en mi propia ciudad. Esta vez escogí Playa Hornos, por estar cerca de casa, en uno de esos agridulces lunes de desencanto rutinario. No tenía idea de cuándo sería la siguiente oportunidad de ir a disfrutar de la playa, por eso mi plan básicamente consistió en fijar un punto de partida, uno de llegada y grabar, con mi videocámara, todo lo que hiciera o viera.

Desde muy temprano llegué al muelle donde empieza Playa Tamarindos, en la Avenida Costera. Con el paisaje matutino de la bahía sirviendo de fondo, sostuve mi cámara con una mano y me tapé el sol con la otra, mientras iniciaba narrando a manera de documental lo que sería mi recorrido playero hasta Playa Hornos. Concentrado en la tarea, no me di cuenta que alguien observaba. Después de caminar por la arena buscando algo interesante que documentar, me topé con un grupo de pescadores jalando una red desde la playa a los cuales se sumaban otras personas que pasaban por ahí. Hice un par de comentarios informativos a la cámara y entonces grabé todo el acontecimiento, con un final un poco decepcionante porque hubo pocos peces y mucha basura. Se me ocurrió hacer una videodenuncia para subir a la web, con mis dotes periodísticas aflorando en el mejor momento. Seguí caminando por la orilla de la playa rumbo al asta de bandera, que a esa hora se veía apagada desde la distancia. A pesar de que no ocurrió nada de interés en el camino, eso fue lo que reporté grabando los por menores de mi recorrido con algunas reflexiones sosas acerca el mar. 

Alrededor de las tres de la tarde, me disponía a comer, no sin antes grabar el momento y tomar un par de fotos que subiría a facebook, para preocupar a algunos cuantos. Al terminar tremendo plato de ceviche, con mis niveles de felicidad aumentando y el calor porteño como excusa, bebí varias cervezas que acompañé con la sal de la brisa marina y rebanadas gratis de limón. La tarea de documentar se hizo un poco difícil, quizá era hora de apagar la cámara y sólo contemplar el mar como si fuera la primera vez, redescubriéndolo curioso, pensar que ahí ha estado todo este tiempo. Eso me hizo meditar en lo distraído que soy, las cosas y oportunidades que he dejado pasar, las que no me doy cuenta, como el hecho de que alguien me estuvo siguiendo durante mi recorrido, tan de cerca que podía escucharme y ahora se mostraba frente a mí: Jesús Montes, acapulqueño y pescador de toda la vida, fue el nombre y currículo que me refirió el tipo de barba y bigotes tostados por el sol, igual que su cabello. Tenía una mirada franca, pero huidiza. Por la mañana, cuando se dirigía a casa me observó grabando el inicio de mi reportaje amateur y decidió seguirme hasta encontrar el momento oportuno para hablar, no quería interrumpir el trabajo en proceso de un periodista. Después de su presentación, se mantuvo en pie, con los brazos rígidos a los costados y las manos empuñadas, por lo que, durante los primeros minutos que habló, no me eran claras sus intenciones. La atención que ponía a sus palabras era poca, en mi mente se fraguaba un plan de huída que incluía inmovilizar al sujeto de alguna dolorosa manera, pero necesitaba contar con una coordinación y fuerza que en ese momento me faltaban por el alcohol. Opté por la pacífica idea de escuchar, y en resumen, o lo que logré captar: Jesús Montes, Sr. Chucho a partir de ahora, creía que yo era una especie de reportero encubierto que venía hacer un documental sobre las playas de Acapulco… mi propia risa no me dejó escuchar la siguiente serie de referencias que daba pero comentó haber encontrado algo mar adentro. No sabía cómo probarlo para dar a conocer a la gente y al gobierno, sin que lo fueran a dar por una broma o que padecía de sus facultades mentales. Me pidió ayuda insistiendo en que, le cobrara o no, de alguna manera me lo pagaría con creces. La frustración en su rostro mientras contaba su historia decía más. El Sr. Chucho acudió a las televisoras y medios locales, pero al ser rechazado y burlado, en tres ocasiones, decidió buscar otra forma, hasta que se topó conmigo esta mañana. Por más que elevara mi ego al afirmar que de verdad creía en mi porte y estilo de periodista corresponsal, sentí que debía aclararle que me estaba estrenando en el oficio para no crearle falsas expectativas, ni a él… ni a mí, pero insistió en que podríamos beneficiarnos mucho con su hallazgo, sólo necesitaba que le creyera y me comprometiera de verdad a ayudarlo. Movido por una mezcla traicionera de curiosidad, ambición y empatía inducida por la cerveza, le dije que aceptaba. A petición de él, empezamos al día siguiente.

