El libro Brian Nissen recrea el resplandor de lo mítico y lo sagrado

El arte es el diamante de la humanidad. Cualquiera que sea la forma en que se presente, nos susurra lo mismo, que en él se cumple el sueño del humanismo: que el hombre toque su posibilidad más sublime. El libro de Brian Nissen, que editó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, con motivo de la muestra que celebró 25 años de obra del artista, reafirma el postulado al presentar una hermosa edición, un libro sin duda alguna, admirable en su contenido y continente: Brian Nissen. 

Entre sus páginas, el resplandor de lo mítico y lo sagrado se apodera de la vista y de la mente. Acompañan las imágenes de las obras del artista, ensayos que nos guían por las líneas, colores y temáticas a los que se suman crónicas del propio artista sobre las exposiciones que abarca esta retrospectiva.

El primer texto nos introduce al artista, una extensa entrevista de Ricardo Cayuela Gally, que se vuelve rica conversación de idas y venidas, de un continuo ir hacia algo más, para describirnos al híbrido cultural como el propio Nissen se señala, debido a que “he sido criado por cuatro ciudades: Londres, mi ciudad natal, Nueva York, Barcelona y la Ciudad de México, su fusión en mi vida y obra no ha hecho más que enriquecerme…la única nacionalidad que tengo es la de los artistas”. Para subrayar que es Brian Nissen un artista de series porque así puede profundizar en los temas y verlos desde distintos ángulos. Es por eso que su hacer artístico evoca al diamante que en cada faceta proyecta una luz, un brillo diferente.

Sortilegios del agua es el texto escrito por Juan Villoro. Una excursión por la geografía estética del artista inglés, asimilado por el escritor al dios prehispánico Xólotl quien “escogió una zona intermedia, ente la tierra y el agua” y del cual deriva también el nombre del axolotl (ajolote), esa criatura vista por los antiguos mexicanos como un juguete o un monstruo. “Aunque opuestas, ambas interpretaciones ayudan a definir los trabajos de un pintor encandilado por el océano, las mareas, el fluir líquido de los colores y la voluntad de avanzar contra corriente”. En sus obras, Juan Villoro encuentra una esfera donde “la felicidad se ha salido con la suya”, sus figuras transgreden la restricción que pone límites a la libertad; ahí no existe exceso, por lo tanto no hay castigo.

Dore Ashton, crítica de arte, escribe sobre la experiencia estética que encierran las obras de Nissen. Acerca de la exposición: Mariposa de obsidiana, originada en la inspiración del poema de Octavio Paz. Apunta Ashton que este es un viaje, una digresión y un homenaje. La obra de Nissen convierte a la mariposa de obsidiana en la abstracción de un mundo y una cosmogonía; de objetos y de creencias. No sólo reinventar la mariposa, sino, volverla un ideograma.
La mariposa de ambos artistas es el tiempo, las estaciones con sus frutos, la muerte, la pérdida, también el nacimiento y la tierra como la primera madre.

La imaginación laberíntica, como la califica Ashton, lleva a Nissen a extensos recorridos para encontrarlo con los códices prehispánicos que llevará a su propia codificación: el Códice Iztapapálotl. Un nuevo alfabeto configurado por símbolos antiguos y modernos que aluden a la cultura mexicana, mitos y mapas, chinampas forman un puente, que nunca se rompe, hacia el poema de Paz.

Atlántida es un conjuro que aviva el milenario imaginario de la tierra perdida cuyo anhelo no deja de soñarse. Ha capturado a filósofos, científicos y artistas, bajo su influjo también Brian Nissen vivió la revelación que le llevó a crear la exposición con el nombre de ese territorio, Atlantis. Al respecto el propio artista rememoró: “En el contexto de las celebraciones del quinto centenario del descubrimiento de América desarrollé un tema: América-Atlántida, (en la corte española circulaba la versión de que América era la Atlántida).

Es una metáfora que en cada uno despertará un significado que alimente su imaginación”. Mapas fascinantes con las coordenadas de la imaginación, ubican este sitio en latitudes y altitudes fabulosas.

Límulus es el título de otra de sus más famosas exposiciones, pero también es un animal. Sobre la serie de esculturas en bronce y collages basados en éste el artista explica: “el cangrejo herradura parece haber saludo de los bestiarios medievales, rival de la Quimera, del Fénix y del Basilisco. A mí me pareció algo venido de la ciencia ficción: primitivo y futurista a la vez”. Nissen, siempre en una peculiar relación con el agua, quedó atrapado por el caparazón de este cangrejo, asombrado por lo antiguo y lo moderno que encontraba en esa especie de fortaleza. Es esta exposición la belleza de la bestia.

Mar de luz escrito por Alberto Ruy Sánchez es un bello texto acerca del mural escultórico El mar rojo. Describe el escritor la sensación ante la obra: “es como si un extenso muro blanco convirtiera su piel en un mar agitado. Crea un efecto caleidoscópico que duplica y encierra, nos envuelve multiplicando el oleaje”. Es el éxodo de los perseguidos, es la magnificencia y magnitud del misterio, la obra, afirma Ruy Sánchez, rebasa la ilustración de un pasaje, sino que recupera la frescura de un mundo perdido donde: “el arte y sus poderes rituales estaban al centro de la sociedad, en el alma de la actividad comunitaria que da sentido a la vida”.

Brian Nissen; Dore Ashton, Ricardo Cayuela, Brian Nissen, Octavio Paz, Alberto Ruy Sánchez, Juan Villoro. Brian Nissen; FCE/ RM/ Conaculta. China, 2012. Pp. 249.















Entre sus páginas, el resplandor de lo mítico y lo sagrado se apodera de la vista y de la mente. Acompañan las imágenes de las obras del artista, ensayos que nos guían por las líneas, colores y temáticas a los que se suman crónicas del propio artista sobre las exposiciones que abarca esta retrospectiva.





Fotografías de Francisco Segura / Conaculta.

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