Son incorregibles; no tienen remedio

Carlos Reyes Romero

“Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos.”

José Samarago. Terra. 13 de junio de 2007



Los “Chuchos” o “Los perros del mal”, como le encanta autodefinirlos a José de Jesús Zambrano Grijalva, volvieron a las andadas. No puede ser de otra manera. Son más de 40 años de colaboracionismo con el régimen político mexicano, de los que les cuesta mucho trabajo desprenderse.

Nacidos a principios de los años setenta, a la sombra de Rafael Aguilar Talamantes, exlíder juvenil y estudiantil comunista, preso en Morelia de 1966 a 1971, cuando salió de la cárcel y se incorporó al Comité Nacional de Auscultación y Coordinación (CNAC, luego CNAO), grupo dirigido por Heberto Castillo al que abandonó en 1973 para crear, con generoso patrocinio de Luis Echeverría, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), junto con Pedro Etienne Llano, ahora priista, y Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, ahora gobernador de Morelos y hermano del General José Domingo Ramírez Garrido Abreu, de triste memoria por su participación en la Guerra Sucia y en la represión contra los movimientos sociales.

De esta formación proceden Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, Carlos Navarrete Ruíz, Jesús Ortega Martínez, su hermano Antonio Ortega Martínez y Agustín Miguel Alonso Raya, a los cuales en los años 80 se les unió José de Jesús Zambrano Grijalva, quien provenía de la “Liga Comunista 23 de Septiembre” y que estuvo preso durante los años 1974-1975 y bastante tiempo después Guadalupe Acosta Naranjo.

Desde sus orígenes, el núcleo central de los ahora “Chuchos”: Graco Ramírez, Carlos Navarrete, Jesús Ortega, Miguel Alonso Raya y otros enseñaron el cobre, pues impulsaban una política de alianza con los “sectores progresistas y nacionalistas del PRI” que en los hechos era de apoyo al presidente en turno, ya fuera Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo o Miguel de la Madrid Hurtado.

En su momento fue célebre la adulación que Graco Ramírez le hizo a Luis Echeverría al llamarlo “El nuevo Cárdenas”, en la audiencia que los entonces promotores del PST tuvieron con el expresidente.

De esa entrevista se consolido el apoyo presidencial a través del michoacano Carlos Gálvez Betancourt, entonces director del IMMS y de Ignacio Ovalle Fernández, primero como secretario de la Presidencia y luego como coordinador general del Plan Nacional de Zonas Deprimidas (COPLAMAR). 

Por eso el resto de la izquierda los consideraba un partido paraestatal

Aunque en los años 80 rompieron con Rafael Aguilar Talamantes, reivindicando una supuesta independencia del gobierno, la verdad es que nunca pudieron zafarse de ese lastre por los privilegios políticos y financieros que les redituaba y les sigue redituando el ser comparsas, “achichincles” les llama López Obrador, del gobierno en turno.

Eso les ha cambiado hasta el modo de andar. Baste ver la expresión de éxtasis que arrebata al senador Miguel Barbosa cuando sus asistentes le quitan o le ponen el saco o la costumbre que ha adquirido Jesús Ortega de darse baños de vino tinto en Spas de lujo, para advertir como se han descompuesto estos antiguos activistas sociales.

No hay ni a quien irle. Si bien Jesús Zambrano logro obtener el 23.2 % de la votación, en 1977, en la elección para gobernador en su natal Sonora, alcanzando con ello el tercer lugar, todo mundo sabe que eso pudo hacerlo gracias al apoyo financiero que le brindo Manlio Fabio Beltrones, en ese entonces gobernador de Sonora. 

En la siguiente elección, en el 2003, ya sin el apoyo del PRI ni de Beltrones, sólo alcanzó un lejano 6.3%. Desde entonces dejo de buscar la gubernatura de su estado.

Cuauhtémoc Cárdenas los conoció bien en 1988, cuando trataba de mantener la bandera de la dignidad y del reclamo frente al descarado fraude de que fue objeto el Frente Patriótico Nacional, pues los primeros que se pusieron a negociar con Carlos Salinas de Gortari fueron precisamente Rafael Aguilar Talamantes y los ahora “Chuchos” con la intermediación de Manuel Camacho Solís, cuando todavía era parte del “equipo compacto” de Salinas de Gortari.

También es ampliamente conocida en los corrillos del PRD y entre las y los diputados de aquel entonces, la negociación que hicieron los “Chuchos”, encabezados por Guadalupe Acosta Naranjo, con los enviados de Felipe Calderón Hinojosa, en los alrededores del Hotel María Isabel, para convenir la entrada de Calderón Hinojosa y de Vicente Fox al Palacio Legislativo de San Lázaro, para que aquel tomara protesta del cargo en una tumultuosa pero “negociada” sesión.