II

Sesión de grabación #1: Prueba testimonial del Sr. Chucho. Martes 20 de agosto del 2013.

- Estamos en casa del Sr. Chucho quién tiene algo que contarnos, pero antes: ¿Puede decir a la cámara quién es y a qué se dedica?-

- Me llamo Jesús Montes Leyva, tengo 54 años, soy acapulqueño y pescador de toda la vida. Aquí nací, crecí, eche raíz y aquí me voy morir… –

- Cuéntenos sobre lo que encontró, cómo, dónde, ¿puede mostrarlo a la cámara? –

- Debo pedirle que no importa lo que escuche, no se burle o vaya creer que lo ofendo. Aclaro que no estoy loco y no voy a mentir en nada… -

- No se preocupe, ahora quiero saber todo lo que tiene que decir, tiene mi atención. –

- Gracias, entonces le sigo: El mayor de mis hijos se fue a Estados Unidos hace ocho años. Estando él tan lejos, tuve que aprender a usar el correo electrónico, descargar y enviar archivos, videollamadas, sobre todo cuando nacieron mis nietas. Desde hacía tiempo recibía un e-mail de una página de compra-venta de objetos, herramientas, aparatos. Pensaba eliminarla, como le hago con todo correo de este tipo, pero me ganó la curiosidad y entones lo vi ahí anunciado entre materiales de pesca, redes, carnadas y cañas: Kit buscador de Petróleo (KBP), con oferta exclusiva para México. Según con una tecnología nueva, muy sencilla de programar, con manual de usuario y todo eso. Sólo quedaban tres piezas en existencia con envío gratis. El costo del aparato era tan elevado que me desanimé pero podía pagar a meses sin intereses, y para demostrar la eficacia de la maquina, con el primer pago podían enviarme el kit, firmando un contrato de compromiso de pago total de la deuda, en cuanto recibiera mis primeras regalías por lo que sea que encontrara. Si no encontraba nada, no les terminaría de pagar. Aún así tuve que juntar los $25,000 del pago inicial donde se fueron casi todos mis ahorros y claro que no le dije a nadie. Ni a mi esposa o le daría diabetes del coraje.

- Eso fue algo arriesgado, ¿no cree? –

- El que no arriesga no gana mi buen, y esta vez creo que ganamos. Si el aparato no miente –

- ¿Eso significa que si encontró petróleo?... pero primero, hable de ese aparato –

- El kit buscador de petróleo (KBP) llegó en un paquete grande, una semana después de que había hecho el pedido y el pago. Sentí un alivió al recibirlo, sobre todo porque no estaba mi familia. Ahí mismo lo abrí pa’ ver cómo era: una media esfera negra del tamaño de un balón de basquetbol, sin cables, acompañada de otra maleta mediana con accesorios. Por las noches cuando salía a pescar me llevaba el aparatito en una mochila. Hice todo de acuerdo al instructivo: Dejé el KBP al sol unas horas para que la batería interna se cargara, encendí desde el botón principal y la maquina inmediatamente se configuró ubicando la posición exacta en la que según me encontraba en el mapa. Luego apareció un menú para seleccionar el tipo de terreno para buscar petróleo: Mar, Desierto, Pantano, Nieve. No es necesario saber leer, la maquina va dando instrucciones con una voz de mujer, tiene botones muy claros de las opciones y las tareas a realizar, finalmente había que activar y distribuir una serie de 150 bollas pequeñas y centellantes, para delimitar el área de búsqueda. Esto me llevaba dos horas los primeros días, después en media hora instalaba todo. Confieso que por casi tres meses, mi red de pesca nunca tocó el agua durante toda la noche. El resto del tiempo la pasaba pescando con mi sedal y mirando la pantalla esperando algún cambio que indicara algo. -

