Luz María Sánchez Rovirosa
“El problema no es que nos mientan, el problema es que les
creemos”.
El sábado 11 del presente por la noche, Joaquín Guzmán Loera,
mejor conocido como el Chapo, se fugó del Penal de Alta Seguridad de El
Altiplano en el Estado de México, por medio de un impresionante túnel, después
de aproximadamente año y medio de haber sido atrapado en Mazatlán, Sinaloa, por
elementos de la Marina.
Vale la pena mencionar que en 2001 (administración de
Vicente Fox PAN), también escapó del complejo de Puente Grande, en Jalisco y entonces,
todo el aparato de Seguridad (y compañía vecinal del norte), de los gobiernos federales,
a quienes les tocó vivirlo, les llevó en reaprenderlo (hasta hoy), 13 años.
El grave problema que gira a nuestro alrededor, no es la
apoteótica fuga sin duda apoyada, sino los –efectos colaterales-, en la ya
deteriorada política, en la economía y por supuesto en la sociedad del país.
Lo inherente al problema sería naturalmente, y muy rápido un
aumento en la violencia (prácticamente en todo el país), porque obviamente la
fuerza pública va a atacar –con todo-, prioritariamente al estado de Sinaloa,
provocando una respuesta de los “allegados”, defendiendo al Chapo (donde esté
escondido); porque aun cuando éste se encontraba en prisión, el Cártel de
Sinaloa nunca dejó de ser el más importante de México, haciendo –negocios (ilícitos),
hasta de 3 mil millones de dólares al año.
¿Qué es lo que sucede con el cálculo de las autoridades? En
un país con un gobierno que se ha creído –superior-, pero que nos ha dado
claras muestras de su debilidad en cualquier ámbito de –su administración-.
Y esa debilidad voluntaria (¿?) del gobierno mexicano,
afecta directamente sus capacidades de fuerza y combate frente al crimen
organizado, y está muy bien cobijada por la corrupción y la (cada día más escasa),
profesionalización de los cuerpos policiales, del personal penitenciario, de
las autoridades judiciales; pero lo más grave es la incapacidad del Ejecutivo y
su equipo, para impedir a través del desarrollo económico y social justo, que
un porcentaje muy alto de personas en situación de pobreza y de pobreza
extrema, opten por emplearse en el crimen organizado como única vía para
mejorar su condición.
Se dice, se cuenta, se narra, que mucha gente desaparece de
la faz de la tierra sin dejar rastro alguno y sin ninguna explicación
razonable. Existen desapariciones por persecuciones, por conjuros y hechizos
mágicos, desapariciones por voluntad, o desapariciones en fugas motorizadas por
un túneles, hoy a la vanguardia en la moda de los otrora espectaculares actos
de Houdini; producto de la crepuscular patología del presidente Peña Nieto, en
aras de su petrificación como héroe de México.
El país entra hoy a la competencia petrolera global, al
licitar por primera vez en la historia 14 bloques petroleros. Garantías de
crédito e inversión para México, en las cuales veremos qué modificación de
credibilidad ha sufrido o ya sufrió el país con el -efecto fuga-, para que inversionistas
mexicanos y extranjeros, todavía manifiesten su confianza, en el ámbito de la
producción del crudo, parte esencial del petróleo, que todavía tenemos (¿?) los
mexicanos.
Escucharle a Miguel Ángel Osorio Chong, todos los absurdos,
falsedades, ficciones, invenciones, farsas, fraudes, artificios, argucias,
subterfugios, enredos y mentiras, para salir al quite de las barbaridades
instruidas por Peña Nieto, es sin duda, chocante, pero en este especial caso,
entre París y El Altiplano, es decir entre lo indignante a lo indigno, es espeluznante.
Lamentablemente la –condición humana-(sin domar) del
gobierno federal, nos ha hecho llegar a un estado de incredulidad y de sarcasmo
tal, que (por el momento) no encontrarían noticias que pudieran ser positivas y
alentadoras para un pueblo de México, que necesita urgentemente, por lo menos
un fierro ardiente para agarrarse.
Desafortunadamente –uno de los daños colaterales- que me
preocupa mucho, es que la duda, la decepción, la desolación y el escepticismo
del pueblo de México hacia las autoridades y sus formas de escupirnos en la
cara sus logros, se exacerbe. ¡Vale la pena reflexionarlo!
0 Comentarios