De la continuidad de esas “negociaciones” que en la práctica avalaban el reconocimiento “no público” por el PRD de Felipe Calderón como presidente de la República, se convino “hacer” gobernador de Nayarit a Acosta Naranjo en la siguiente elección de mandatario estatal. Para lo cual se convinieron las “coaliciones” que llevaron al triunfo a Gabino Cué Monteagudo en Oaxaca, a Mario López Valdés en Sinaloa, y a Rafael Moreno Valle en Puebla durante el 2010. Todo ello a espaldas de Andrés Manuel López Obrador.

Estrategia que esperaban consolidar a través de la repetición de la “coalición” con el PAN en el estado de México. Pero se les atravesó López Obrador y echo abajo el acuerdo de los “Chuchos” con Felipe Calderón.

Y ahí tronó también la posibilidad de que Guadalupe Acosta Naranjo fuera gobernador de Nayarit; las cosas se le complicaron de tal manera que al final ya mejor ni compitió. 

Una de las últimas gracias y la de mayor costo político de los “Chuchos”, fue postular y encubrir a José Luis Abarca Velázquez como presidente municipal de Iguala, a pesar de que fueron prevenidos de sus vínculos con el narcotráfico y el crimen organizado. Ahí sí, cayeron hasta la ignominia.

Pero fueron más allá porque sabían perfectamente que José Luis Abarca Velázquez había asesinado de manera extremadamente sangrienta a Arturo Hernández Cardona, activista social y político perredista… y callaron. 

Cuando René Bejarano hizo público este caso en uno de los consejos nacionales del PRD, la cúpula de los “Chuchos” ya tenía toda la información de esa infamia y la ocultaron. 

También saben bien los “Chuchos” de las voces que señalan a Zeferino Torreblanca como asesino del precandidato a gobernador de Guerrero, Armando Chavarría Barrera y jamás han alzado su voz para exigir justicia. No lo podían hacer porque ponían en riesgo los “apoyos” económicos que Zeferino les daba directamente a ellos.

Como tampoco lo hicieron ante Ángel Aguirre Rivero, ni por el caso de Chavarría ni por el de Hernández Cardona, por la misma pecuniaria razón. Por el contrario, lo encubrieron y respaldaron hasta que su estancia en el gobierno de Guerrero fue insostenible.

Se pueden citar más y nuevos hechos deleznables de los “Chuchos” que han llenado de inmundicia al PRD y que desgraciadamente han sido aceptados calladamente por el resto de las corrientes, quizá para no poner en riesgo su zona de confort. Qué lástima que hayan caído tan bajo.

¿Cuánto les va a dar ahora el salinismo-peñanietista a los “Chuchos” por sacarles nuevamente las castañas del fuego, por prestarse al juego de presidir en este primer año la Cámara de Diputados, cuando al PRD por reglamento no le tocaba? Seguramente una bagatela, pero para ellos es mucho porque se han acostumbrado a vivir de las migajas que caen de la mesa del poder.

Para el gobierno es un favor inestimable porque saben bien que varios diputados del PRD tenían planeado emigrar hacia la bancada de Morena en la Cámara de Diputados y que incluso los diputados del PT podrían hacer lo mismo en caso de perder definitivamente el registro de su partido.

Ello abría la posibilidad de que Morena se convirtiera en la tercera fuerza de San Lázaro y que reclamara presidir la Mesa Directiva en el tercer año de ejercicio constitucional. 

Pero, por otro lado qué bueno que los “Chuchos” volvieron a enseñar el cobre. Esto va a permitir a propios y extraños advertir claramente que efectivamente existe una alianza tácita entre los partidos del Pacto por México: PRI, PAN, PRD y sus satélites del PVEM y el PANAL, contra el pueblo de México. 

Eso incrementa la responsabilidad de la izquierda democrática, particularmente de Morena, del Movimiento Ciudadano y del Partido del Trabajo, sin excluir al Partido Encuentro Social y a Manuel Jesús Clouthier Carrillo, el diputado independiente, de hacer un trabajo legislativo y extralegislativo que ponga en el centro los intereses nacionales y populares. 

Los dirigentes y militantes del PRD que realmente quieran cambiar el estado de cosas en ese partido, tendrán que tomar posición y deslindarse de la conducta de los “Chuchos”, porque de otra manera con toda justicia se podrá decir de ellos que se merecen lo que tienen, como bien dice Saramago.

Los campos se están deslindando. Escoja el suyo.




30 de agosto de 2015.

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