- ¿Qué ocurrió después? -

- Cómo decía, al principio no pasó nada, por ratos me sentía engañado, releí el manual de uso varias veces, incluso traté de hacer un plan de búsqueda para no explorar los mismos lugares, como sugería el manual. Algunos compañeros pescadores empezaban a sospechar de mí comportamiento, más por andar sólo y alejarme cada noche, que por mi poca suerte en la pesca, no se les hacía raro. Pescar ya no está dejándonos para vivir, el dominio de la venta de pescados y mariscos lo manejan las grandes compañías con los supermercados. Ellos venden todo importado de quién sabe dónde. Por muy organizados que estemos los pescadores, no se ha podido competir con el negocio y por otro lado, los peces empiezan a escasear por temporadas más largas. Por eso no dudé en comprar el dichoso Kit. Encontrar petróleo en estos rumbos sería cómo sacarnos la lotería y algo nos debe tocar. -

- Si, es toda una apuesta. ¿Cómo se dio cuenta que había encontrado algo? –

- Hace dos semanas salí como de costumbre, pero ya había empezado a explorar otras áreas. Siendo Acapulco tan sísmico, han venido científicos nacionales, y hasta gringos, a ver qué pasaba por estos rumbos. Yo mismo estuve llevándolos a donde me pedían en el mar, traían varios aparatitos, estuvieron algunas semanas, anotaron datos y se fueron, nunca nos dijeron si era bueno o malo lo que encontraron, pero no han vuelto. Recordé varios de esos lados, uno de ellos, en una zona donde pasa la mentada falla de cocos. Ahí prendí el aparato, eché las bollas, destapé una caguama y esperé. A las 4:25 de la madrugada, empezó a sonar una alarma que no había escuchado. Algunas bollas en el mar brillaban con una luz verde. Miré la pantalla que mostraba un montón de números y coordenadas que no dude en anotar. Cómo no sabía qué hacer, lo apagué inmediatamente. Dejé una bolla anclada en el sitio para tener una referencia…-

- Esto es un poco extraño Sr. Chucho, no es que no le crea pero me gustaría ver todo eso que dice. Si es real, estamos hablando de algo grande, pero también delicado, debemos tener mucho cuidado… -

- De eso quería hablarle también. Regresé hace una semana al lugar, esta vez coloqué las bollas un poco más lejos que la primera vez y todas brillaron con la luz verde, el aparato dio una nueva lectura de datos, anoté todo. Antes de apagarlo, di actualizar a mi ubicación y… -

Apagué la cámara inmediatamente.

III

Si alguna vez ha tenido la conspiratoria idea de que algo o alguien nos vigilan, el internet podría ser esa herramienta. Todo aparato que se conecte a la red puede ser ubicado en cualquier punto del mapa. El Sr. Chucho lo ignoraba. Desde hace una semana habían estado intentando entrar a su casa, hasta que lo consiguieron, pero armado con un machete, gritándoles desde el cuarto donde dormía, hizo que dudaran y se retiraron. Su familia se fue al pueblo para pasar el susto y él se quedó a intentar resolverlo. Hace dos noches que no duerme, vigila la casa con su machete y una lámpara. Sé que están ahí afuera pero no entran, me tienen miedo, quieren agarrarme dormido… con esta afirmación, dudé un momento de continuar ayudándolo. Pero recordé como hacía mucho tiempo que pedía hacer algo diferente, salir de la rutina maldita, además de vivir el sueño acapulqueño.

Hasta el momento no había visto el famoso Kit Buscador de Petróleo, el Sr. Chucho tuvo a bien, hacer lo que cualquiera haría: enterrar el aparato para esconderlo, lo malo es que era en su propio patio. Su error de actualizar la ubicación seguramente estaba programado para enviar esa información a alguien más, que por las características y naturaleza del aparato me hacían sospechar ampliamente que se trataba de algo Made in USA. Ahora esas personas lo estaban buscando para arrebatarle las pruebas y desaparecerlo, si quisieran negociar o hablar, simplemente se presentarían a horas pertinentes y con sus buenas intensiones por delante. 

