La ciclista de las soluciones imaginarias, una novela con realidades paralelas: Rogelio Garza

Conforme se camina hacia la entrada del majestuoso Palacio de Bellas Artes, los claxonazos, el atronador mugir de los motores, van quedándose atrás, mientras los pasos apresurados van encontrando otro compás: el que anticipa los encuentros y el encuentro con las diversas formas de belleza que ahí dentro esperan por quien desee ponérsele enfrente. Así fue para quienes quisieron reunirse en la sala Adamo Boari, para asistir a la presentación del libro, La ciclista de las soluciones imaginarias, del escritor venezolano Edgar Borges, editada en México por la editorial Nitro/ Press.

Acompañado por dos escritores y ciclistas, Sandro Cohen y Rogelio Garza, ambos con libros publicados sobre ciclismo, Mauricio Bares editor y fundador de Nitro/Press inició el encuentro explicando que el autor no estaba presente ya que reside en España, pero que se planea una futura presentación con él en noviembre próximo. Sin embargo, reveló al público la poética que vive en la obra de Edgar Borges: “la literatura como confrontación y salida… El arte, en lugar de correr tras la realidad, la implosiona y la transforma”.

Después, el micrófono dio volumen a la voz de Rogelio Garza, su relato inició con la necesidad de subrayar que siempre ha encontrado una profunda relación entre la literatura y el ciclismo, que da como resultado un particular equilibrio, el de las “biciletras”. Porque afirma que la bicicleta es el vehículo perfecto de la libertad y de la locura, y precisamente de esto se trata la novela. Una cita en especial me colocó en las coordinadas exactas del personaje principal “entre la nada y el tráfico está la memoria” que representa la sensación que me despierta el tráfico, el tráfico como un océano de nada, un inmenso vacío que se abre y nos traga y abre en nosotros lagunas mentales.

Esto se subraya también por el manejo del tiempo, el paso del mismo desde el desempleado provoca una percepción de la realidad muy distinta a la del empleado dictada por el trabajo.

Para mí, descubrió, es una novela surrealista con realidades paralelas o compartidas que abre la duda en el lector. Un hombre común, contador público desempleado, casado con una mujer terrible, descubre a una mujer que llega al barrio y que anda en bicicleta. Es capaz de ejecutar varias acrobacias, incluso puede volar en la bicicleta. Lo que ocurre en ese barrio, sucede en todos los barrios y todas las ciudades, pero la ciclista lo transforma, tiene una relación especial con la bicicleta, hay entre ellas una relación humana. Esto genera cambios y por ello resulta amenazante. Y obliga también a un proceso emocional y mental del personaje. De esta forma toda la novela tiene la sensación de movimiento.

No quise leer la novela de una sentada, compartió Sandro Cohen, porque no es una novela fácil. Es alegórica, está llena de símbolos: la bicicleta es una bicicleta, pero también es otra cosa, una callejuela evoca algo romántico, pero las de este libro son la pesadilla de los laberintos; el bosque es eso y otra cosa dentro de la novela.

Este personaje que vive en Madrid o en Asturias, es despedido de su trabajo por faltas graves referentes a la imaginación, la creatividad, la poesía…La ciclista encarna esas virtudes; para las mentes cerradas es el enemigo, es semilla de la decadencia y corrupción. Hay dos tipos de personas en la novela: los que cargan o pican piedras y los que trabajan para el ayuntamiento, división social tajante. En medio de ellos, la ciclista, que es una fuerza de atracción hace magia, cosas imposibles, seduce.

Para Sandro Cohen, esta es una novela medieval, los personajes son cualidades, conceptos abstractos, y es también una novela onírica que encaja por ello en el surrealismo. Desde esta realidad alegórica el autor nos propone dónde queremos estar, de qué lado, ¿desde el que no se puede apreciar la belleza o el de los creadores, los poetas? La decisión es un salto de fe, supone un gran esfuerzo, dudar de todo para poder dar el salto de un mundo a otro: del mundo del ayuntamiento, “el progreso”, lo práctico, lo rutinario al lado luminoso de la ciclista. Son preguntas existenciales a las cuales debemos responder y con otras preguntas inquietantes y atractivas cierra su participación: ¿Es posible ser burócrata y ciclista al mismo tiempo? Trabajar sin ser esclavos, poder ver el bosque, dar el paso hacia la luz de la invención.

Un pensamiento final acompaña al público, la inquietud de leer esta novela donde el giro, la rueda, la voluta son las hélices de la transformación y de la creación.

Edgar Borges, La ciclista de las soluciones imaginarias. Ed. Nitro/Press. México, 2015. Pp. 187.





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