Le propuse como plan, al Sr. Chucho, que debíamos irnos de ahí, llevando el aparato con nosotros. Aprovechando la luz del día podríamos ir a grabar algunas pruebas en el sitio del hallazgo, por la noche buscar otro lugar donde ocultarnos para editar el video y subirlo a youtube. El internet se encargaría de hacerlo tan viral que no tardaría en haber prensa nacional e internacional tras el misterio. El Sr. Chucho hizo una llamada y regresó sonriente; un primo de él cuida una quinta junto al mar, en Pie de la Cuesta. Nos prestaría una cabaña, sólo debíamos pasar por comida y cervezas. 

Hasta que estuve con un pie en la lancha recordé lo difícil que siempre ha sido para mí eso de transportarme en vehículos por el mareo que me ocasiona el movimiento. Logré superar el viaje en automóvil, pero en el mar eran palabras mayores para mi sistema nervioso. Pedí al Sr. Chucho que pasáramos a una farmacia a comprar algún medicamento. Se rió cuando le explique para qué lo quería. Ya no hay tiempo mi buen, te voy a dar lo que yo tomo para el mareo. Sacó un porro de marihuana, lo encendió con especial esmero, dio un par de jaladas y me lo pasó. Atravesamos la bahía de Acapulco como pocas veces en mi vida he tenido la oportunidad de hacerlo, cosa que para el Sr. Chucho ya era común, por eso ni volteaba a ver cómo se iba viendo la ciudad conforme nos alejábamos. Fumé hasta que sentí que podía realizar varias tomas con la videocámara sin marearme, lo cual fue bastante interesante que incluso disfruté el largo viaje hasta el punto donde se encontraba la bolla anclada cómo había descrito en su historia. Grabé a detalle todo el proceso para instalar las bollas centellantes y configurar la maquina, que efectivamente era una media esfera negra, pero no se le veía ninguna información del origen o fabricación del aparato. Una vez distribuidas todas las pelotitas flotantes, tardaron cerca de dos horas en empezar a ponerse verdes. En la pantalla no sólo señalaba que había petróleo abajo, sino el tipo y tamaño aproximado del yacimiento. Esta vez, sin avisar, la maquina volvió a actualizar la ubicación de manera automática. El Sr. Chucho intentó apagarla súbitamente como la última vez pero la computadora lo hizo cuando había terminado de actualizarse. Debíamos darnos prisa para ocultarnos, si lo habían encontrado una vez, lo harían de nuevo y debíamos estar preparados.

IV

Logramos llegar sin problemas a Pie de la cuesta. Ya era noche, la quinta estaba prácticamente vacía, así que nos instalamos cada quién en una cabaña. Saqué mi laptop y la cámara para pasar todos los archivos. El Sr. Chucho hablaba con su primo mientras compartían una caguama. Le había sugerido que no le diera demasiada información, evitaría que estuviera innecesariamente nervioso si alguien venía a preguntar. Inicié la edición del video: miré la entrevista, las tomas en la casa, el patio, el viaje en la lancha, la colocación de las bollas, no había algo que demostrara todo, lo que hasta el momento, suponíamos por el testimonio del Sr. Chucho. Todo en el video podría ser desechado fácilmente como pruebas, cualquiera pensaría que habíamos montado todo el asunto para llamar la atención. ¿Cómo darle credibilidad a todo esto? Veía hacía la playa como buscando una respuesta, sabía que estaba ahí por el sonido retumbante de las olas y el olor a brisa marina entrando por la ventana, la oscuridad apenas y me dejaba ver una que otra palapa cercana. ¡Están aquí! Entró diciendo a mi cabaña el Sr. Chucho, con un machete en mano y un viejo revolver en la otra. Su primo tenía un rifle y estaba cuidando en otro punto del lugar. Unas luces desde el portón de la entrada habían advertido la llegada de dos personas se acercaban caminando lentamente, atravesando el estacionamiento de la solitaria quinta. Rápidamente desconecté la cámara de mi computadora y la preparé para grabar. El Sr. Chucho me hizo señas con la mano de que saldría para cubrir a su primo. De los tres en aquel lugar, él era quien más valor ostentaba ya que anteriormente los había ahuyentado de su propia casa, tenía más derecho a preguntar que querían los intrusos. Yo asomé la cámara por la ventana esperando observar algo, pero la oscuridad sólo dejaba ver las siluetas de dos personas, ahora acercándose rápidamente. Se escuchó un golpe seco, luego un disparo, unas ráfagas de luz iluminaron momentáneamente el lugar dejando ver a los intrusos, seguido de gritos de ayuda del Sr. Chucho.

Llegué con la cámara, grabando hasta donde me lo permitiera la luz de una pequeña lámpara de mano. A lo lejos observé dos cuerpos en el piso, uno de ellos, el primo inmóvil. A unos metros, el Sr. Chucho tenía agarrado del cuello a un sujeto delgado y de estatura media, vestido con ropa deportiva negra, que sin más remedio se rindió dejándose atar de manos y pies, además de ser encadenado a uno de los pilares de la palapa.

El otro tipo se había desmayado, pero igualmente fue atado y amordazado. Tenía una herida en la frente, producto de un ladrillo lanzado por el primo y una herida en el brazo de la única bala que salió de su rifle, antes de ser inmovilizado por el compañero que aun quedaba en pie. El primo estaba vivo, pero inconsciente. La distracción que creó al lanzar el ladrillo dio tiempo a que el Sr. Chucho saliera sorpresivamente y sometiera al otro. Hasta ese momento había apagado la cámara para ayudar con la tarea de asegurar que los sospechosos no representaran peligro. Tomamos café, fumamos otro porro para el susto, también para pensar que hacer. Sugerí que los interrogáramos y grabar todo. Fui por mi cámara y la computadora. De regreso, me alcanzó en el camino el Sr. Chucho, lucía pálido, asustado: No son de aquí, me dijo nervioso. Para mí no resultaba nada raro que fueran extranjeros, entre mis hipótesis estaba algún tipo de servicio secreto internacional tratando de evitar que se conociera esta información. Sus ojos brillan en lo oscuro con la luz, no son como los nuestros… Compartía el mismo temor ante lo extraño. Pero debíamos documentar todo, estas son las pruebas que necesitamos y no pensaba dejarlas pasar por el miedo. 

Nos acercamos al que no estaba herido, se veía sereno. Efectivamente sus ojos reflejaban luz como algunos los animales nocturnos, pero se parecían más a los de un reptil. De repente filtraba aire por dos pliegues de piel laterales en su cuello, como las branquias de un pez. Excepto por esos detalles, el resto era totalmente una apariencia humana. De acuerdo al Sr. Chucho, siendo yo el reportero, lo correcto es que yo hiciera las preguntas. El se aseguraría de que el intruso no hiciera nada sospechoso como lo que le habían hecho al primo. Aún sin guión previo ya sabía que preguntas hacerle, estaba a nuestra merced así que no debería negarse a responder. Encendí la cámara, enfoqué a sus ojos y su cuello para dejar evidencia del ser que teníamos en frente. El hecho de saber que no era humano me intimidaba un poco, por otro lado, como representante de mi raza, podía tender a las mismas locuras destructivas y psicópatas de cualquier ejemplar, eso debía temer nuestro prisionero. Pero durante una hora completa el sujeto se negó a responder, sólo miraba disimuladamente en todas direcciones, quizá pensando en cómo huir, yo haría lo mismo. Le ofrecí un vaso con agua, mientras intentaba una vez más entablar el diálogo, ofreciendo la posibilidad de no lastimarlo más, y quizá dejarlo ir, si nos decía lo que sabía. 

V

No sé si fueron mis habilidades diplomáticas y periodísticas o el porro de mota que el Sr. Chucho acercó al prisionero en señal de paz, pero después de negociar su libertad y fumar al menos medio cigarro, empezó a hablar. Según mi amigo pescador, curiosamente, el ejército estadounidense utilizó la marihuana como suero de la verdad en algún momento de su bélica historia.

Hicimos pausa varias veces para vaciar la memoria de la cámara en mi laptop o para tomar aire, no dábamos crédito a todo lo que escuchábamos. Dado que el nombre del sospechoso era poco pronunciable lo redujimos sólo a Norbe. Según él no pretendían hacer daño. Pertenecían a una especie de Servicio de Saneamiento de su lugar de origen, por lo que tenía el empleo equivalente a un recolector de basura, pero a nivel espacial por así decirlo. Debido a que el excremento de la gente de su raza es altamente tóxicos para las demás especies de su planeta, tienen un sistema recolector de desechos, muy parecido a nuestro sistema de drenaje, que finalmente se almacenaba en contenedores, en vez de llegar al mar. Al ser llenados, son enviados a descargar fuera, en cualquier otra parte del espacio. Su trabajo es buscar un lugar donde perforar profundamente para vaciar esos contenedores de desechos fecales y nuestro planeta había resultado ser excelente, ya que lejos de molestarnos al encontrar sus letrinas regadas por mar y tierra, las llamamos yacimientos. Fuimos capaces de extraer y transformar toda su mierda, a la que llamamos petróleo, en nuestra base de riqueza, desarrollo económico, tecnológico, social, como unos sofisticados escarabajos pensantes y a la moda. 

Según Norbe, para la raza de su planeta, desde hace milenios habíamos sido una civilización de mineros que extraíamos oro y otros minerales, también requeridos en su planeta para construir parte de la tecnología que usan. Durante las revoluciones, guerras, y con paso del tiempo, cambian las circunstancias e intereses humanos, así como sus dirigentes, cada cierto tiempo hay nuevas negociaciones para asegurar la extracción y suministro de metales para su planeta, al principio intercambiaron tecnología e información con los nuevos gobernantes y poderosos de cada área del mundo. Usamos parte de todo ese conocimiento que nos habían dado, para fabricar nuevos materiales, vehículos y armas. Fue durante esa era de modernidad que la humanidad dio un giro tremendo a su forma de vida cuando de ahí empezamos a obtener combustibles para generar energía. En los nuevos convenios con los gobiernos de varios países, se acordó que nosotros les daríamos oro a cambio de petróleo, ellos sólo tenían que seguir trayendo sus desechos y ayudar con la ubicación de más yacimientos. Usamos, vestimos, consumimos y nos movemos con el producto final del metabolismo de extraterrestres que se alimentan de algas marinas, vegetales y rocas, que para colmo, usan cómo fuentes de energía las que obtienen del sol, el aire, algunas plantas y las corrientes marinas de su planeta. Su tecnología les ha permitido crear combustibles a partir de vegetación nativa y otros desechos animales. Toda esta información explicaba muchas cosas, como por ejemplo, que el petróleo fuera un recurso natural no renovable, e incluso que sea la razón de avistamientos de naves o vehículos espaciales, sobre todo en los países petroleros. Lo que creíamos que nuestra tierra hacía en millones de años en sus entrañas, se producía en 72 horas en los intestinos de otros seres.

VI

Durante mucho tiempo se realizaron descargas de petróleo de manera aleatoria en diferentes partes del mundo, en sitios profundos y alejados de los asentamientos humanos; mares o desiertos principalmente. Al no haber un registro ya que a nadie importaba, se dieron por extraviados, varios depósitos quedaron llenos parcialmente. El trabajo de Norbe y su compañero era encontrar esos lugares, llenarlos y monitorizarlos. Realizar una búsqueda minuciosa tardaría muchos años, sobre todo si se pretendía no llamar la atención, por lo que usaron miles de sus propios instrumentos de rastreo y medición para evaluar la condición de las letrinas que simplemente reprogramaron a nuestro idioma para venderlo por internet como Kit Buscador de Petróleo y una vez más los humanos haríamos la labor. Fue gracias al sistema de márquetin usado en las páginas de subastas, que pudieron escoger la población a la cual vender el aparato de acuerdo a sus intereses geográficos de búsqueda y vigilar la ubicación del producto. Nunca han faltado los intrépidos compradores, pero pasado cierto tiempo, si el cliente se desespera o no da uso al aparato, ellos mismos lo recuperaban por medio de sigilosos asaltos nocturnos, y a veces en plena luz del día. Con su apariencia anfibio humanoide y una especie de objeto paralizador cómo única arma, no podían hacer frente a algún humano sin generar toda clase de reacciones o problemas. Para ellos somos una raza muy temperamental, hostil, impredecible y adorablemente extraña.

El hallazgo del Sr. Chucho había sido muy afortunado para su trabajo, desde 1985 habían perdido la localización de ese yacimiento luego de que durante una descarga de los contenedores, se produjera una subducción de la placa de cocos debajo de la placa de Norteamérica, lo que provocó el terremoto en el país con graves repercusiones en la Ciudad de México. Desde entonces ha sido una zona ampliamente estudiada y vigilada. Su idea era encontrar el punto exacto del yacimiento, tomar muestras, terminar de llenarlo y después largarse. Sólo eran dos simples empleados más del gobierno haciendo su trabajo.



Al Sr. Chucho no le pareció nada bien que le quisieran ver la cara de esa manera y no dudó en reclamar su dinero. Norbe aseguró que una vez terminada su tarea ellos cumplirían con desaparecer, nos dejarían el aparato y entonces podríamos hacer lo que quisiéramos. Un yacimiento de petróleo en las costas de Guerrero sonaba a buena recompensa, pero no parecía convencer del todo al Sr. Chucho quién mirando al suelo, pensativo, dio una larga fumada a una bacha y la pasó a Norbe:

- Todo eso que dices es como cagarse en el vecino. No me interesa hacer negocio con la caca de otros. Si ya la fuiste a tirar en nuestras costas no hay nada que hacer, pero allá fuera todos pierden la cabeza por su mierda, además de ser tóxica, y prefiero que se quede allá escondida. Lo menos que deberían hacer es enseñarnos a usar el sol, el aire o el mar cómo dices que hacen allá de donde vienes. Así que llévate tu aparatito y mejor danos algo que nos sirva de verdad –

Ya estaba por amanecer. Soltamos a Norbe y su compañero herido, Antes de irse nos obsequió un purificador de agua marina para hacerla totalmente potable y para consumo humano, a cambio del Kit Buscador de Petróleo. En respuesta al reclamo y petición del Sr. Chucho nos regalaron semillas de Electrosolarius; plantas que convierten la luz solar en electricidad la cual se puede recolectar conectando electrodos a sus raíces, crecen de diferentes tamaños y voltajes, sólo hay que regar con agua salada. Ya hemos sembrado las primeras que están creciendo y dando energía a nuestras casas, pronto daremos a conocer nuestro nuevo negocio. 

VII

En un par de años, el Sr. Chucho y yo, seremos dueños y socios de una de las empresas de energía ecológica más rentables, nadie se lo explicará y quizá contemos la verdad. Con todo el material grabado, alcanza para hacer un revelador documental de dos horas y media, incluido el testimonio completo de Norbe, con porro en mano. El Sr. Chucho me preguntó qué haría con todos los videos: Supongo que guardarlos un tiempo, le respondí con la intención de decidir después que haríamos. Ambos entendíamos que revelar cualquier detalle de lo acontecido, significaría dar a conocer el origen real del petróleo y por donde sea que empezáramos la historia, no había forma de acabarla sin que alguien dudara de todo y nos vieran como un par de charlatanes. 

Finalmente terminé de editar el video y escondí un par de copias. Aun si lo contamos a nuestros más allegados amigos y familiares, seguro creerán que todo esto es puro cuento. De vez en cuando me sigo deteniendo a contemplar el mar más allá de la bahía, como si fuera la primera vez, redescubriéndolo con la mirada más curiosa que antes, y en algún momento se me sale con una sonrisa: ahí ha estado todo este tiempo.


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2 Comentarios

  1. Geneal excelente cuento tuve la oportunidad de leerlo algun tiempo atras y muy envolvente la historia y te hace imaginar toda la lectura del cuento saludos mi hermano deivid...Y.P.

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  2. Esta genial! Me sumergí en cada suceso de la historia, y lo mejor de todo, estas palabras resonando en mi mente que me han hecho un RCP matutino ante la impaciente rutina que espera por mi; "ahí ha estado todo este tiempo" ah! Como extraño mi amado el Mar, mi bahía de Santa Lucía, mi Acapulco, mi Vida...

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